Las elecciones primarias para elegir a los candidatos a presidente en Estados Unidos son una carrera de resistencia: estado tras estado, los candidatos recorren todo el país desde febrero hasta junio.
Pero para algunos analistas la carrera –al menos la del Partido Republicano– ya tiene un ganador seguro: Donald Trump.
Este martes, el magnate se impuso claramente en los caucus de Nevada, su tercera victoria en las cuatro contiendas celebradas hasta la fecha.
Y las encuestas también lo dan como favorito para el “Supermartes” del 1 de marzo, cuando más de una decena de estados elegirán a su candidato.
El editor para América del Norte de la BBC, Jon Sopel, explica aquí por qué cree que el empresario ya es imparable.
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Imagina que vas en un avión y tienes que decidir entre las tres opciones de comida…
Elijes la pasta con pollo pero la azafata te informa que ya no queda, y tienes que optar entre el salmón sin gusto o la carne demasiado cocida.
Sí, estás decepcionado. Pero inmediatamente adoptas una nueva mentalidad: ya no importa lo que prefiero. Ahora lo que tengo que elegir es qué me importa menos.
Ése es el dilema que enfrenta el Partido Republicano.
Los candidatos más fáciles de digerir como Jeb Bush o Chris Christie ya no están en el menú, y otros como Marco Rubio o John Kasich no han aparecido en la primera página.
Ninguno parece estar en condiciones de hacerles frente a los dos insurgentes,Donald Trump y Ted Cruz.
Hasta ahora, los “moderados” en vez de unirse para tratar de elegir quién de ellos tiene las mejores oportunidades para enfrentar a Trump o a Cruz, parecían haber formado un escuadrón de fusilamiento en forma circular y están ocupados tiroteándose entre ellos.
Es por ello que importantes sectores de la dirigencia republicana aceptaron a regañadientes que Trump no sólo es la opción menos mala, sino que es virtualmente imparable en la carrera por ser su candidato.
La conclusión que alcanzaron es que pueden vivir con Trump, pero no con Cruz.
El empresario negociará acuerdos y conciliará posturas, Cruz no lo hará. Trump es obediente, Cruz no lo es.
Dado este escenario, a menos que hubiera enormes sorpresas en el largo proceso de votación, es probable que Trump sea nominado como el candidato republicano para las elecciones generales de noviembre.
De ganar, sería el primer presidente que nunca ocupó un cargo electivo o estuvo en las fuerzas armadas.
Pero volvamos al tema del apoyo de la dirigencia republicana a Trump. ¿En qué evidencia me baso?
Pocos líderes de la vieja guardia son considerados más sabios que el senador Bob Dole. Este veterano de la Segunda Guerra Mundial, de 92 años, y excandidato presidencial ha hecho y visto todo.
Hace unas semanas declaró que la elección de Cruz –un senador de Texas– como candidato sería “cataclísmica“.
“Si él es el nominado tendremos pérdidas masivas en el Congreso y en oficinas estatales, gobernaciones y legislaturas”, dijo Dole, quien ejerce como legislador desde hace 35 años.
Otro de los políticos más representativos de la dirigencia republicana es Orrin Hatch. Ha dicho que se está “acercando” a Trump.
También el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, de Kentucky, ha mantenido conversaciones con el magnate.
Otro que, inusualmente, se metió en la contienda fue el gobernador de Iowa, Terry Branstad. Consultado de manera frontal sobre si quería ver derrotado a Cruz respondió sin titubear: “Sí”.
El empresario ha conectado con algo más grande, que es el profundo y visceral enojo que sienten muchos hacia esa cosa amorfa en Washington, que es el “establishment”, la clase dirigente tradicional a la que pertenecen los centenares de congresistas que ocupan un escaño en el Capitolio, algunos desde hace décadas.
El periodista del Financial Times Edward Luce lo describió de manera brillante cuando escribió sobre la aparición de Trump en Iowa junto con la excandidata a vicepresidenta Sarah Palin, alguien de un perfil similar.
“Cuanto más Palin parecía enredarse en sus palabras, más la apoyaban sus simpatizantes. Cuanto más se mofaba de ella la prensa, más exultantes se ponían sus fanáticos. Trump ha elevado esa estrategia a una forma de arte”, señaló.
“En una era en la que el conocimiento es considerado señal de elitismo, la ignorancia es poder. Y también es una forma genial de hacer marketing (mercadeo)”, consideró
No obstante, el proceso de las primarias es extenso y los primeros estados no marcan el pulso de toda la nación.
La historia de las primarias está llena de casos de políticos que brillaron al comienzo y se fueron apagando.
También es posible que las encuestas –que en todos los casos dan como favorito entre los republicanos a Trump– estén equivocadas, o que las personas que más apoyan al millonario no sean del tipo que se molesta en ir a votar.
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¿Cuáles son las posibilidades de los rivales que quedan en la competencia contra Trump?
Cruz ha mostrado como el principal rival de Donald Trump, algo sorprendente para un candidato que según el The New York Times tenía muy pocas posibilidades de ganar cuando entró en carrera.
No es el favorito de los líderes republicanos pero enfrentados a la disyuntiva de no tener la opción de la pasta con pollo, se están volcando decisivamente, con gran pesar, en contra de la alternativa del pescado escurridizo y a favor del curtido y bronceado bife.
Si el magnate de Nueva York llegara a decaer, él heredaría a sus simpatizantes. Sin embargo, el repunte de Marco Rubio le ha afectado y el senador de Florida no se lo va a poner fácil.
Cómo podría ganar: Si lograra sumar victorias tras victoria en las primarias del Sur podría lograr un liderazgo insuperable.
Con buenas actuaciones en los debates y una campaña exitosa, muchos esperaban que Rubio surgiera como el principal rival de Trump. Un protagonismo que ha tardado en llegar.
Después del traspié en uno de los debates en el que fue ridiculizado por el ya exaspirante Chris Christie, la remontada en Carolina del Sur y el buen resultado en Nevada le han llevado a competir directamente con Cruz.
Rubio puede ser uno de los más beneficiados con la retirada de Jebh Bush si consigue mantenerse y aglutinar el voto “moderado”.
Cómo podría ganar: Si logra solidificar el apoyo de los votantes tradicionales, permitiéndole perseverar hasta Florida y obtener triunfos en los estados más moderados a partir de marzo.
Carson, un neurocirujano retirado, empezó buenos resultados en las encuestas, pero su trayectoria ha ido en descenso.
El énfasis puesto en los liderazgos fuertes, tras los ataques de París, dejó a este sosegado candidato en una posición tenue, y un masivo éxodo de sus líderes de campaña reforzó la imagen de que es como un barco que se hunde.
Cómo podría ganar: Si logra el apoyo de los evangélicos y obtiene un buen puesto en alguna de las próximas primarias, renovando el interés en su candidatura.
Kasich, el gobernador de Ohio, apostó todo a New Hampshire, pero tras los favorables resultados iniciales ahora está a la par de los otros candidatos de la tradicional esfera política, el “establishment”.
Si logra hacerse con los simpatizantes de Marco Rubio tendrá oportunidades. Sino, será el fin para el gobernador.
Cómo podría ganar: Si sale entre los primeros en las próximas primarias podría ser visto como una alternativa sensata.