Keiyatsita es un centro ceremonial ubicado en Nayarit, donde, de manera ancestral, se reúnen los pueblos indígenas Náyeri y Wixárika para la realización de distintos ritos religiosos y comunitarios, razón por la cual lo consideran un sitio sagrado.
[contextly_sidebar id=”ffcYTCQ8zH6T4aoV1UauRRTuNAkjNkyu”]Para las autoridades, Keiyatsita es el lugar donde estará una presa, que aún no existe pero que ya fue bautizada como Las Cruces, y que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) proyecta construir para generar “energía limpia”.
De acuerdo con documentación oficial de CFE, una vez que la presa sea construida, la comunidad de Rosarito, donde se ubica Keiyatsita, quedará sumergida bajo el agua que almacene una cortina de 188 metros de altura, y que permitirá operar una planta hidroeléctrica, que atenderá parte de las necesidades de energía en el occidente del país, las cuales crecerán 3.7% al año, al menos hasta 2026.
Keiyatsita; sin embargo, es considerado por los pueblos indígenas como uno de los diez lugares más sagrados enclavados dentro de “los confines del mundo Wixárika”, es decir, los territorios originales sobre los que náyeris y wixárikas se extienden desde antes de la Conquista, y que se localizan entre Nayarit, Jalisco y Durango.
[animalp-quote-highlight position=”left”]No nos vamos a dejar. Ésa es nuestra iglesia[/animalp-quote-highlight]
Por ello, representantes del Consejo Náyeri y del Consejo Wixárika (que reúnen a las autoridades tradicionales de todas las comunidades indígenas de la región) acudieron este 13 de junio a la Ciudad de México, para lanzar una advertencia a las autoridades estatales y federales que promueven el proyecto: “No nos vamos a dejar. Ésa es nuestra iglesia, nuestro futuro y eso tiene que reconocerse”.
Este reclamo lo hacen al amparo de un instrumento legal particular: el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que entre otros aspectos obliga a los Estados adheridos, entre los que está México, a “respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados (los pueblos indígenas) reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación”.
La Manifestación de Impacto Social del Proyecto Hidroeléctrico Las Cruces, elaborada por la Comisión Federal de Electricidad, señala que la presa y su infraestructura complementaria afectarán una superficie de 5 mil 493 hectáreas, que afectarán las tierras de 33 comunidades, aunque sólo una quedaría totalmente inundada, Rosarito, de 54 habitantes.
Este enclave fue elegido para la presa, debido a que era el que menor “impacto cultural” provocaría, además de que “el sitio de Las Cruces se seleccionó, ya que cumple con las mejores condiciones hidrológicas, geológicas, sociales y culturales”, mientras que otros puntos idóneos implicaban afectar el centro ceremonial “La Muxatena”.
Sin embargo, el documento no se pronuncia sobre la importancia cultural del centro ceremonial Keiyatsita, ni de otros centros rituales, que también se verán afectados por la presa, como informó Julián López Canase, vocero del Consejo Náyeri.
[animalp-quote-highlight position=”left”]No es un centro nada más religioso-espiritual, sino social también[/animalp-quote-highlight]
En Rosarito, el líder náyeri detalló: “La comunidad también tiene un centro ceremonial muy importante, en un lugar que se conoce como Rosario Viejo, lugar en el que el gobernador de la comunidad entrega la vara de mando y ahí recibe su cargo la nueva autoridad”, por lo cual, se trata de un lugar insustituible para la “estructura de gobierno originaria”, por lo cual, “no es un centro nada más religioso-espiritual, sino social también”.
Añadió que aunque la presa no inunde el centro ceremonial de La Muxatena, sí afectará su accesibilidad a distintos pueblos. “La Muxatena es un centro ceremonial de todo el pueblo náyeri, no sólo de los que viven en la cuenca del Río San Pedro Mezquital, del cual se alimentará la presa Las Cruces”.
Para la Comisión Federal de Electricidad, este proyecto es vital, debido a que forma parte del plan de modernización de la infraestructura eléctrica que permita transitar del uso excesivo de combustibles fósiles, a otras formas de generación de energía no contaminantes.
