[contextly_sidebar id=”5UovUBtZeDr5z83nNUUADt0gJSdzfUzO”]Tras una espera de nueve años y medio, una de las misiones más ambiciosas de la exploración espacial cumplirá su objetivo.
Este martes, a las 11.49 GMT, la sonda New Horizons de la NASA se convertirá en la primera en visitar Plutón, un pequeño y misterioso mundo helado que hasta hace unos pocos años era considerado el noveno planeta.
Se espera que este viaje al ahora llamado planeta “enano”, que orbita a una distancia del Sol de alrededor de 5.900 millones de kilómetros, pueda ofrecer una visión más completa de una región completamente inexplorada de nuestro Sistema Solar.
Te contamos algunos datos clave de esta aventura espacial sin precedentes.
Por empezar, es el último de los nueve planetas “clásicos” en ser visitados por una misión espacial.
Aunque en 2006 perdiera su estatus de planeta para pasar a la categoría inferior de “planeta enano”, este enigmático habitante de los gélidos confines del Sistema Solar tiene mucho que decir.
Se espera que Plutón, que orbita a una distancia de alrededor de 5.900 millones de kilómetros del Sol, ofrezca una visión más completa de una región completamente inexplorada de nuestro Sistema Solar.
Tan lejos está, que ni siquiera el telescopio Hubble ha logrado obtener detalles de este cuerpo celeste descubierto en 1930.
Así que la mejor manera que tenemos hoy día de descubrir cómo es viajar hasta allí.
En su punto más cercano, New Horizons estará a unos 12.500 kilómetros de la superficie de Plutón.
Las fotos que logre sacar serán las primeras en revelar si hay elevaciones y depresiones profundas en su superficie o si la topografía es más ondulada.
New Horizons ya ha detectado signos de una capa polar. Plutón es tan frío que el nitrógeno que respiramos en la Tierra allí existe en forma de hielo, pero es posible que una tenue atmósfera de nitrógeno rodee al planeta enano.
Si la hay, la sonda tomará una muestra y medirá cuánto se está liberando hacia el espacio.
La expedición también podrá revelar la presencia de otras sustancias químicas: aunque el neón es un gas en la Tierra, podría encontrarse de forma líquida en Plutón, quizá fluyendo en ríos sobre la superficie.
El nitrógeno en la atmósfera podría caer como si fuera nieve.
Otra pregunta que se hacen los científicos es por qué cambia tanto el brillo de Plutón (mucho más que cualquier otro mundo observado desde la distancia). Una mirada cercana, dicen, puede revelar procesos planetarios nunca antes vistos.
Y por último esperan obtener más información sobre Caronte, la luna más grande de Plutón y sus otros cuatro satélites: Estigia, Nix, Cerberos e Hidra.
La sonda no se detendrá ni se posará sobre Plutón, lo sobrevolará viajando a una velocidad de 50.000 kilómetros por hora, la más rápida que haya alcanzado una sonda espacial.
Tendrá solo algunas horas para tomar fotografías y hacer mediciones.
Como hay una demora de alrededor de cuatro horas y media hasta que llega la señal a Plutón, las instrucciones de la sonda están preprogramadas.
Una vez que esté en el sitio correcto, comenzará una secuencia automática para tomar mediciones.
La sonda enviará a la Tierra imágenes de Plutón de alta definición. Pero esta información demorará hasta llegar hasta nosotros.
Si todo sale como está previsto, las primeras imágenes llegarán a la madrugada del miércoles y tomará por lo menos 16 meses hasta que toda la información recabada durante la misión llegue a la Tierra.
Una vez que haya pasado por Plutón, la sonda continuará su viaje hacia un objeto más pequeño del cinturón de Kuiper.
El tiempo estimado en llegar allí es de alrededor de unos cuatro años.
La sonda cuenta con siete instrumentos que no sólo sirven para investigar preguntas que se hacen los investigadores de la NASA -como de qué está hecha la atmósfera o cómo las partículas que expulsa el Sol interactúan con la atmósfera- sino que también sirven de respaldo en caso de que otros instrumentos fallen.
Pero además, la pequeña nave -“del tamaño de un piano de cola bebé”, según Jim Green, director de Ciencias Planetarias de la NASA-, lleva una cierta cantidad de “cosas inútiles”.
Esta lista incluye, entre otras cosas, un CD-ROM con 434.000 nombres de gente que respondió al pedido de “Envía tu nombre a Plutón”, algunas monedas y una estampilla estadounidense de 1991 que dice “Pluto: aún sin explorar”.
Aunque quizá lo más curioso que lleva a bordo es un poco de cenizas. No cualquier ceniza, sino las de Clyde Tombaugh, el hombre que descubrió a Plutón hace 85 años.
Puede que la sonda encuentre nubes de partículas generadas por impactos en las lunas de Plutón.
Estas pueden dañar la nave. Por esta razón, la sonda enviará datos a medida que se acerca al planeta enano.
Así, los científicos contarán con algo para estudiar en caso de que la sonda se vea afectada.
Sin embargo, esto es muy poco probable, según señala el equipo que modeló estas posibilidades en la misión.
Pero, por las dudas, la sonda está diseñada de modo tal que tiene un nivel elevado de autonomía. En caso de problemas tiene la capacidad de recuperarse y seguir adelante con la misión.