[contextly_sidebar id=”hzHfd1ogrlkgReg1Vy74DF6Q93tNtRMN”]Los investigadores Jacques Dubochet, Joachim Frank y Richard Henderson fueron distinguidos este miércoles con el premio Nobel de Química 2017.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia informó que el premio le fue otorgado al trío por “desarrollar la criomicroscopía electrónica para la determinación estructural en alta resolución de biomoléculas en soluciones”.
Dubochet es ciudadano suizo y trabaja en la Universidad de Lausana, Frank nació en Alemania y trabaja en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y Henderson nació en Escocia y trabaja en la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
La técnica desarrollada por el grupo simplifica el proceso para observar los bloques constitutivos de la biología.
Es un proceso que permite que las biomoléculas se congelen muy rápido, y así conserven su forma natural.
“Su uso práctico es inmenso”, le explicó Frank a la televisión sueca.
Pero toma tiempo hasta que una investigación fundamental (como esta) deja sentir su impacto en la medicina, añadió el científico.
Frank fue quien hizo la tecnología más fácil de aplicar en un marco general, procesando el material de forma que las borrosas imágenes en dos dimensiones se transformaran en claras estructuras en 3D.
Dubochet logró enfriar el agua muy rápidamente de modo que se solidificara alrededor de la muestra biológica.
Y Henderson logró presentar la estructura de una molécula bacteriana a una resolución atómica.
Cuando le preguntaron a Frank su opinión sobre el hecho de que el premio fue para un avance tecnológico (en oposición a uno científico), Frank nuevamente puso el acento en el impacto.
“Creo que decidir entre un descubrimiento en particular y un avance tecnológico, siempre pienso que el impacto de un avance tecnológico es probablemente mucho más grande”.
La criomicroscopía electrónica ha sido utilizada para capturar imágenes de las “agujas” de la Salmonella para atacar a las células, de las proteínas involucradas en la resistencia a los antibióticos y en las estructuras moleculares que gobiernan el ritmo circadiano, el tema que se llevó el Nobel de Medicina de este año.
Cuando los investigadores comenzaron a sospechar que el virus del zika estaba detrás de la microencefalia en los bebés recién nacidos de Brasil, utilizaron esta técnica para visualizarlo.
En pocos meses, generaron imágenes en 3D del virus en resolución atómica, lo que le permitió a investigadores buscar blancos potenciales para los fármacos.
Según el comité del Nobel, el trabajo de estos investigadores “llevó la bioquímica a nueva era”.
“Ya no hay más secretos, ahora podemos ver los intrincados detalles de las biomoléculas en cada rincón de nuestras células y en cada gota de nuestros fluidos corporales”, dijo Sara Snogerup Linse, directora del comité.
“Podemos entender cómo se construyen y cómo actúan, y cómo funcionan juntas en comunidades grandes. Estamos presenciando una revolución en bioquímica”.
En opinión de Allison A. Campbell, presidenta de la Sociedad Estadounidense de Química, “este descubrimiento es como el Google Earth de las moléculas, en cuanto a que nos acerca a los detalles más precisos de los átomos dentro de las proteínas”.
“Entender a las proteínas en su estado original es importante en todos los campos de la ciencia, ya que están en todo organismo vivo”.
“Una imagen verdaderamente vale más que mil palabras, y los descubrimientos de los laureados son invaluables para nuestra comprensión de la vida y el desarrollo de nuevas terapias”.
Los ganadores se suman así a la prestigiosa lista de 175 laureados con el Nobel de Química desde 1901.