[contextly_sidebar id=”O2ODZN23GeYclihQgy4Xa2gqb5cySkvD”]El último intento para abolir y reemplazar la llamada Obamacare, la reforma de salud de su antecesor, el demócrata Barack Obama, fracasó este viernes en lo que representa un nuevo revés para el presidente estadounidense Donald Trump.
El proyecto para revocar la Ley de Asistencia de Salud, que entró en vigor durante el primer mandato de Obama, necesitaba una mayoría simple para ser aprobado.
Pero terminó siendo rechazada por 51 votos contra 49.
Entre los que se opusieron se encuentran al menos tres senadores republicanos: John McCain, Susan Collins y Lisa Murkowski. Los demócratas votaron todos en contra.
McCain explicó que su rechazo se debió a que no suponía una “reforma significativa” y que no hubiera “mejorado la atención médica a los estadounidenses”.
La propuesta, cuyo nombre oficial es la Ley de la Libertad de la Atención de Salud pero se conocía como “skinny bill” o “proyecto de ley flaco”, fue aprobada por la mayoría de la Cámara de Representantes en mayo y era el tercer intento de revocar el Obamacare.
“Adelante senadores republicanos, lo podéis hacer. Después de siete años, esta es vuestra oportunidad de brillar”, había tuiteado Trump antes de la votación.
De haberse aprobado, habría eliminado partes de la reforma sanitaria de Obama, incluyendo el mandato individual que exige a todos los estadounidenses estar cubiertos con un seguro médico, así como los impuestos a los dispositivos médicos.
El líder de la mayoría del Senado, el republicano Mitch McConnell, describió la votación de la noche de este jueves como un “momento decepcionante”.
El arco de la historia es largo, pero se inclina hacia la venganza.
Tan solo dos años después de que el entonces candidato Donald Trump se burlara del historial de John McCain en la Guerra de Vietnam, diciendo que éste prefería a los héroes “que no fueron capturados”, el senador por Arizona le dio una puñalada a los planes del ahora presidente para reformar el sistema de salud.
Hubo a quien se le dificultó la respiración cuando McCain, después del furioso intento del vicepresidente Mike Pence de convencerlo para que hiciera lo contrario, se unió a otros dos senadores republicanos en su rechazo al proyecto de ley para revocar el Obamacare, una propuesta que, según se considera, englobaba lo mínimo en lo que el Partido Republicano podía estar de acuerdo.
Pero en lugar de que (en la sesión de este jueves del Senado) se diera un gran paso en el camino para que se convirtiera en ley -ya sea en su forma original o tras unas negociaciones en la Cámara de Representantes-, ha puesto en duda el futuro de una posible derogación de la reforma de salud de Obama.
La realidad es que, por ahora, no existen unos cambios mínimos en los que los senadores republicanos puedan ponerse de acuerdo. Así que tendrán que trabajar junto a los demócratas o resignarse al estancamiento y a cambiar de tema, como el de los impuestos o el gasto en infraestructura.
Tomará su tiempo que el drama de último momento en el Senado se asiente.
Nadie esperaba que el de McCain fuera el voto decisivo, pero el hombre que en su día fue considerado un republicano “rebelde” y enfrenta ahora un diagnóstico de cáncer de cerebro tenía una carta guardada en la manga.