[contextly_sidebar id=”vBOGiFrM7nDE6IVGBnmOLB2jIQ84YA0p”]La ciudad de Pekín emitió este lunes 7 de diciembre su primera alerta roja por contaminación ambiental, por lo que ordenó el cierre de escuelas e impuso restricciones a fábricas y al tránsito, por lo que se mantendrá inactiva la mitad de los vehículos de la ciudad.
La alerta roja —la advertencia más seria de un sistema de cuatro niveles adoptado hace poco más de dos años— significa que las autoridades han pronosticado más de tres días consecutivos de contaminación severa.
Una noticia en línea de la Oficina Municipal de Protección Ambiental dijo que emitió la alerta para “proteger la salud pública y reducir los niveles de alta contaminación”.
Los pronósticos sobre las contaminación anticipan que el nivel de polución seguirá subiendo antes de que el aire mejore con la llegada de un frente frío el próximo jueves.
Además del cierre de escuelas y la limitación del desplazamiento de vehículos, dependiendo de que el número de la placa termine en par o impar, otras restricciones buscarán reducir la cantidad de polvo y otras partículas contaminantes en la ciudad de 22.5 millones de habitantes.
Es la segunda vez en este año que la ciudad experimenta una racha prolongada de esmog. Pekín también se vio envuelta en una nube de contaminación persistente durante la mayor parte de noviembre, cuando aumentó la demanda de energía debido a un clima inusualmente frío.
Aunque el nivel de contaminación en la capital mejoró ligeramente en los primeros 10 meses del año, el esmog espeso que puede verse desde el espacio exterior fuerza regularmente a la ciudad a suspender las actividades al aire libre e incluso a cerrar carreteras debido a la visibilidad reducida.
Anteriormente hubo rachas de esmog intenso que duraron más de tres días seguidos. Pero para esas instancias se habían pronosticado duraciones de tres días o menos, por lo que no desencadenaron la alerta roja, que requiere un pronóstico de más de 72 horas consecutivas con niveles de 200 microgramos o más.
Un estudio dirigido por el químico Jos Lelieveld, del Instituto Max Planck en Alemania y publicado este año en la revista Nature, calcula que 1.4 millones de personas mueren prematuramente cada año debido a la contaminación ambiental en China.