Según la Manifestación de Impacto Social, en 2011, México generaba 73.6% de su energía a partir de combustibles fósiles, mientras que la energía generada con hidroeléctricas sólo representaba a 21.9% del total.
Ante un escenario próximo de agotamiento de fuentes petroleras y aumento de los daños al ambiente por el uso de combustibles fósiles, las autoridades mexicanas proyectan aumentar la generación de energías limpias con el objetivo de que, en el año 2050, al menos la mitad de la electricidad provenga de fuentes que no generen emisiones al ambiente, como destaca el documento de la CFE.
Las tierras afectadas, se reconoce, “son de régimen comunal”, es decir, son tierras habitadas por pueblos indígenas desde antes de la Conquista, y su propiedad es comunitaria; sin embargo, el documento de la CFE asegura que con la presa sólo se afectará 3% del territorio que legalmente pertenece a estos pueblos.
Dichas tierras, afirma el documento, serán adquiridas por la CFE para que puedan ser usadas para la obra.
Cabe destacar; sin embargo, que el Convenio 169 de la OIT, que obliga a México a respetar las tierras y territorios de los pueblos indígenas, no sólo se refiere a las zonas de las que legalmente son propietarios, sino también a aquellas a las que ancestralmente han asignado un valor cultural, que no se pierde con un contrato de venta, o con una expropiación.
El mismo documento asegura que la CFE realizó una consulta entre las 33 comunidades indígenas de la región, mediante la cual logró el aval de estos pueblos para la realización de la presa; sin embargo, también se reconoce que sólo 31% de los pobladores participó en esta consulta.
Además, la consulta no fue organizada y realizada por las autoridades indígenas entre toda la comunidad, sino por la CFE, y sólo se tomó en cuenta a los que aceptaron acudir a sus reuniones.
El 23 de mayo de 2017, las autoridades indígenas del pueblo Wixárika emprendieron una demanda de amparo en contra de la construcción de la presa Las Cruces, al considerar que la CFE, así como la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría de Medio Ambiente han violado sus derechos humanos comunitarios, específicamente el derecho a que sus tierras y su valor cultural sean respetados, y su derecho a la consulta libre y previamente informada, ambos consagrados en Convenios de la OIT suscritos por México.
Cinco días después, wixárikas y náyeris se reunieron en Rosarito, municipio de Rosamorada, en el lecho del Río San Pedro Mezquital, en su ancestral centro ceremonial, para lanzar la Declaración de Keiyatsita, mediante la cual, ambos pueblos refrendaron su hermandad, y se declararon “guardianes de nuestros lugares sagrados”.
“Ambos pueblos indígenas –destaca la Declaración–, coincidimos que los lugares sagrados, como en este caso Keiyatsita, nos transmiten conocimientos y sabiduría, además de que nos enseñan a cuidar a la madre tierra y las esencias de la vida como un todo. Por esta razón, esta memoria histórica viva a resguardaremos por siempre.”
En estos lugares sagrados, explicó Marcelina López de la Cruz, vocera del Consejo Náyeri, se hacen ofrendas a “nuestra Tierra Madre, que es una madre grandísima, que nos tiene en su manto como a sus hijos. Y ahí también están sus ofrendas, por eso nuestro respeto, porque eso es lo que nos crea, es el alimento, el maíz, es ahí donde se siembra, y nosotros de ahí nos desarrollamos”.
En Keiyatsita, remató, se hacen ofrendas, entre otras deidades, a Tatei Niwetsika, “como le llamamos en lengua materna, y que en lengua española es ‘La Placenta de la Madre Maíz. Y esa placenta es de todos, no nada más de los indígenas”.
Animal Político solicitó una entrevista con un representante de la CFE, para conocer su postura en torno a esta denuncia de violación a los derechos de las comunidades indígenas afectadas, petición que no obtuvo respuesta favorable hasta la publicación de esta nota.
A continuación, te presentamos de forma íntegra la Declaración de Keiyatsita: