Poco antes de partir, el piloto de la NASA John Young se aseguró de tener todo lo necesario para su viaje al espacio.
Era el 23 de marzo de 1965.
Él y su compañero Gus Grimson partieron a las 9:24 a.m en lo que fue el primer viaje tripulado de la misión Gemini, un programa espacial de 10 misiones desarrollado para investigar cómo enviar astronautas a la Luna y cómo alimentarlos en misiones espaciales cada vez más largas.
La misión fue un éxito, a no ser por un pequeño incidente.
Dos horas después de iniciado el viaje, Young sorprendió a Grimson con un gesto totalmente inesperado: metió la mano en su bolsillo y le ofreció un sándwich de carne curada.
El sándwich, comprado dos días atrás en una tienda de Cocoa Beach, en Florida, se convirtió en el primer y el último bocadillo de pan que viajó al espacio.
Tras el viaje, la NASA impuso una prohibición al pan y desde entonces las tortillas de maíz se usan en reemplazo.
Cuando los controladores de la misión en los cuarteles de la NASA descubrieron la presencia de este intruso en la nave se alarmaron. Y no sin motivos.
El gran problema del pan -y que investigadores están tratando ahora de resolver experimentando con una mezcla de harina que no se desmenuza al morderse- es que produce migas.
Y, estas migas, son una amenaza.
Al flotar en la microgravedad de la nave espacial, pueden penetrar los ojos de la tripulación y causarles daños en la vista. Los astronautas pueden incluso inhalar las migas, que también pueden meterse dentro de los paneles eléctricos y generar un incendio.
Después del primer mordisco, Grimson se dio cuenta de que el sándwich -que según dijo ni siquiera estaba tan rico- comenzaba a desarmarse y se lo metió en el bolsillo.
A diferencia de los otros alimentos preparados especialmente para el viaje, el sándwich carecía de una membrana gelatinosa que lo mantuviese cohesionado.
“Le di un mordisco, pero las migas del pan de centeno comenzaron a flotar por toda la cabina”, dijo más tarde el astronauta en una entrevista con la revista LIFE.
Furia en la Tierra
En Tierra, la controversia por este incidente que duró apenas 10 segundos no se detuvo.
Como parte de las investigaciones médicas llevadas a cabo durante el vuelo, Young debía alimentarse con comida espacial y Grimson no debía comer nada.
Desacatar las instrucciones significaba alterar los experimentos de una manera significativa, y dados los costos que supone una misión espacial, despertó la ira de muchos congresistas estadounidenses.
Algunos incluso llegaron a acusar ambos astronautas de haber ignorado la comida que tenían que consumir y evaluar específicamente.
En opinión de Young, se prestó demasiada atención a este incidente y se pasó por alto el éxito de ambos en la misión que, al fin y al cabo, transcurrió sin problemas.
La nueva mezcla para elaborar un pan en la Estación Espacial Internacional y el horno para su cocción serán puestos a prueba durante la misión Horizon de la Agencia Espacial Europea en abril de 2018.
Para ahorrarle trabajo a los astronautas, el proceso será controlado por cámaras de video instaladas dentro del horno mismo.
Y, para observar el efecto de la microgravedad en la barra de pan, la mezcla de la primera tanda será precocida en Tierra.
No obstante, y pese a los nuevos adelantos, la historia del bocadillo contrabandeado en el 65 no quedará nunca completamente en el olvido.
Él Grissom Memorial Museum en Indiana exhibe en una de sus salas un sándwich de carne curada preservado en un bloque de acrílico que inmortaliza el momento.