Ellas también han creado una “balsa” para escapar de las inundaciones en Texas.
[contextly_sidebar id=”kHcUYjSsULYxYK2nPD7FhSWGnGOX4ivI”]La forman con sus propios cuerpos, unas sobre otras, como una mancha gigantesca.
Son miles de hormigas de fuego, insectos invasores que, con las lluvias, han visto sus colonias destruidas y ahora “navegan” por las calles, ríos y campos de Houston y sus alrededores.
Los entomólogos dicen que es un comportamiento normal tras las lluvias, pero sus imágenes han “inundado” también las redes sociales.
Jim Hardie, un especialista de la Royal Entomological Society explica a la BBC que estas colonias pueden estar formadas por unas 100.000 hormigas, que crean con sus cuerpos cerosos una red resistente al agua para proteger a su reina.
Y así viajan, mientras buscan un nuevo lugar para crear los túneles y cámaras que componen sus hormigueros.
Pero no hay aquí sacrificios de los súbditos por su reina: las hormigas crean un sistema de bolsas de aire con sus cuerpos que les permite absorber el oxígeno desde la superficie.
“Los que están en el fondo están bien,” asegura Hardie.
Las hormigas producen de esa forma una especie de material que ni siquiera rompe la superficie del agua cuando se les empuja hacia abajo, por lo que grupos científicos lo estudian por sus potencialidades para la ingeniería.
“Son tipas duras. Han pensado en todo, incluso en los huracanes”, afirma Hardie.
Según el especialista, estos insectos podrían sobrevivir así durante semanas sin nuevas fuentes de alimento.
Pero las hormigas flotantes no se quedan sin comer: en realidad, para sobrevivir, se alimentan de sus crías (en forma de pupas).
Una vez en tierra firme construirán un nuevo hormiguero y volverán a su dieta variada y omnívora normal, que van desde huevos y otros insectos hasta la carne de mamíferos, semillas, lombrices de tierra y, por supuesto, los dulces y desechos de nuestros hogares.
Estas hormigas, cuyo nombre científico es solenopsis invicta, son llamadas popularmente “rojas”, por su color, o “de fuego”, por el ardor que provocan sus picaduras.
Son originarias de América del Sur y se colaron accidentalmente en Estados Unidos a principios del siglo XX.
También viven en Australia, Nueva Zelanda, China, Hong Kong, Taiwán y Filipinas.
Si se molestan, son generalmente muy agresivas y pueden atacar incluso a los animales domésticos o el ganado.
Los montículos que crean para sus hormigueros pueden causar daños estructurales a edificios y al pavimento.
Pero el que ha recibido alguna de sus picadas, puede asegurar que no hay nada peor que esto.
Y ¡alerta!, porque cuando una pica, emite señales de feromonas a las otras hormigas para que también ataquen.
Así que hay que tener cuidado con ellas, aunque “naveguen” inocentemente por las calles después de una inundación.