Se confirmaron los pronósticos y tanto Donald Trump como Hillary Clinton obtuvieron una clara victoria en las elecciones primarias que los partidos Republicano y Demócrata celebraron este martes en Nueva York.
Con más del 90% de los votos escrutados, Donald Trump logró el 60,5% del apoyo; el gobernador de Ohio, John Kasich, alcanzó el 25,1%; y el senador Ted Cruz quedó en tercer lugar con el 14,5% de los votos.
Esta rotunda victoria le permite a Trump aumentar su ventaja y dar un paso importante hacia la nominación del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 8 de noviembre.
En cuanto al Partido Demócrata, Hillary Clinton se impuso también con contundencia sobre Bernie Sanders: la exsecretaria de Estado consiguió el 57,9% de los votos por un 42,1% para Sanders.
Poco después de conocerse los resultados, Donald Trump compareció ante sus seguidores.
“Quiero darles las gracias a todos ustedes, a mi familia y a mi equipo”, exclamó.
“Ha sido un día increíble, en realidad una semana increíble”, continuó el magnate, quien expresó su admiración por la ciudad y el estado de Nueva York.
“No puedo pensar en un sitio mejor para obtener una victoria así”, dijo en un breve mensaje en el que insistió en la clara ventaja que tiene sobre sus rivales.
“Amamos a Nueva York”, se despidió.
La exsecretaria de Estado y ex primera dama, Hillary Clinton, también pronunció un discurso de victoria ante una multitud entregada.
“Siempre me habéis respaldado y yo siempre he intentado corresponder. Estoy profundamente agradecida“, declaró.
“La victoria está a la vista”, dijo exultante, antes de insistir en los diferentes puntos destacados de su programa de campaña.
Clinton pidió la unidad de su partido y, en velada referencia a su rival por la nominación, Bernie Sanders, subrayó:
“No es suficiente con diagnosticar los problemas, hay que explicar cómo los vas a resolver”.
Anthony Zurcher, periodista de la BBC especializado en política estadounidense, destaca cuatro lecciones de esta jornada:
Donald Trump necesitaba una victoria clara y la obtuvo.
Es la segunda mayoría absoluta que gana en un estado en el año, acercándose al 80% del voto en algunos distritos neoyorquinos, como el barrio obrero de Staten Island.
Esto le permitirá afrontar con confianza las primarias de las próximas semanas en los estados del nordeste y costa atlántica.
Pero quizá lo más importante es el nuevo y contenido Donald Trump que hemos visto.
Ya no aparecen los tuits incendiarios en los que ataca a sus oponentes (y sus esposas). En su lugar, este martes Trump ofreció un discurso breve insistiendo en sus propuestas económicas y haciendo hincapié en su ventaja en delegados y votos.
Recientemente Trump contrató a diversas caras conocidas del mundo de la política para gestionar su campaña tras unas semanas algo turbulentas.
Si su nueva actitud es parte de un cambio inspirado por ellos, Trump puede demostrar que es un oponente más sólido.
“Mañana volvemos al trabajo”, dijo Trump durante su discurso de victoria. Fue una frase poco propia de Trump y algo que debe preocupar a sus rivales.
Bernie Sanders peleó una dura batalla en Nueva York, reflejo de lo fundamental que era esta primaria.
Gastó más dinero que Clinton en anuncios de televisión en el estado y celebró mitines multitudinarios, atrayendo a más de 20.000 la semana pasada en Manhattan.
Sanders tiene ante sí un déficit de delegados casi insuperable en las 19 elecciones restantes en la lucha por la nominación.
Tendrá que imponerse con ventajas de dos dígitos en prácticamente cada primaria, incluyendo el estado de Pensilvania la semana que viene y California a primeros de junio.
“La nominación Demócrata”, señaló Clinton, “está en la recta final y la victoria está a la vista”.
Por su parte, al final de esta jornada, Sanders anunció que se toma un día para descansar en Vermont.
El senador tiene el dinero y la infraestructura para pelear hasta el final, pero el recuento de delegados es una verdad fría y dura.
La carrera entre Clinton y Sanders adquirió un tono agrio durante las últimas semanas, con fuertes intercambios entre los dos candidatos.
Esas palabras, sin embargo, puede que no estén envenenando al Partido Demócrata.
Sondeos de opinión entre votantes de las primarias de Nueva York insinúan que sólo un 13% no votarían por Clinton si ganase la nominación, un porcentaje mucho menor que los partidarios de Clinton que dijeron que no votarían nunca por Obama en 2008 (pero que lo hicieron).
En contraste, en el lado republicano, el 26% dijo que no votaría a Trump si fuera el candidato.
Sigue habiendo un claro cisma en el electorado demócrata, por supuesto.
Pero la reñida primaria parece arrojar un saldo positivo para los demócratas, ya que el 68% de los participantes en la elección dijeron que la carrera “dio energía al partido”.
Parecía en un principio que Clinton tendría un camino fácil a la nominación, pero quizá una ruta más complicada termine por serle beneficiosa.
El senador por Texas fue duramente derrotado en Nueva York, quedando en tercer lugar a bastante distancia de Trump e incluso Kasich.
Parte de este mal desempeño se puede explicar por su uso del término “valores de Nueva York” como un calificativo despectivo para atacar a Trump hace unos días.
El mal resultado también puede indicar que los votantes republicanos en los estados del noreste no tienen predilección por la ortodoxia evangélica conservadora que representa Cruz.
Esto debería encender las alarmas de la campaña de Cruz, ya que la lista de estados que votarán la semana que viene. Pensilvania, Maryland, Delaware, Connecticut y Rhode Island tienen electorados similares.
Cruz puede volver a ganar cuando la campaña regrese al oeste las siguientes semanas pero, para entonces, quizá sea demasiado tarde y sólo le quede la esperanza de que maniobras tras bastidores le den la nominación en julio durante la convención del partido.