Nota del editor: esta entrada fue publicada originalmente en ClickNecesario.com, el 18 de enero de 2017.
Juchitán parecía ser el paraíso de la tolerancia con su tercer género, los muxes. Los muxes son hombres zapotecos homosexuales que viven en la región del Istmo, en Oaxaca, y su papel dentro de la sociedad zapoteca es reconocido y protegido como un género extra. Te contamos más de esta tradición y cómo es que en las últimas décadas, el tercer género se ha visto amenazado, irónicamente, por los discursos y avances actuales de la comunidad LGBTT.
En Juchitán alrededor del 6% de la población son muxes. El término proviene de una versión zapoteca de la palabra mujer en español. Algunos muxes se visten de mujer y viven como tal: cocinan, bordan, usan vestidos, forman parte de las fiestas comunitarias, se acuestan con hombres, etc. Son tratados como mujer, en general, y tienen un papel importante en la cultura zapoteca.
Cada género tiene un rol específico. Los hombres son los encargados de la producción económica y el rumbo político del grupo; las mujeres tienen la responsabilidad de circular y distribuir los bienes y las mercancías, al mismo tiempo que son las encargadas de reproducir la cultura tradicional.
Es tan importante la figura de la mujer, que algunos antropólogos han considerado que tiene más presencia que el hombre en esta zona:
“Sus formas voluminosas, el porte altivo, la actitud entre gracia y orgullo, la majestuosidad del traje regional que han inspirado muchos artistas, fotógrafos y escritores mexicanos y extranjeros, al punto que en el imaginario nacional –y a veces también académico- se ha hablado de ‘matriarcado’.”(Miano y Gómez)
Los muxes forman parte de esta visión de mujer fuerte e influyente en la sociedad. A veces, incluso, sin ser homosexuales, algunos hombres son criados como muxes en su infancia -lo cual no afecta para nada si de adultos se quieren casar y tener hijos.
Aunado a los géneros convencionales, en la región del Istmo se ha llegado a reconocer a los muxes como un tercer género.
A diferencia de nuestra realidad, en zapoteco no existe un estigma que margine a los hombres homosexuales:
“Su visibilidad y presencia se percibe como un estatus de privilegio, si lo comparamos a la mayoría de las situaciones conocidas en México, al punto de crear el imaginario de Juchitán como “paraíso queer”, parecido al caso del “matriarcado”.” (Miano y Gómez)
En el ambiente festivo, los muxes han acaparado protagonismo y desde hace más de 30 años tienen su propia vela, a la que hoy en día asisten periodistas, turistas y visitantes de todo el mundo. Las velas son las fiestas tradicionales del Istmo, dedicadas a San Vicente Ferrer, San Antonio, etc., y los muxes celebran en noviembre su propia Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro.
Y no lo decimos como abuelito decepcionado, sino como lo cuentan los hechos. En los últimos lustros la situación ha cambiado muchísimo para los muxes y, desgraciadamente, no todo ha sido favorable.
Por un lado, existe más educación y apertura de diálogo para atender los problemas de la comunidad homosexual, como cuidado y prevención de VIH y otras ETS.
Por otro lado, la globalización, la tecnología y entrada de nuevas ideas a la cultura zapoteca ha influido en la desestabilización de la figura muxe: antes era respetada y hoy en día está siendo cuestionada, incluso, por sus mismos miembros.
Los viejos cuestionan a los jóvenes que desean cambiar quirúrgicamente su apariencia. Algunos insisten que un muxe es un hombre homosexual que se viste y se siente como mujer y nada más. La ingesta de suplementos y hormonas femeninas y las operaciones son mal vistas.
El imaginario zapoteco de los muxes desaparece en medida que las aspiraciones individuales se inclinan más a los modelos estereotipados y forjados mediáticamente de las mujeres.
Este cambio no ha sido bien recibido por las generaciones anteriores, ya que dicen que los jóvenes transexuales están solamente volviendo al género dual heterosexista: “implica la renuncia y transformación radical de un orden de género étnico basado por lo menos en tres géneros.” (Miano y Gómez)
Aunado a lo anterior, la homofobia llegó a Juchitán. Antes la gente no se enteraba de nada y los zapotecos vivían en la zona del Istmo sin meterse con nadie. Pero llegó la globalización y la facilidad de comunicación. Estos factores, unidos a la creciente homofobia del mundo, han provocado el conocimiento y desaprobación muxe de gente externa; la violencia ha crecido y los homicidios por homofobia se han vuelto regulares. Pero el problema va mucho más allá:
“En términos políticos, la percepción es que todos estos crímenes no son solamente productos de la homofobia, sino que en gran medida representan un atentado al patrimonio cultural intangible de los zapotecas” (Miano y Gómez)
La vela de los muxes se ha convertido en un festival que hoy en día atrae a cientos de miembros de la comunidad LGBTT, medios internacionales y quien quiera colarse.
Actualmente, el festival es la muestra más importante del conflicto interno que está sufriendo la cultura muxe. Por ejemplo: Debido a los estándares y técnicas de belleza actuales, los muxes cada vez lucen más femeninos y las mujeres se han empezado a sentir amenazadas por ellos.
Igualmente, durante el festejo del año en curso, se suscitaron problemas que antes no había, como la prohibición del uso de baños femeninos por los muxes. Anteriormente no había ningún problema porque ningún muxe quería entrar ahí…
La conclusión antropológica de nuestra fuente es que hay de dos: la cultura cambia junto con las ideas de la época para mantener la integración de sus tres géneros; o puede sucumbir a las presiones de la modernidad y detener su progreso, acabando en el modelo dual judeocristiano. Oh, ironías de la modernidad…
Pero la conclusión no antropológica es la que nos gusta más:
“Nosotras, que somos unas idealistas optimistas, optamos por una solución a la zapoteca: ni esto ni el otro, sino otra cosa, siempre absolutamente zapoteca, donde caben ambos y otros más.” (Miano y Gómez)
En ClickNecesario también somos soñadoras de la vida y esperamos que la cultura zapoteca y los muxes encuentren pronto el equilibrio entre tradición y actualidad. Si todos estamos en el mundo, todos deberíamos caber en él.