¿Cuánto crecerá la economía mexicana en 2017? La Secretaría de Hacienda y el Banco de México tienen previsiones diferentes para el próximo año. Mientras la SHCP mantuvo su previsión de crecimiento, Banxico la redujo, en parte por lo que pueda ocurrir tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de EU.
[contextly_sidebar id=”JxCgPSsujCVeYrQ6nH2bYrwKEHDhJBAo”]Para Hacienda el panorama económico es favorable, por lo que este miércoles la SHCP mantuvo su pronóstico de crecimiento de la economía mexicana en 2016, en un rango de 2.0 a 2.6%, ante el sólido desempeño del consumo y la aceleración de la actividad económica.
Y en un rango de 2.0 a 3.0% su pronóstico de crecimiento en 2017, a pesar de la incertidumbre y volatilidad generada tras el resultado del proceso electoral en Estados Unidos, señaló la subsecretaria de Hacienda, Vanessa Rubio.
De acuerdo a Rubio Márquez a pesar del entorno externo adverso y la disminución de la plataforma petrolera, la economía mexicana crece por arriba de países de América Latina y desarrollados.
“No tenemos ningún elemento que nos haga hoy por hoy pensar en una posición distinta respecto de la expectativa de crecimiento de este año”, subrayó la funcionaria, al reiterar que de enero a septiembre de 2016 el crecimiento acumulado es de 2.3 por ciento.
A diferencia de Hacienda, el gobernador del banco central, Agustín Carstens, ve un panorama complejo a nivel internacional que va a incidir en el desarrollo del país.
Por ello, anunció una reducción en su previsión de crecimiento para este 2016 entre 1.8 y 2.3%, desde el 1.7 y 2.5% previo.
Para 2017, modificó su intervalo de pronóstico de crecimiento del PIB a uno de entre 1.5 y 2.5%, en relación con su proyección previa de entre 2.0 y 3.0%, y anunció que la primera estimación del banco central para 2018 prevé un alza entre 2.2 y 3.2%.
Estos pronósticos de crecimiento de Banxico no incorporan de lleno lo que podría hacer la nueva administración de Estados Unidos, ni la posible respuesta de las autoridades mexicanas, ya que no se tiene la claridad suficiente para “mapear” un pronóstico.
El funcionario sostuvo que México está en una posición de fortaleza para enfrentar este nuevo entorno en la relación bilateral que tendrá el país con Estados Unidos a partir de 2017, tras el triunfo del republicano Donald Trump a la presidencia de ese país.
De acuerdo con Banxico, las coyunturas actuales exigen estar muy al pendiente de los riesgos que enfrenta la economía mexicana, lo que ya arrastra del pasado, como los nuevos que se han formulado, sobre todo tras el resultado del proceso electoral en Estados Unidos.
Ante la depreciación del tipo de cambio, las exportaciones petroleras se reactiven de forma notoria y duradera, lo que daría impulso adicional a la producción industrial.
Entre los riesgos a la baja, dijo Carstens, está el que la nueva administración en Estados Unidos implemente políticas que obstruyan el funcionamiento de las cadenas de producción compartidas con México.
En esto coincide Hacienda, aunque ve un panorama menos desalentador.
“El resultado del proceso electoral de Estados Unidos incrementó aún más el nivel de incertidumbre y el aumento en la probabilidad de adopción de políticas determinadas representa retos para la economía mexicana y para las economías del mundo; estamos ante la expectativa de la definición de estas políticas”, afirmó la subsecretaria.
La subsecretaria de Hacienda resaltó que México cuenta con fundamentos macroeconómicos sólidos para hacer frente a la incertidumbre, y la fortaleza de la economía construida en últimos años permitirá convertir estos retos en oportunidades.
Algunos elementos de esta fortaleza, según la SHCP, son inflación baja y estable, un nivel bajo y manejo responsable de la deuda, la cual empieza una tendencia descendente, una banca bien capitalizada y niveles adecuados de liquidez y una amplia agenda de reformas estructurales que ya está dando resultados, entre otros.
Sin embargo, Banxico señala la posibilidad de que continúen los episodios de volatilidad en los mercados financieros internacionales que pudieran reducir las fuentes de financiamiento o la inversión extranjera hacia México, así como que persista el deterioro de la confianza de consumidores e inversionistas, lo que podría afectar el consumo y la inversión del sector privado.