[contextly_sidebar id=”YhCmLbKqW7L8jDur3lHWzBqfydF3BoDG”]En México, seis de cada 10 de personas lesbianas, gay, bisexual y transgénero recluidas en cárceles han sido víctimas de diferentes tipos de abusos. Son los más vulnerables, entre los vulnerables, advierte el informe Violencia contra personas LGBTI, elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Las personas LGBTI “enfrentan un riesgo mayor de violencia sexual y otros actos de violencia y discriminación a manos de otras personas privadas de libertad o del personal de seguridad”, concluye el informe que recopiló denuncias de las víctimas e información oficial y de organizaciones sociales de 25 países.
La Relatora Especial sobre Violencia contra la Mujer, Dubravka Šimonović, ha denunciado que entre los abusos cometidos contra mujeres lesbianas es que son ubicadas en celdas con hombres, como castigo “por rechazar las propuestas sexuales del personal de custodia de la cárcel”. O quienes son percibidas con una apariencia “masculina” son sometidas a acoso, abuso físico y “feminización forzada” por parte del personal de custodia
El informe incluyó el análisis de la situación de las personas LGBTI en los Estados Miembros de la OEA (Argentina, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela).
El reporte informa que en los espacios de reclusión ocurren abusos reiterados, pues los hombres gay y las mujeres trans pueden ser víctimas de servidumbre forzada por parte de otros internos o son obligados a servicios sexuales. En países como México, además, las mujeres trans regularmente son albergadas en pabellones para hombres.
Pero los abusos no solamente ocurren entre los internos, sino que la autoridad también es perpetradora o permite las agresiones. Según el informe, agentes de la policía incitan a otras personas a abusar sexualmente de las personas LGBTI e incluso han repartido condones para facilitar el abuso. En otros casos, ubican a las personas homosexuales en celdas con convictos acusados de violencia sexual.
Los organismos estatales de defensa de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales han documentado casos de violencia, tortura, y tratos inhumanos y degradantes contra personas LGBTI que se encuentran en cárceles, estaciones migratorias o cualquier espacio de detención.
De acuerdo con el Relator Especial sobre Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Juan Méndez, las personas LGBTI se encuentran en el último escalafón de la jerarquía informal que se genera en los centros de detención, lo que deriva en “una discriminación doble o triple porque están sometidas de manera desproporcionada a actos de torturas y otras formas de malos tratos”.
Entre las medidas para prevenir los abusos, la organización Almas Cautivas, A.C. capacitó a más de 300 servidores públicos sobre identidad de género y junto con ACNUR, capacitaron a oficiales de centros de detención migratoria del Instituto Nacional de Migración en México durante 2015
Los abusos no tienen fronteras
La Comisión recibió la denuncia de casos en los estados miembros de la OEA. En Estados Unidos 12% de las personas LGBTI privadas de libertad fueron sometida a violencia sexual por parte de otros reclusos y que 5% por parte del personal de custodia.
En México la incidencia es mucho mayor. De acuerdo con la organización Asistencia Legal por los Derechos Humanos, ASILEGAL, al menos 60% de las personas LGBTI privadas de libertad han sido víctimas de diferentes tipos de abusos. En Guatemala, organizaciones reportaron el caso de un hombre joven gay que fue sometido a violencia sexual por 17 hombres y una mujer trans fue violada más de 80 veces mientras se encontraba detenida.
En la visita a Paraguay del Relator sobre Personas Privadas de su Libertad, James Cavallaro, observó que las personas trans están sujetas a diferentes formas de violencia y discriminación que van desde agresiones físicas y verbales, hasta violaciones sexuales múltiples.
En tanto, según un informe de 2013 del Relator contra la Tortura, 16 personas gays y trans fueron sometidas a aislamiento solitario, tortura y tratos crueles, incluyendo ataques sexuales, mientras se encontraban en centros de detención migratoria en los Estados Unidos.
Sin embargo, el aislamiento puede producir daños mentales y físicos irreversibles y constituyen tratos inhumanos y degradantes. Por ello, sólo debe ser utilizado únicamente en circunstancias excepcionales, por el menor tiempo posible y sólo como medida de último recurso.
Este es el testimonio de una víctima originaria de Guatemala:
Yo estuve detenida 18 veces, por ser trabajadora sexual. Me levantaban en la calle y decían que estaba haciendo escándalo en la vía pública y por eso me encerraban. Al principio estaba el sector 10 que solo era para gays y trans, pero [eso] se deshizo; la última vez ya entre al sector 5, ya con hombres. También fui víctima de abuso, violacione; tienes que dar sexo a los meros jefes, a los encargados, para sobrevivir. No se denuncian todas estas cosas por miedo.
Cuando entraba a la cárcel como privada de libertad me trataban como un hombre, me llamaban por mi nombre masculino, me maltrataban con palabras soeces, me dicen –sos un hombre deja esas tus mañas-. El adquirir una identidad trae muchos retos y al asumirme como tal es una responsabilidad. Algunas mujeres trans se cortan el pelo porque prefieren pasar desapercibidas como gay y no como mujer trans, ya que nosotras somos más violentadas.