Siendo joven, en los años 70, Guadalupe Contreras aprendió la profesión que practicaría por el resto de su vida: la construcción artesanal de tumbas, la excavación de fosas y la manufactura y colocación de lápidas.
Desde hace un año, sin embargo, un día a la semana Guadalupe deja de ser constructor de tumbas para convertirse en otra cosa, similar y a la vez completamente diferente: cada domingo, don Lupe, como lo conocen sus amigos, toma machete, barreta y marro, y sale a recorrer los cerros de Iguala en busca de tumbas, aunque éstas sin lápida, cruz, ni señal que permita reconocerlas, excavadas por el crimen organizado en campos de cultivo, brechas, zonas de matorrales o parajes abandonados. Ahí, donde han sepultado a sus víctimas para desaparecerlas.
La región Norte del estado de Guerrero está conformada por 16 municipios. El centro de todos es Iguala, donde vive Don Lupe. Esta zona es disputada por al menos tres grupos delincuenciales: Los Caballeros Templarios, Los Rojos y Guerreros Unidos.
Según los reportes oficiales, en estos 16 municipios se tienen registrados 326 casos de personas “extraviadas o desaparecidas”, acumulados durante la última década. Sin embargo las cifras oficiales no empatan con la realidad, en algunos casos por negligencia en el registro y atención de las denuncias, y en otros casos porque, por temor, las familias han preferido guardar silencio.
Don Lupe era una de esas personas. Por miedo a que sus hijas o nietos también fueran raptados, tardó dos años en denunciar la desaparición forzada de su hijo Antonio Iván, un joven que de 28 años de edad, tres hijos y un empleo como eléctrico en un taller automotriz. El rapto y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ocurrida en Iguala el 26 de septiembre de 2014, cimbró a la familia de don Lupe, como también a cientos más en la región, y ese miedo que los tenía congelados comenzó a resquebrajarse.
Así, desde noviembre del año pasado, él y cientos más de familiares de víctimas formaron Los Otros Desaparecidos, que en sólo en un año ha logrado integrar una lista de 390 personas desaparecidas (60 más que las reconocidas en el registro oficial), misma que crece cada semana, con la asistencia de nuevas familias que acuden a sus reuniones.