¿Sabes lo que es un “bisnero”?
¿Y qué tal “chota”, “moches”, “comentocracia”, “cuatitud” o “mapachear”?
Si no vives en México es muy posible que estas palabras re parezcan muy extrañas.
[contextly_sidebar id=”rFXJfkJE7BzT0JH8pP8N3MTMhXaVSSEU”]Pero son algunas de las formas para hablar de corrupción y otras prácticas indebidas en este país.
Muchas de ellas están reunidas en el libro Corrupcionario Mexicano, un singular compendio de 300 palabras y frases sobre cómo viven, entienden y hablan de este problema los mexicanos.
“Bisnero” es una interpretación del término bussiness, que significa negocio en inglés.
En México se usa para definir a las personas que buscan ganar dinero del gobierno a toda costa con negocios irregulares, y a veces ilícitos.
“Chota” es un policía –o una corporación- que abusa de los ciudadanos.
“Comentocracia” son periodistas que reciben beneficios económicos del gobierno.
El libro los define como personajes dispuestos “a discutir hasta cuántas canas tiene el presidente con tal de hacerlo con cafecito y en la tele, o en algún periódico de circulación nacional”.
Y el significado de las otras dos palabras te las presentamos al final de esta nota, junto a otras de las más populares.
El Corrupcionario, editado por Penguin Random House, forma parte de una iniciativa de la organización civil Opciona, para combatir uno de los problemas más graves México.
Alejandro Legorreta González, empresario y fundador de la asociación, dice que es una manera de llamar la atención hacia una práctica tan repetida que muchos mexicanos consideran normal.
“Es para toda la ciudadanía”, le explica a BBC Mundo. “El sistema está corrompido y de una u otra manera muchos nos hemos visto obligados por fuerza, por comodidad o gusto a participar”.
Por eso la definición que más llamó la atención de Legorreta fue “bisnero”, porque define claramente el problema de la corrupción en el país.
Estos personajes suelen ser políticos, empresarios o personas que se aprovechan de amigos o familiares en los distintos gobiernos para obtener algún contrato o beneficio.
Pero también incluye a quienes en barrios, oficinas o comercios pretenden sacar provecho en cualquier momento.
Los “bisneros”, pues, están en toda la sociedad. Es algo en lo que coincide el actorDiego Luna, autor del prólogo del libro.
“Hablar de la corrupción no es cosa fácil”, escribió.
“Es imposible no terminar alarmados y hasta ofendidos cuando nos damos cuenta de cómo hemos asimilado este concepto; cómo lo hemos hecho parte de nosotros”.
El Corrupcionario tiene muchas referencias que sólo podrían entender los mexicanos, o quienes han vivido en el país durante los años recientes.
Por ejemplo, hay referencias a conflictos políticos o escándalos electorales, como el que protagonizó el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco.
El funcionario aprovechó –como otros políticos- algunos artículos poco claros de las leyes electorales para promocionar su imagen en todo el país.
El lema de su campaña mediática fue la palabra “Chiapasiónate”, que oficialmente pretendía ser una invitación para apasionarse por el estado.
Pero el Corrupcionario lo define de otra manera. Chiapasiónate, señala, es un “acrónimo de los términos sinvergüenza y Partido Verde”.
Este último es el partido donde milita el gobernador de Chiapas, y que ha sido sancionado varias veces por violar las leyes electorales del país.
O la “Casa Blanca”, otro término incluido en el diccionario y que se refiere a la mansión de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto.
Oficialmente la propiedad, valuada en US$27 millones, fue comprada por la primera dama con la indemnización que recibió por su trabajo como actriz en Televisa, la principal televisora de México.
Pero el dueño de la mansión es Grupo Higa, proveedor del gobierno desde los tiempos en que Peña Nieto era gobernador del Estado de México (2005-2011).
El caso provocó varias iniciativas de organizaciones civiles para demandar transparencia en el patrimonio de los funcionarios públicos.
Una de éstas fue el Corrupcionario Mexicano.
Cada año se cometen en México unos 200 millones de actos de corrupción, según estimaciones de la organización Transparencia Internacional.
Esto significa pérdidas equivalentes al 9% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir unos 400.000 millones de pesos anuales (US$20.000 millones).
Pero el mayor costo no es para las finanzas públicas o los empresarios, sino para los ciudadanos comunes.
El independiente Instituto Mexicano para la Competitividad asegura que las familias mexicanas destinan, en promedio, el 14% de sus ingresos en gratificaciones por algún servicio o sobornos a empleados públicos.
Y en el caso de hogares pobres el dinero para corrupción es mayor: un promedio de 33% de sus ingresos.
“Es la principal fuente de los problemas que hay en el país”, asegura el empresario Legorreta.
“Tenemos otros como violencia, desigualdad o pobreza pero la maquinaria que permite acentuarlos y hacerlos cada vez más graves es la corrupción”.
Ese fue el principal motivo para entender la forma cotidiana como los mexicanos afrontan este problema.
Desde hace un año la asociación Opciona convocó a grupos de personas distintas, realizó encuestas nacionales y se reunió con académicos para recopilar frases y palabras que definan las pequeñas y grandes corruptelas.
Uno de los primeros hallazgos es que a los mexicanos no les gusta abordar el tema.
Y muchos, además, creen que los corruptos son quienes ganan mucho dinero con sus negocios irregulares, dice el empresario, lo cual tampoco es cierto.
“A los mexicanos les incomoda hablar de la corrupción porque no nos asumimos como corruptos”, insiste.
En ese escenario, la creencia popular es que corruptos son “los que roban miles de millones de pesos”.
No es verdad, añade, porque las acciones indebidas se cometen entre millonarios como familias pobres.
Es lo que pretende explicar el Corrupcionario Mexicano, dice Alejandro Legorreta con una frase:
“¿Quieres que esto cambie? Empieza por ti”.
Estas son otras de las definiciones que incluye el Corrupcionario Mexicano:
Cabildeo: acto de cualquier seudoempresario o grupo de éstos para convencer a quienes reparte el queso nacional de que no afecten, o mejor aún, favorezcan sus –no siempre legítimos- intereses.
Chayote: la principal fuente de alimentación de los “periodistas” más cercanos al poder.
Cuatitud: ejercicio del poder de los cuates (amigos), por los cuates y para los cuates.
Mapachear: acción del mapache o soldado raso de los partidos políticos que se encarga de que la compra y venta de votos ocurran en armonía.
Moches: cuando algún legislador le pide al presidente municipal que “se ponga la del Puebla para que le bajen el recurso”. Ergo: pide comisión para autorizar recursos para obras públicas.