[contextly_sidebar id=”H5zqQGwblicYQYbX3EzXN3sgEtGD8pjT”]Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han cambiado nuestra vida: con tan solo un click podemos enviar o recibir cualquier tipo de documentos y archivos, sin importar distancias ni horarios. Los niños y adolescentes, nacidos en un mundo totalmente digital, son los más adecuados a ellas; sin embargo, también son los más vulnerables a sufrir su violencia, como el ciberbullying.
Con el ciberbullying o acoso digital se puede amenazar, burlar, intimidar o insultar a una persona, desde un celular, mensajería SMS, whatsApp, portales web o redes sociales.
Según la doctora Milagros Figueroa Campos, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, a diferencia del bullying, donde las víctimas reconocen a sus agresores; en el ciberbullying el anonimato es aliado de la agresión.
“El bullying se acaba cuando la víctima queda fuera del alcance de los agresores. Pero en el ciberbullying cualquier lugar puede ser el escenario de esta agresión; a cualquier hora del día o de la noche empiezan los mensajes ofensivos o amenazantes, es decir, todo aquello que alguien está deliberadamente haciendo y que con un solo click provoca que no sólo se enteren personas cercanas a la víctima sino de cualquier parte del mundo”, explicó la universitaria.
El impacto en las víctimas es tan fuerte, sobre todo en los adolescentes, que incluso hay quienes tienen que modificar algunas de sus actividades para no seguir siendo agredidos, pero, muchas veces, no es suficiente para frenarlo, ya que, frecuentemente quien produce este daño emocional es cercano a la víctima, aunque serlo tampoco es indispensable.
Los responsables del ciberbullying suelen ser adolescentes con poca supervisión de sus padres, pero con un buen manejo de las tecnologías de la información y acceso a dispositivos como una computadora o el teléfono celular.
El agresor, al igual que en el bullying, es alguien que suele tener problemas familiares o personales. En el zcaso del ciberbullying, también pueden ser personas que no tienen amigos, y por lo tanto utilizan una computadora o cualquier dispositivo móvil para acosar, intimidar o agredir a otros, incluso, llegan a alterar sus horarios para dormir, pues se desvelan por estar al pendiente de su víctima.
Figueroa Campos señaló que, aunque no hay una agresión física, como en el bullying, el ciberbullying afecta emocionalmente a las víctimas, pues alguien que es bombardeado por ofensas, amenazas o insultos ve mermada su salud, al no poder dormir, tener pesadillas y terrores nocturnos, sobre todo si la víctima es un niño.
Las víctimas de ciberbullying constantemente están revisando su celular o sus redes sociales para ver si han dicho algo en su contra, por el contrario, puede ser los últimos en enterarse de lo que se está hablando sobre ellos.
Cuando el estado emocional permanece alterado continuamente, o por largos periodos, puede llegar a desencadenarse algún problema de salud física como gastritis o presión arterial elevada: las víctimas no duermen, no comen y están muy afectadas. Inclusive, hay casos en que la personalidad y la vulnerabilidad emocional pueden llevar a un individuo a un intento de suicidio.
Las víctimas de acoso cibernético tienen ciertas características, por lo que son elegidas por los acosadores: las perciben como débiles emocional y físicamente, porque se sienten o son diferentes, y porque consideran que no van a tener el apoyo de sus iguales, pues los han hecho a un lado. Es decir, son fácilmente identificables por aquellos que van a molestarlos.
El ciberbullying es más frecuente entre los 12 y los 19 años. De lo que se trata es de amenazar a una persona hasta inmovilizarla, pues ya no acude a la escuela, no quiere salir sola o deja de asistir a sus sitios preferidos porque tiene miedo y no se atreve a denunciar.
“Las fotos pueden borrarse de un dispositivo, pero una vez puestas en la red es muy difícil que puedan quitarse. Además, pueden ser utilizadas por otra gente con intenciones delictivas, como trata de personas”, agregó la psicóloga.
Muchas veces las víctimas no piden apoyo porque piensan que el agresor se cansará y dejará de agredir. Por lo tanto, llegan a modificar sus rutinas, cambiar de número de teléfono e incluso puede cambiar de casa. A veces no comentan con nadie sobre el ciberacoso que viven, porque creen que de esa manera evitarán que se siga difundiendo la agresión.
Víctimas de ciberbullying pueden desarrollar a largo plazo: