“Corea del Norte debería estar muy, muy nerviosa si le hace algo a Estados Unidos”.
Con esa frase Donald Trump ratificó este jueves su advertencia a Pyongyang, dos días después de haber prometido responder con “fuego y furia” a las amenazas constantes hechas por el gobierno de Kim Jong-un en contra de su país.
[contextly_sidebar id=”inWLFp9aQHtI41Epg0M84AFE4rz2O7Yn”]El mandatario estadounidense dijo que su gobierno “siempre estará abierto a considerar negociaciones”, pero destacó que los intentos de diálogo con Corea del Norte se han extendido infructuosamente por más de dos décadas.
Aseguró que en su opinión el gobierno de China puede hacer más para ayudar a encontrar una solución a la disputa por el programa nuclear de Corea del Norte y dijo que tiene la esperanza de que eso ocurra.
Pekín ha sido un aliado histórico de Corea del Norte, por lo que se le considera un país clave en el tema norcoreano.
En abril, Trump se reunió con su homólogo chino, Xi Jinping, a quien le solicitó mayores esfuerzos para tratar de disuadir a Kim Jong-un sobre la conveniencia de que abandone su programa de desarrollo de armas nucleares.
En referencia a su controvertida amenaza de hace unos días de retaliación con “fuego y furia”, que fue cuestionada por políticos y especialistas en diplomacia que la consideraron imprudente, el mandatario señaló que, por el contrario, probablemente sus declaraciones no habían sido “suficientemente duras”.
“Lo que ellos han estado haciendo y lo que han estado consiguiendo es una tragedia y eso no se puede permitir”, apuntó.
En declaraciones ofrecidas a la prensa en su club de golf en Nueva Jersey, Trump se negó a descartar la posibilidad de que Estados Unidos realice un ataque anticipatorio contra Corea del Norte, argumentando que no iba a discutir públicamente sobre las opciones militares.
“No hablaremos sobre eso, Nunca lo hacemos. Veremos lo que ocurre”, afirmó.
Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, el programa nuclear de Pyongyang ha sido uno de los temas que más peso han tenido en su agenda de política exterior.
Los choques retóricos entre Washington y Pyongyang se han intensificado desde julio, cuando Corea del Norte realizó dos pruebas de misiles intercontinentales y anunció al mundo que ahora dispone de la tecnología para atacar a Estados Unidos.
El gobierno norcoreano celebró lo ocurrido como un hito histórico, mientras que Estados Unidos lo denunció como una amenaza para la seguridad mundial.
Trump ha prometido que nunca permitirá que Kim Jong-Un, a quien ha llamado “loco”, tenga en sus manos un arma atómica.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el fin de semana pasado una nueva ronda de sanciones económicas en contra de Pyongyang. Hasta la fecha, estas medidas no han logrado hacer que Corea del Norte se siente a la mesa de negociaciones.