Cada año recorro miles de kilómetros al volante de mi auto por mi trabajo en los programas Costing the Earth, de Radio 4, y Countryfile de BBC One, y entre mis colegas me he ganado la reputación de ser un dinosaurio que rechaza la navegación satelital.
Mucha gente parece tener miedo a los mapas porque requieren cierta comprensión espacial, por los símbolos complicados y por la dificultad para doblarlos, pero a mí me fascinan.
Me siento como una especie en extinción: un cartófilo en un mundo de cartófobos.
Confieso que incluso las paredes de mis baños están empapeladas con ellos.
Ahora, además, los expertos dicen que confiar en sistemas de navegación satelital y en las aplicaciones de mapas de los teléfonos inteligentes está debilitando nuestra habilidad para leer mapas.
Por tanto, he aquí cinco razones por las que deberías adorar los mapas y resistirte a la fácil tentación que supone la navegación satelital.
1. Los mapas te dicen lo que hay alrededor
Hay algo intrínsecamente egoísta en los dispositivos de navegación por GPS y su radio de acción de unos pocos metros: todo gira en torno a ti.
Pero echa un vistazo a un mapa y descubrirás un lago cercano, una vista bonita o un bar conveniente.
Los mapas abren el mundo mientras que los sistemas de navegación estrechan tu mente.
2. No necesitan baterías ni recepción
Y pueden sobrevivir si caen al agua.
Los servicios de rescate en las montañas, Ordnance Survey -la organización que elabora los mapas de Reino Unido- y toda asociación con la que me he encontrado que promociona la vida al aire libre dicen que tener un mapa y la habilidad para interpretarlo es un recurso esencial de supervivencia.
3. Fomentan un vínculo con tus alrededores
Tienen que ser utilizados conjuntamente con el mundo físico, ya sea para leer una señal, reconocer una iglesia (con o sin chapitel, por supuesto) o identificar aquella gran colina de tu derecha.
Este proceso de mirar y conectar con el cerebro imprime recuerdos en la memoria y aporta un conocimiento del mundo que te rodea
Con un sistema de navegación como guía, no se aprende ni se ama nada del viaje.
4. Son una guía, no un dictador
¿Cuántas veces escuchaste la excusa: “Oh, el GPS me llevó por el camino equivocado”?
Sin ninguna disculpa que justifique nuestra cerrazón de miras, la mala guía celestial es la excusa que usamos para quitarnos responsabilidad.
Una vez trabajé con un equipo de cámaras que llegó con dos horas de retraso a Snowdon porque decían que el GPS los había llevado al puerto de ferris de Anglesey.
Embelesados por la flechita, no se habían dado cuenta de que habían dejado la peninsula de Gran Bretaña y estaban cruzando el gran puente sobre el estrecho de Menai.
Los adictos a los dispositivos de dirección digital pueden estar en desacuerdo, pero creo que esto es algo inexcusablemente tonto.
Los mapas son un socio de nuestro intelecto, no un sustituto.
5. Los mapas son bonitos
El mapamundi de la catedral de Hereford muestra la historia, geografía y destino de la Europa Cristiana como se entendía a finales del siglo XIII, con imágenes de los Pilares de Hércules, el Vellón de Oro y un hombre subido en un cocodrilo.
Los mapas de estrellas utilizan imágenes de osos y dioses para descifrar lo aleatorio.
El mapa del metro de Londres, Reino Unido, es un ícono del diseño.
Los mapas son eminentemente prácticos, pero su intrigante uso de imágenes es una obra de arte.