El presidente sirio Bashar al Asad acusó a los países occidentales de haber montado el presunto ataque químico de Jan Sheijun, que tensó las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
[contextly_sidebar id=”xTzF9fMMpXnB4YWQ3SA3JMgfKe53RAzi”]En una entrevista exclusiva concedida a la AFP en Damasco, Asad afirmó que su ejército no tiene nada que ver con el ataque, que según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), mató a 87 civiles en esa ciudad rebelde del noroeste de Siria el 4 de abril.
“Para nosotros, es un invento al 100%”, dijo en sus primeras declaraciones desde este ataque que provocó una ola de indignación en el mundo.
“Nuestra impresión es que Occidente, principalmente Estados Unidos […] es cómplice de los terroristas y montó toda esta historia para que sirviera de pretexto al ataque” estadounidense del 7 de abril contra una base aérea del régimen sirio, agregó Asad, en el poder desde hace 17 años.
El presunto ataque químico provocó una brusca subida de tensión en torno al conflicto sirio. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el bombardeo de la base de Al Shayrat, primera intervención de su país contra el régimen desde que estalló la guerra en 2011.
“Nuestra potencia de fuego, nuestra capacidad de atacar a los terroristas no resultó afectada por este bombardeo”, afirmó Asad a la AFP.
Para el gobierno estadounidense, “no cabe duda” de que Damasco es responsable del presunto ataque químico. Trump incluso considera “posible” que Rusia, principal aliada de Asad, estuviera al corriente.
En la entrevista con la AFP, el jefe de Estado sirio aseguró que el régimen ya no posee armas químicas. “Hace varios años, en 2013, renunciamos a todo nuestro arsenal […] E incluso si tuviéramos dichas armas, nunca las habríamos usado”.
La crispación entre estadounidenses y rusos fue palpable durante la primera visita del secretario de Estado Rex Tillerson a Moscú, donde el miércoles se reunió con el presidente Vladimir Putin y con su homólogo Serguei Lavrov.
Tillerson lamentó el “bajo nivel de confianza” entre los dos países.
“Actualmente no nos entendemos para nada con Rusia”, reconoció Donald Trump en Washington, e indicó que la relación ha tocado “quizás un mínimo” histórico. El jueves, matizó diciendo que las cosas con Rusia “van a arreglarse”.
Putin consideró por su parte que las relaciones se habían deteriorado desde la llegada de Trump a la Casa Blanca.
En otra muestra de la división internacional sobre Siria, Rusia vetó el miércoles un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU presentado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia que pedía una investigación sobre Jan Sheijun.
Es la octava vez en más de seis años de guerra que Moscú bloquea una acción de la ONU contra su aliado sirio.
A una pregunta de la AFP, Asad respondió que solo aceptará una investigación “si es imparcial, asegurándonos de que países imparciales participen en ella, para estar seguros de que no se use con fines políticos”.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC) ha abierto una investigación sobre el presunto ataque.
En Moscú, Tillerson, que en sus primeros pasos como secretario de Estado pareció aceptar la permanencia de Asad en el poder, exigió la salida “organizada” del líder sirio como parte de una transición política.
Lavrov le recordó los caos provocados, según él, por el derrocamiento de dictadores como el iraquí Sadam Husein o el libio Muamar Gadafi.
Asad, de 51 años, preside Siria desde 2000, tras la muerte de su padre, que dirigió el país con mano de hierro durante tres décadas.
Moscú respalda militarmente a Damasco desde septiembre de 2015 y Estados Unidos dirige desde un año antes una coalición internacional que lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Uno de los ataques de esta coalición mató por error el martes a 18 combatientes aliados de las Fuerzas Democráticas Sirias en el nordeste del país, según el mando de las fuerzas estadounidenses.