La idea de migrar a Estados Unidos con su familia no era parte de los planes de Armando, pero cuando el rumor de que el crimen organizado estaba ocupando propiedades se volvió una realidad, todo cambió.
[contextly_sidebar id=”erR3T5750izGebPH3OyvZFOAqJmVaee1″]“Primero la seguridad de mi familia, el futuro de mis hijos”, dice Armando—nombre falso para cuidar su identidad—, un empresario del norte del país que creció en la frontera y desde niño, parte de su rutina fue cruzar a Estados Unidos cualquier fin de semana.
En 2012 comenzó a investigar cuál era el mejor plan para migrar definitivamente, proteger el patrimonio de su familia y asegurar que sus hijos tuvieran oportunidades de estudiar y crecer en Estados Unidos sin contratiempos.
La mejor alternativa que encontró fue aplicar al Programa de Inversionistas Inmigrantes o visado EB5, creado en 1990 para atraer inversiones a Estados Unidos enfocadas en el desarrollo de zonas rurales o con altos índices de desempleo.
Bajo este programa, quien realice una inversión de 500 mil dólares es elegible para solicitar la residencia permanente pero ésta incluso se extiende para su cónyuge y sus hijos solteros menores de 21 años.
“Había una oportunidad y la tomamos”, cuenta Armando.
Aunque siete de cada 10 visas EB5 son tramitadas por inversionistas de China, el número de mexicanos que han recibido la residencia permanente en Estados Unidos tras unirse a este programa ha crecido 85% desde 2008 con 57 visas tramitadas el año pasado.
La organización Invest in the USA, creada en 2005 para promover la creación de empleos a través de este tipo de visado, asegura que la inversión ascendió a 3 mil 816 millones de dólares en 2016.
Es una de las pocas opciones migratorias de Estados Unidos que no tiene un factor limitante basado en la nacionalidad, es decir, puede aplicar un inversor de cualquier país.
Los requisitos para participar en este programa son realizar una inversión mínima de 500 mil dólares, seleccionar un proyecto de un tercero para invertir y crear 10 empleos permanentes para trabajadores estadounidenses en zonas rurales o en polígonos de alto índice de desempleo.
Cuando la inversión asciende a 1 millón de dólares es porque se trata de una inversión directa, en un proyecto propio. En ambos casos, hay que pasar por un trámite legal para comprobar el origen de los fondos.
La mayoría de los inversionistas optan por el primer modelo y se asocian con otros inversionistas EB5 y desarrolladores para crear un proyecto.
“Las comunidades cambian de rostro cuando estos conjuntos de inversiones llegan para la construcción de centros de negocios, centros comerciales, nuevos condominios y lo hacen de mano de la generación de empleos. Las autoridades locales apoyan y promueven estos proyectos transformadores”, explica en entrevista Rodrigo Azpurua, presidente y CEO de Riviera Point, una empresa que capta inversiones EB5 para el desarrollo de edificios de oficinas y hoteles en el sur de Florida.
Actualmente, Rodrigo construye un Hotel Radisson Red en la zona del aeropuerto de Miami con dinero de inversiones que están aplicando para la visa EB5.
La inversión EB5 para un proyecto en particular puede ser de distintos montos, es decir, un número cualquiera de inversionistas pueden ser parte del mismo desarrollo.
Julián Montero, un abogado de corporación del despacho Arnstein & Lehr que se ha convertido en una especie de abogado de inmigración al enfocarse en los trámites para el visado EB5, dice que en su despacho ha levantado proyectos por hasta 400 millones de dólares con 800 inversionistas distintos.
En septiembre de 2016, el Congreso de Estados Unidos aprobó la continuación del programa EB5 exactamente en los mismos términos, por lo menos hasta abril de este año.
Pero después de esa fecha existe la posibilidad de que entre a discusión una iniciativa para reformar el programa. Sin embargo, explica Julián Montero, desde septiembre de 2015 el tema de reforma ha estado sobre la mesa, es decir, mucho antes de la llegada del presidente Donald Trump.
El principal cambio propuesto —que ha acumulado el apoyo de distintos legisladores tanto republicanos como demócratas, así como de la industria que se beneficia de la inversión EB5— es aumentar el monto de la inversión.
“Desde 1990 el monto ha permanecido en 500 mil dólares. El valor de 500 mil dólares en 1990 dista mucho de su valor en 2017”, dice Montero.
Rodrigo Azpurua explica que también podría discutirse el número de empleos requeridos o que haya más regulaciones e inspecciones para el inversionista extranjero, pero insiste en que no es un tema que haya surgido con el actual presidente de Estados Unidos.
Ambos coinciden en que el programa está consolidado en Estados Unidos y que los proyectos con inversión EB5 son cada vez más en estados como California, Florida o Texas; e incluso en zonas cosmopolitas como Manhattan, en Nueva York.
Sobre las historias de vida que han conocido a través de estos inversionistas destacan las preocupaciones por temas de seguridad y mejor educación.
El caso de Armando en México no es el único del tipo. Además de otros mexicanos que han buscando invertir su patrimonio para conseguir la residencia permanente, mencionan casos de secuestros en Colombia, temor a un régimen totalitario en China o cambios socioeconómicos inciertos en Venezuela y Argentina.
“Estados Unidos está construido sobre base migrante. La diversidad de ideas, de culturas, es lo que hace que este país siga innovando y siga creando. Su capacidad para reinventarse viene de su diversidad cultural. Abrir las puertas a nuevas capacidades de trabajo es abrir las puertas a nuevas ideas para enfrentar problemas y eso es lo que logra este programa”, concluye Rodrigo Azpurua sobre las utilidades de tener en el país un visado de este tipo.