El Centro de Geociencias de la UNAM realizó un mapa que permite conocer la ubicación de las principales fracturas que afectan la infraestructura de la Ciudad de México, en el cual se detalla que 15 de las 16 delegaciones tienen fallas en sus suelos. La institución informó que el documento terminado estará disponible a partir de la próxima semana.
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Este proyecto permite identificar la vulnerabilidad física del suelo de la capital del país, el cual es susceptible a fracturarse, y estimar la fragilidad social en zonas de fracturamiento, esto de cara a la planeación de la reconstrucción de la urbe después del sismo del 19 de septiembre.
El estudio arrojó que las demarcaciones de la Ciudad de México que tienen mayor número de fracturas son Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco. En cuanto a la comparación de los mapas con los sitios dañados por los sismos de 1985 y 2017, se identificó que los edificios colapsados se encuentran en las zonas con más fracturas, principalmente en Benito Juárez y Cuauhtémoc.
“La distribución de las fracturas en la base de la ladera de la Sierra de Santa Catarina, en Iztapalapa, es muy similar del otro lado, en Tláhuac, y también en Xochimilco, en la base de la ladera de la Sierra Chichinautzin. Existe una relación directa entre la aparición de las fracturas y las áreas de contraste entre las zonas del lago y los edificios volcánicos”, explicó Dora Carreón Freyre, investigadora de Geociencias, quien añadió que las delegaciones Benito Juárez y Cuauhtémoc se ubican en una especie de fosa delimitada por dos fallas que atraviesan la ciudad de sur a norte.
La científica detalló que la extracción del agua es un factor detonante y que pone en evidencia las debilidades que ya existían en el suelo, pues se genera un estrés hídrico que hace que el subsuelo se consolide y se compacte, lo que permite a las irregularidades y discontinuidades que ya estaban empiezan a manifestarse o propagarse hacia la superficie.
“Se debe estudiar cada zona, porque los contactos litológicos son planos de debilidad, con una distribución distinta en las zonas de transición o de pie de monte, montañosas o lacustres. Por ello, además de conocer los efectos de los sismos en estos tipos de suelo, es importante saber qué tan susceptibles son de fracturarse”, mencionó Carreón Freyre.
Otro aspecto que la especialista en suelos recomendó tener en cuenta para la reconstrucción de las zonas afectadas de la Ciudad de México, es que la capital del país se hunde en promedio de 20 a 30 centímetros al año, y lamentó que sólo cuatro delegaciones cuenten con mapas de riesgo locales, aunque ninguna está actualizada.
“Esta investigación fue hecha para la metrópoli y no sólo para un grupo reducido de personas. Lo ideal es que la información sea aprovechada como base para definir cualquier plan de desarrollo urbano encaminado a implementar sistemas de monitoreo y prevención, así como medidas de mitigación adecuadas para cada tipo de fracturamiento”, finalizó.