[contextly_sidebar id=”FxNFu27c7mFTlYNTLOaI4HelHLzQh8kw”]Es una decisión que muchos católicos alrededor del mundo habían esperado durante años: el papa Francisco anunció este martes nuevas reformas para simplificar el proceso de la anulación del matrimonio eclesiástico.
Las reformas pueden facilitarles a muchos católicos divorciados la posibilidad de casarse nuevamente por la iglesia.
Según la doctrina católica, el casamiento se contrae “para siempre”, aunque hay casos en los que la iglesia permite la anulación del vínculo matrimonial.
En la actualidad, sin embargo, el proceso es excesivamente complicado: la mayoría de las anulaciones se llevan a cabo a nivel de la diócesis local (obispos y arzobispos), pero cada decisión debe ser analizada por un segundo tribunal eclesial, aún cuando ninguna de las partes involucradas impugne el hecho.
Y una de las primeras medidas anunciadas por Francisco es la eliminación del paso obligatorio por un segundo tribunal.
Basado en el principio de la “salvación de las almas”, el pontífice escribió un documento Motu Proprio (que en latín significa “por su propia iniciativa”), donde enuncia las medidas para una eventual reforma al derecho canónico sobre el tema del divorcio entre católicos.
El documento declara a los obispos alrededor del mundo como los principales jueces para tomar esta decisión, aunque hace hincapié en que la unión eclesiástica católica continúa siendo una “sociedad indisoluble”.
Y también establece un nuevo procedimiento, “más breve” que el proceso documental actualmente vigente.
Este proceso aplicará en los casos en los que “la demanda de nulidad sea presentada por los dos cónyuges o por uno de ellos con el consentimiento del otro” y “existan circunstancias de hecho o personales, sostenidas por testimonios o documentos, que no requieran de una investigación o una instrucción más exacta y que hagan manifiesta la nulidad“.
“Tengo el profundo deseo que, en los casos en que el obispo se convierta en juez, sea bajo la inspiración de Pedro el garante de la unidad católica en su fe y disciplina”, escribió el papa Francisco en su carta titulada “Señor Jesús, juez misericordioso”.
Se cree que con estas reformas el proceso, que antes tardaba entre seis meses y un año, podría reducirse a 45 días.
El Papa también pidió que el proceso pudiera realizarse sin ningún costo, excepto el pago “justo” del personal involucrado.
Prerrequisitos
La anulación, que se conoce oficialmente como “decreto de nulidad”, es un dictamen con el cual un matrimonio no es válido bajo las leyes de la Iglesia porque faltan ciertos prerrequisitos, como la libre voluntad, la madurez psicológica o la disposición para tener hijos.
La iglesia Católica no reconoce el divorcio para sus 1.200 millones de miembros. Y eso no ha cambiado.
Lo que quiere decir que, para la iglesia, los católicos que se divorcian y se vuelven a casar –en servicios civiles fuera de la iglesia– continúan casados a su primer cónyuge y por lo tanto viven “en pecado” con la segunda pareja.
Esto les impide recibir sacramentos como la comunión y hacer parte de la vida de la comunidad católica.
Y sólo pueden buscar una anulación aquéllos que puedan demostrar su derecho al “decreto de nulidad”.
La Rota Romana –el tribunal más alto y que toma la decisión final– ha declarado cerca de 300.000 nulidades matrimoniales en sus 680 años de existencia documentada.
Quienes abogan por una reforma afirmaban que los actuales procedimientos son obsoletos y demasiado complicados, por lo que desalientan a quienes tienen razones legítimas para buscar una anulación.
Además, en algunos países este procedimiento es inaccesible por falta de tribunales de matrimonio y en otros por el dinero que se debe pagar.
Por ejemplo, en Colombia el trámite puede durar entre seis meses y un año, se debe hacer ante una arquidiócesis o una parroquia ubicada en una ciudad capital y tiene un costo puede rondar los US$300.
“Disolver un matrimonio es algo muy serio, no es un carro o una finca. Se requiere alrededor de un año para poder dar respuesta concreta a cada caso: analizar las pruebas, hablar con los testigos”, le dijo al diario El Tiempo monseñor Libardo Ruiz, presidente del tribunal eclesiástico colombiano.
El empeño Francisco
La situación de los católicos que se divorcian y vuelven a casar y que desean una total participación en su iglesia es un asunto muy debatido y se espera que sea uno de los principales temas de la agenda en el sínodo de obispos de todo el mundo que se celebrará en el Vaticano el mes próximo.
Desde el inicio de su pontificado en marzo de 2013, Francisco ha dado claras muestras de facilitar el reingreso de los divorciados a la comunidad de la Iglesia Católica.
“Es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia”, dijo el sumo pontífice durante una audiencia en la Plaza de San Pedro el pasado mes de agosto.
“Los divorciados que se han vuelto a casar no están excomulgadas, como algunos piensan, sino que forman parte siempre de la Iglesia”, añadió.
Y el Motu Proprio que fue presentado este martes, precisamente ante la Rota Romana, intentará acercar a esta población que ha tenido dificultades para resolver la nulidad de su vínculo matrimonial católico.