[contextly_sidebar id=”KRajACpHPOUTwl1cuXU4FtitAdHeOH8q”]El potencial para las instalaciones de energía solar en México no tiene igual. Con una población de 122 millones, México tiene el doble de la irradiación solar que Alemania, costos laborales de un sexto de los de Estados Unidos y regulaciones mínimas que facilitan la obtención de permisos en una semana y sin costo alguno. Si todo esto es así, con todas estas circunstancias apuntalando el cambio hacia la energía solar en el país, ¿por qué Greentech Media, una consultoría especializada en el mercado solar, disminuyó sus pronósticos de las instalaciones industriales y comerciales de 160 Mega Watts (MW) a sólo 60 MW para 2016?
No hay una razón única para que así sea, sino una combinación de factores: notablemente la reforma energética y el tipo de cambio peso-dólar.
Aunque las instalaciones solares aún podrán crecer un respetable 20% en 2016 respecto del año pasado, los inversionistas que buscaban ese mercado con crecimiento acelerado de más de 100% anual, al menos en un comienzo, tendrán que esperar un par de años para que las condiciones mejoren.
La reforma energética mexicana es bien conocida en la industria eléctrica global. Permitirá que empresas privadas, nacionales e internacionales, compitan en un mercado hasta ahora cerrado, contra la empresa del estado, la Comisión Federal de Electricidad (CFE). México será el más reciente país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en desregular esta industria, y esto ofrece incontables oportunidades para que empresas de todo el mundo inviertan en un mercado en desarrollo que sorprenderá a potenciales inversionistas es el efecto indirecto que la reforma energética ha tenido en el mercado local. En febrero de 2014, cuando no enfrentaba competencia alguna, la CFE podía cobrar tarifas a usuarios industriales de USD $0.10/kilo Watt hora (kWh) por uso intermedio y de hasta USD $0.15/kWh por uso en hora pico.
Dos años después, luego que la reforma hubiese sido aprobada, pero antes de que sus efectos hayan entrado en vigor, las tarifas industriales son de USD 0.04/kWh para uso intermedio y de USD 0.09/kWh para uso en hora pico.
En 24 meses, México pasó de tener electricidad relativamente cara a ofrecer tarifas industriales menores que las de Estados Unidos. Mientras que la depreciación de 40% del peso ante el dólar ha influido en esta reducción, las tarifas industriales también han caído 40% respecto de los precios locales. Las compañías privadas buscando invertir ahora enfrentan un ambiente en que los contratos de compra de electricidad en los Estados Unidos o Europa se venden a precios más altos, sin los riesgos de invertir en un mercado emergente.
Con CFE importando de Estados Unidos una proporción cada vez más grande del gas natural que usa para generar 75% de la electricidad del país y el peso devaluándose 40% contra el dólar, sería de esperarse que las tarifas eléctricas en México subieran. No obstante, como ha quedado en evidencia en los últimos dos años, las tarifas de CFE tienen poca relación con sus costos. De hecho, las pérdidas de la compañía se más que duplicaron de 2014 a 2015, pasando de 33 mil millones de pesos (mmdp) a 68 mmdp. Estas pérdidas las absorbe el gobierno federal, es decir que las tendrán que pagar los contribuyentes.
La disminución de tarifas no se debe a menores costos de combustibles, operaciones más eficientes u otros cambios promovidos por la reforma energética, sino por pérdidas cada vez mayores en la empresa del estado. Las razones tras la reducción de tarifas son múltiples, y es difícil señalar una en particular. Por un lado, algunos piensan que responden a un intento por afianzar apoyo para el partido que promovió la reforma. No es del todo difícil de creer, ya que durante 2015, un año electoral, la leyenda “La reducción en las tarifas se refleja en tu recibo” apareció prominentemente en los recibos de la empresa.
Por otro lado, está el asunto de la competencia que CFE debe enfrentar de los generados privados por los clientes industriales. Esta circunstancia ha generado dudas sobre si CFE está dispuesta a incurrir en pérdidas, vendiendo la electricidad abajo del costo de producción, para desalentar a la competencia, mientras su atención permanece enfocada en México. Con estas tarifas reducidas, las inversiones en proyectos solares industriales y comerciales se han detenido, y quienes firmaron contratos de compraventa de energía en 2013 están pagando hasta el doble de lo que pagarían si se hubieran quedado con CFE.
Eventualmente, la CFE tendrá que reportar ganancias. Bajo la reforma energética, se le ha declarado una “empresa productiva del Estado” y, por tanto, tendrá que dejar de recibir subsidios del gobierno federal a partir de 2018. Sin embargo, aún tendrá que honrar su contrato colectivo, que incluye electricidad residencial gratuita para sus 74,000 empleados, así que definitivamente estará en desventaja con los nuevos competidores. Mientras tanto, los inversionistas privados estarán esperando que las tarifas de CFE aumenten y que la tasa de cambio con el dólar disminuya. De hecho, las tarifas industriales aumentaron 9% entre enero y febrero de 2016, así que las mejorías en las condiciones del mercado están más cerca de lo que parece.
Para ver la versión original de este texto en inglés vista El Daily Post.