[contextly_sidebar id=”n3cAwO9xiKNarz0Mc8uGWCkdV2nBNnmp”]En el tráfico de armas de Estados Unidos a México los criminales han tomando ventaja de un vacío legal: el envío de piezas no se considera un delito y las armas terminan de ensamblarse en territorio mexicano sin posibilidad de ser identificadas.
Piezas de armas que van desde empuñaduras de pistola hasta gatillos son enviadas a México sin que las autoridades estadounidenses puedan seguirles la pista, pues según la Ley de Control de Armas las partes no son consideradas armas de fuego y su envío no está controlado por la legislación.
La Oficina de Fiscalización Superior del Gobierno de los Estados Unidos (Government Accountability Office, GAO) dio a conocer este lunes un nuevo informe sobre el tráfico de armas de Estados Unidos a México y reconoció que el envío de piezas es actualmente un factor que ha complicado la tarea para frenar ese delito.
“Generalmente, las leyes federales de Estados Unidos obligan a los fabricantes e importadores de armas de fuego a identificarlas con un número de serie, pero esto no aplica cuando se trata de piezas. Los licenciatarios de armas de fuego y otros minoristas no están obligados a reportar la adquisición y disposición de partes de armas de fuego (…) cualquier persona en Estados Unidos puede adquirir legalmente las piezas, eso incluye a personas que tienen prohibido adquirir armas de fuego por su situación legal, como es el caso de convictos”, cita el reporte de la GAO.
Las armas de fuego se ensamblan en México con las piezas que se envían desde Estados Unidos y cómo no existe un número de serie en las partes, las armas quedan sin registro y es imposible rastrearlas o impedir que lleguen a manos de criminales del otro lado de la frontera.
La Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF, por sus siglas en inglés) reconoció que no existen datos sobre cuántas piezas son enviadas a México y cuántas de éstas terminan siendo un arma de fuego en uso.
De 2009 a 2014 en México se decomisaron 104 mil 850 armas que tuvieron algún tipo de registro para rastrear su origen.
73 mil 684 (el 70%) se compraron en Estados Unidos y luego fueron llevadas a México. Este porcentaje es igual al que la GAO informó en 2009, por lo que la tendencia se ha mantenido igual por cinco años.
Otro 17% se adquirió en otros países —España (3,786), China (3,027), Italia (2,186), Alemania (1,522), y Rumania (1,287)—; y en 13% de los casos no se pudo determinar el origen.
Del total de armas decomisadas en México, el 47% fueron armas largas y en el 53% de los casos, la ATF no pudo determinar quién fue el comprador.
La mayoría de las armas incautadas en México que pudieron rastrearse y tuvieron su origen en Estados Unidos entre 2009 y 2014 provienen de los estados del suroeste del país.
La ATF rastreó las armas entre los cincuenta estados estadounidenses y encontró que la mayoría se compraron en Texas (41%), California (19%) y Arizona (15%).
En 2014, en Texas, California, Nuevo México y Arizona había 10 mil 134 comerciantes y prestamistas con licencia para la venta de armas. Eso representa el 16% del total en todo el país, según la ATF.
La Oficina de Fiscalización Superior del Gobierno de los Estados Unidos detalla que realiza este reporte sobre el tráfico de armas hacia México porque la mayoría de éstas tienen vínculos con los crímenes violentos cometidos por las organizaciones del narcotráfico.
Sin embargo, alerta que tanto la ATF como el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) consideran que la corrupción que prevalece entre autoridades mexicanas representa un problema para el trabajo efectivo en el combate al tráfico de armas.