Cuando se anunció el proyecto hubo alegría por todo el pueblo: Atitalaquia, Hidalgo, había sido elegido para construir la primera refinería mexicana en 30 años.
[contextly_sidebar id=”nyL8Cqe0rjmHH6sHh3yJfgtYCmHz0NmD”]Era el 14 de abril 2009. El entonces director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Jesús Reyes Heroles, informó que el complejo sería instalado en esa comunidad rural en el centro del país.
La obra prometía cambiar la vida del pueblo, que depende sobre todo de la siembra de maíz, frijol, alfalfa y cebada.
Durante los siguientes seis años -el tiempo estimado para construirlo- se esperaba una inversión mayor a US$9.000 millones.
A los vecinos se les ofreció empleo y oportunidades de negocios para casi todos.
Fue un sueño. Siete años después, del magno proyecto sólo se construyó un muro para cercar las 700 hectáreas donde se instalaría.
La zona que eran cultivos agrícolas está abandonada, prácticamente sin vigilancia. Los empleos prometidos en Pemex y en la construcción de la refinería, llamada Bicentenario, no llegaron.
Ahora muchos de los 520 campesinos que vendieron sus tierras están peor que antes, le dice a BBC Mundo Enrique Flores Hernández, vecino del pueblo.
“Las tierras se vendieron, trabajo no hubo como se prometió. Era la esperanza de la gente pero todo se quedó en el camino”.
“Fue un engaño para nosotros, independientemente de que se pagaron las tierras, moralmente había un compromiso de que iba a haber empleo para los campesinos. Por eso la gente está molesta”.
Desde el 18 de marzo de 2008, cuando el expresidente Felipe Calderón anunció los planes para construir una nueva refinería, el plan fue severamente criticado.
Muchos cuestionaron la utilidad de producir gasolina y diésel (gasóleo)en el país a un costo mayor al del mercado internacional.
Según el gobierno el objetivo era reducir la importación de gasolina, estimada en unos 350.000 barriles diarios.
Originalmente en el complejo Bicentenario se esperaban producir 250.000 barriles al día, y crear 32.000 empleos directos e indirectos.
Los gobiernos de diez estados pidieron que albergar el proyecto, e incluso en Guanajuato compró cientos de hectáreas con valor de 1.000 millones de pesos, US$78 millones según la cotización de la época.
Esas tierras están abandonadas, como sucede en Atitalaquia.
Y a pesar de que el complejo petroquímico nunca se concretó, cada año la Cámara de Diputados autorizó presupuesto para planes, estudios, nivelar el terreno y construir el muro que lo cercó.
En 2014 la refinería fue definitivamente cancelada. Para ese momento se habían invertido recursos fiscales por más de 9.000 millones de pesos, más de US$620 millones.
BBC Mundo preguntó a Pemex las razones para detener el proyecto. Un vocero de la empresa productiva del Estado dijo que allí no se tomó la decisión.
En ese proceso su única participación fue asumir el costo de la deuda por comprar las 700 hectáreas de terreno, que había pagado el gobierno de Hidalgo.
La Secretaría de Energía dijo a BBC Mundo que cambiaron los planes originales.
“La decisión en torno a la refinería Bicentenario se debe a que el plan de negocios de Pemex está orientado a reconfigurar las refinerías existentes”, señaló en un mensaje de correo electrónico.
“Lo que se pretende es mejorar la producción de gasolinas”.
En esa línea el gobierno federal decidió ampliar la refinería ubicada en Tula, Hidalgo, a unos kilómetros de Atitalaquia.
Una treintena de quienes que vendieron sus tierras en este pueblo fueron empleados en la obra. Pero cientos más se quedaron fuera.
Cuando les pagaron sus terrenos muchos campesinos de Atitalaquia compraron camiones de carga, retroesxavadoras o camionetas.
Esperaban un contrato en la construcción de la refinería y las carreteras que contemplaba el proyecto.
Algunos construyeron hoteles, restaurantes o crearon comercios de ropa y otras mercancías.
Siete años más tarde la realidad es otra. “Ya están vendiendo los carros, a varios se les echaron a perder porque no supieron darle mantenimiento”, dice Enrique Flores.
Los hoteles y comercios están vacíos o con pocos clientes, y muchos de quienes vendieron sus tierras ahora son empleados.
“En estos años el dinero ya se acabó”, le dice a BBC Mundo Delfino Martínez Hernández, presidente del Comisariado Ejidal de Atitalaquia.
“Y ya no hay tierras. Antes por lo menos con la cosecha de maíz o alfalfa se recibía un poquito, pero ahora ni eso”.
Pero lo peor es la indignación por la promesa incumplida. “Dijeron que los hijos tendrían preferencia para trabajar allí, se habló de empleos en Pemex”, señala Enrique Flores.
“Por eso muchos accedieron a vender sus tierras. Pensaron: va a haber trabajo para nuestros hijos y a nosotros ya nos pagaron, va a estar bien”.
Ahora los campesinos de Atitalaquia piden que sus tierras sean devueltas, porque no se usaron para el plan original.
Y si no se puede “porque ya son propiedad privada”, dice Martínez Hernández, por lo menos que se pague al Comisariado Ejidal una indemnización pendiente.
Se trata de 135 millones de pesos, unos US$7,2 millones por la venta de tierras comunes y caminos que quedaron dentro del terreno cercado.
La Refinería Bicentenario no es la única inversión controvertida que ha realizado el gobierno mexicano.
Pemex adquirió en US$275 millones una empresa de fertilizantes en Coatzacoalcos, Veracruz. Sin embargo la compañía, llamada Agronitrogenados, tiene 14 años sin funcionar.
En 2004 el expresidente Vicente Fox estableció el programa Enciclomedia, mediante el cual se distribuyeron 147.000 computadoras en las escuelas del país.
Pero según la Auditoría Superior de la Federación, muchos de los equipos se entregaron en planteles sin electricidad o que no tenían acceso a internet, indispensable en el programa.
A partir de 2013 la Secretaría de Educación Pública entregó 2.7 millones de tabletas a niños de primaria, como parte del proceso de Reforma Educativa.
Al programa, sin embargo, no se le asignaron recursos en el presupuesto de 2017, con lo cual quedará suspendido.
También ha sido criticado un programa que, en 2012, compró millones de pantallas de televisión que se distribuyeron gratuitamente como parte de la migración de la señal analógica a digital.
Pero de todos los proyectos irregulares, uno de los más polémicos es la cancelación de la Refinería Bicentenario.
Y no sólo por las promesas incumplidas sino por el riesgo que representan los terrenos cercados, le dice a BBC Mundo Andrés García, vecino de Atitalaquia.
“Se meten a robar gasolina y diésel de los ductos que pasan por allí. Este año nos han desalojado cuatro veces porque se les incendia la toma clandestina”.
“Antes por lo menos la gente cuidaba, pero ahora con la barda está solo, abandonado por completo”.