En el pasado, era común atesorar nuestros recuerdos en álbumes de fotos o diarios que preservarían momentos de nuestras vidas, más allá de la muerte.
Hoy en día, en cambio, es más común que las redes sociales hagan ese trabajo por nosotros.
Las fotos, los posts y sentimientos que compartimos en Twitter, Facebook o Instagram quedan allí guardados para la posteridad.
Pero ¿a quién pertenecen en la práctica? ¿Y cómo garantizamos que nuestros seres queridos hereden todo eso?
La británica Louise Palmer tuvo una experiencia al respecto y cuenta cuán difícil puede ser algo que en principio parece tan simple.
Palmer perdió su hija de 19 años, Becky, en 2010. La joven acostumbraba a subir muchas fotos, escribía posts en su cuenta de Facebook y mantenía contacto con sus amigos por esta vía.
Cuando llegó a la etapa final del tumor cerebral que le costó la vida, perdió el habla y sus movimientos, y su mamá la ayudaba a conectarse a la red social para comunicarse con sus amigos.
“Perder un hijo o una hija es la peor cosa que te puede suceder y uno tiene miedo de que las personas se olviden de ella”, dice Palmer.
Entonces, “poder entrar a la cuenta y mirar los comentarios que sus amigos continuaban escribiendo en su muro, me daba certeza de que todavía la recordaban”, cuenta.
Memorial de Facebook
Eso se acabó, sin embargo, cuando la red social decidió convertir la cuenta de Becky Palmer en un “memorial”.
Esa es una nueva política de Facebook para preservas los recuerdos de un usuario después de su muerte, siempre que algún amigo o familiar así lo solicite.
En estos casos, Facebook altera la configuración de la página. El perfil de la persona deja de ser público y nadie más puede conectarse a la página.
Aunque sus amigos en Facebook sí pueden escribir en el muro de la persona, dependiendo del grado de privacidad que tenía antes de la muerte.
El problema es que Louise no logró entrar más al perfil de la hija.
Molesta, se comunicó con Facebook, explicó la situación y pidió acceso a los mensajes privados que los amigos le enviaban a esta.
Facebook respondió que “de acuerdo a su política en relación a usuarios fallecidos, solamente los amigos confirmados en Facebook pueden ver el perfil y no es posible hacer ningún cambio ni proveer información sobre como entrar a la cuenta”.
Louise incluso le escribió al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, pero no ha obtenido respuesta.
Herencia digital
El caso de Louise pone en la mira el tema de a quién pertenece el contenido publicado en las redes sociales después de la muerte del usuario.
Una investigación del instituto británico YouGov revela que hay incertidumbre y falta de conocimiento sobre quién es el dueño del contenido digital de las personas.
Cerca de una de cada cuatro personas entrevistadas no tenía idea, mientras que una de cada tres cree que el perfil le pertenece a Facebook.
Mark Keenan, uno de los expertos de esta firma, señala que se trata de “un tema complejo que la ley no tiene resuelto, una especie de nuevo frente”.
“Las personas no leen los términos y condiciones legales en las redes y lo que estamos viendos es un aumento de las disputas legales entre, por un lado, familiares y, por el otro, las redes sociales y otros espacios digitales”, expresó Keenan.
Agregó que “no existen reglas para los proveedores online sobre cómo la información digital se transfiere a los herederos”.
La cuestión es aún más compleja porque pocas personas revelan sus contraseñas a los familiares.
Lista de contraseñas
Según la investigación de YouGov, en Gran Bretaña un 52% de los entrevistados dijeron que nadie lograría acceder a sus cuentas online si algo les sucediera.
La organización señala que dejar una lista de contraseñas a familiares o a un amigo puede facilitar mucho el proceso de cerrarlas o administrarlas.
Y, en el caso de Facebook, ya es posible nombrar a un amigo o pariente para que sea responsable de la cuenta después de la muerte.
Es una novedad que por el momento sólo está disponible en Estados Unidos.
Y, así las cosas, Louise Palmer sigue sin acceso a la cuenta de la hija y sólo logra consolarse mirando videos caseros de Becky para mitigar el dolor que siente.
Palmer dice que entiende las razones de Facebook, pero asegura que entre ella y su hija no había secretos.
“Yo soy la madre y ese era su perfil en Facebook. Yo siento que todo el contenido de esa cuenta es mi herencia. Yo debería tener derecho a todo lo que hay guardado ahí”, se lamenta.