[contextly_sidebar id=”55Gf1TIo8LzjKXzaHFBJihu31gsGekYX”]Eran sólo unas adolescentes cuando fueron secuestradas. Su cautiverio duró más de una década, 10 largos años en los que fueron continuamente abusadas, hasta que en mayo de 2013 lograron escapar de la casa en la que estaban retenidas en Cleveland, EU.
Ahora quieren pasar página por completo y por eso decidieron compartir sus memorias.
Dos de ellas, Gina DeJesus y Amanda Berry, que acaban de publicar en EU un libro de memorias sobre su cautiverio Hope: A Memoir of Survival in Cleveland (Esperanza: Una memoria de supervivencia en Cleveland), hablaron con la periodista de BBC, Kirsty Wark, para el programa Newsnight, en la primera entrevista concedida a un medio británico.
“Cuanto más llorábamos y le mostrábamos nuestro dolor y nuestra tristeza, era como si eso le diera más energía, así que tuvimos que aprender a no llorar, no mostrarle tu dolor, no mostrarle tu rabia”, contó Berry, mientras DeJesus asentía.
Amanda Berry desapareció cuando tenía 16 años en 2003. A Gina DeJesus se la tragó la tierra con apenas 14 años en 2004. La primera secuestrada, Michelle Knight, tenía 20 años cuando no se le vio más en 2002.
Se temía que estuvieran muertas pero, en realidad, habían permanecido cautivas no muy lejos de donde fueron vistas por última vez.
Ariel Castro, un conductor de autobús escolar, las encerró en su casa situada en una tranquila zona residencial en Cleveland (Ohio), sin levantar las sospechas de los vecinos, que le conocían desde que se trasladó al lugar en 1992.
Durante más de una década mantuvo a las jóvenes recluidas, encadenadas la mayor parte del tiempo, y sometidas a continuas violaciones y abusos, sin permitirles salir de la casa.
Amanda Berry le cuenta a la BBC cómo la primera semana de cautiverio, Castro le preguntó si necesitaba algo de la tienda. “Le dije que sí, que un cuaderno para dibujar y una libreta, estaría bien”, relató.
La joven tenía un código de “X” para contabilizar las veces que Castro abusó de ella. En ocasiones cinco veces el mismo día.
“Sabía que eventualmente sería liberada”, contó Berry. “Quería que mi familia supiera por lo que pasé, lo horrible que fue y quería que (Castro) rindiera cuentas por ello”.
A DeJesus, Castro le contó que había visto a su madre repartiendo hojas informativas sobre su desaparición. La joven le pidió que le diera una.
“Mi madre había sostenido la hoja y era la única cosa (que tenía) cercana de ella”, contó DeJesus, a la que le costó asumir que estaba libre aquel día de mayo hace dos años.
“No me podía creer que estuviera fuera, creo que no fui consciente hasta que llegué al hospital”, recuerda.
Junto a ellas, también fue liberada Jocelyn, de 6 años, la hija que tuvo Berry tuvo con su secuestrador.
Durante su cautiverio, Berry quedó embarazada, pero su captor no mostró piedad ni durante el parto.
“Comencé a tener dolores de parto durante todo el día pero no sabía qué era. Tuve que ir al baño y escuché que algo se rompió pero no sabía qué era”, contó Berry.
Entonces, continuó, “él dijo ‘creo que has roto aguas’, así que me llevó arriba a mi pieza y me trajo una piscina infantil (de plástico) y tuve que estar ahí hasta que di a luz porque no quería que ensuciara la cama“.
En esos años, Berry trató que la niña tuviera una vida lo mejor posible y creó una escuela imaginaria en su habitación.
“Hacíamos que caminábamos a la escuela, traté de hacerlo lo más real posible para ella; finalmente llegábamos a la escuela, la dejaba y le decía ‘Ok. Te quiero, que tengas un buen día’ y entonces me convertí en profesora”, bromea.
En 2013, una década después, aprovechando que Castro salió de casa y las mujeres se quedaron solas, Berry se dirigió a una de las puertas de la casa para intentar salir.
“Intenté abrir la puerta, esa puerta verde, y estaba el candado pero había un hueco justo por el que me cabía el brazo y empecé a agitarlo como loca gritando: ‘¡que alguien me ayude por favor!'”, recuerda.
Charles Ramsey, un vecino de la zona, la vio y le ayudó a tirar la puerta abajo. Cuando Berry salió le pidió que llamara a la policía.
“Me secuestraron, he estado desaparecida por diez años y estoy aquí”, se oye a Berry en la grabación de la llamada al 911.
Ariel Castro fue sentenciado en agosto de 2013 a permanecer en prisión de por vida, sin posibilidad de salir en libertad condicional.
El exconductor de autobús de origen puertorriqueño se ahorcó un mes más tarde en su celda.
Su casa fue posteriormente demolida.