Shakil Afridi jugó un papel clave para ayudar a Estados Unidos a ubicar y matar de Osama Bin Laden.
Cinco años después de la caída del líder de al Qaeda, este médico paquistaní permanece en una celda de confinamiento solitario en una cárcel de Peshawar, en Pakistán, donde cumple una sentencia de 23 años de prisión.
Solo se le permite ver a su esposa y a sus tres hijos una vez cada dos o tres meses y no ha podido reunirse con su abogado desde 2014.
Su hermano mayor, Jamil Afridi, obtuvo una orden de la Alta Corte de Peshawar para que le permitan visitarlo, pero no ha logrado que esta sea aplicada. “No tengo esperanzas de verle, ni espero que se haga justicia“, dijo.
La familia cree que ha sido olvidado por Estados Unidos.
Su abogado, Qamar Nadeem, considera que las mayores perspectivas de lograr su libertad residen en la presión que pueda ejercer Washington sobre Islamabad. “Hasta ahora, no han mostrado su apoyo”, dijo el abogado a la agencia AFP.
Afridi fue contratado por la CIA para realizar una falsa campaña de vacunación contra la Hepatitis C en Abottabad, donde se refugió Bin Laden con su familia a inicios de la década pasada.
El falso programa de salud preventiva habría servido para recopilar el ADN de los habitantes de la localidad paquistaní y así dar pistas sobre el paradero del líder de al Qaeda.
El 2 de mayo de 2011, un comando de marines de Estados Unidos tomó por sorpresa la vivienda donde se escondía Bin Laden, le mató y se llevó consigo el cadáver.
Fue una gran victoria para el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama, pero también el inicio del calvario para Afridi.
El 23 de mayo de 2011, unas semanas después del operativo, Afridi fue detenido por los organismos de inteligencia militar de Pakistán acusado de traición.
Un año más tarde, fue condenado a 33 años de cárcel pero por otro motivo: su supuesta relación con un grupo militante armado prohibido de la región tribal de Jaiber.
La sentencia fue emitida por un sistema de justicia tribal, que opera a puerta cerrada sin garantías constitucionales y ante el cual no se le permitió comparecer para defenderse.
Se le culpó de haber donado US$22.222 al grupo antigubernamental Lashkar-i-Islam.
Según la versión de sus familiares, Afridi fue secuestrado en 2008 por miembros de ese grupo y el dinero que les dio era un pago para recuperar su libertad.
Daniel Markey, profesor e investigador de la Escuela Avanzada de Estudios Internacionales de la Universidad John Hopkins, señaló que la muerte de Bin Laden ocurrió en el contexto de una serie de dificultades en las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán.
Entre estas se incluyen las revelaciones de Wikileaks que molestaron en Islamabad al hacer públicos algunos comentarios negativos de funcionarios de EE.UU. sobre el gobierno de Pakistán, así como la muerte de dos personas en Lahore a manos de un contratista de la CIA.
“Estas cosas llevaron a un colapso casi total de las relaciones entre Estados Unidos y Pakistán cuando se produjo la muerte de Bin Laden. Durante seis meses el Parlamento de Pakistán debatió sobre las relaciones con EE.UU., cerraron las líneas de comunicación y las rutas de suministro por tierra hacia Afganistán. La situación se puso muy mal, quizá llegó a su peor momento desde el 11-S”, explicó en conversación con BBC Mundo.
Tras la condena de Afridi, el Comité de Asignaciones del Senado de EEUU recortó en US$33 millones anuales, uno por cada año de condena, la ayuda militar a Pakistán, en represalia por la sentencia.
Posteriormente, la condena fue reducida a 23 años de prisión, pero una apelación presentada en 2014 no ha logrado avanzar en los tribunales, según Nadeem, por falta de colaboración de las autoridades judiciales.
El jueves pasado, el aspirante a la candidatura presidencial por el partido Republicano Donald Trump dijo que si llega a la Casa Blanca liberaría a Afridi en dos días.
Según le dijo a BBC Mundo un portavoz del Departamento de Estado de EE.UU.,el gobierno de Obama considera que Afridi está preso de forma injusta y que así se lo han dicho a Pakistán en numerosas ocasiones tanto en público como en privado.
“Seguimos planteando el tema en los niveles más altos en cualquier discusión que tenemos con el liderazgo paquistaní. El gobierno de Pakistán nos ha asegurado que el doctor Afridi está siendo tratado de forma humana y se encuentra en buena salud”, dijo.
Algunos analistas consideran que EE.UU. dejó de lado el tema de Afridi, pues prefiere usar su influencia en otros asuntos.
Washington quiere que Islamabad colabore en la lucha contra grupos radicales como al Qaeda, algunos de cuyos líderes viven en Pakistán; contribuya a la estabilidad de Afganistán; evite la proliferación de sus capacidades nucleares y conviva en paz con India.
“Todas esas son máximas prioridades de seguridad en relación con Pakistán y permiten ver por qué en el gobierno de EE.UU. puede haber cierto grado de debate interno en torno a cuán importante puede ser el tema del encarcelamiento del doctor Afridi”, dijo Daniel Markey.
Una segunda hipótesis sugiere que la estrategia de Washington es sacar el tema del debate público para así facilitar su posterior liberación.
En ese sentido, Markey consideró que una de las explicaciones de por qué Afridi fue objeto de medidas tan duras en Pakistán es debido a que se convirtió en un símbolo de la invasión de EU a su territorio y a que sirvió para recolectar información de inteligencia.
“Para algunos paquistaníes ese es un problema mayor que, incluso, el hecho de que Bin Laden estuviera viviendo en su país. Entonces, tratar de sacar ese tema del debate público podría hacerlo menos radioactivo o ayudaría a que despierte menos sensibilidades. Eso es un argumento posible, lo que ocurre es que también puede llevar a que Pakistán no haga nada”, explicó el experto.
Olvido u estrategia, lo cierto es que Afridi ya suma casi cinco años preso y, a menos que ocurra algo, aún le quedan 18 años de sentencia por cumplir.