Con lo publicado hasta ahora del siniestro del avión de Germanwings, surge la cuestión de si el copiloto Andreas Lubitz, de 27 años, es un asesino múltiple por matar 149 personas al estrellar el Airbus A320 en los Alpes franceses.
Las informaciones de una investigación de “asesinato masivo” por parte de la fiscalía francesa y las imágenes de los agentes alemanes sacando evidencias en bolsas de la casa de Lubitz sugieren que las autoridades están dispuestas a averiguarlo.
Pero parece que lo más adecuado es más bien hablar de “asesinato-suicidio”, algo muy diferente y extremadamente raro.
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En esos incidentes, una persona termina con su vida y al tiempo acaba con la de otros, en este caso extraños.
Las estadísticas muestran que la mayoría de los homicidios con suicidio pasan en el hogar, casi siempre entre un hombre y su esposa.
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Los asesinatos-suicidios con pilotos o en masacres con armas de fuego son, de hecho, algo excepcional.
Lo que motiva este tipo de acciones es, por consiguiente, virtualmente imposible de determinar porque no hay una causa común y los autores no dejan notas explicando sus acciones.
En contraste a los casos de los suicidas con bomba, que generalmente buscan que su acto tenga reconocimiento público, los motivos detrás de quienes cometen un asesinato-suicidio suelen ser más difíciles de comprender.
Nadie, por supuesto, puede pretender saber lo que pasaba por la mente de Lubitz cuando se encerró en la cabina de pilotos y propició el descenso del avión.
“Inexplicable”
Simon Wessely, presidente del Real Colegio de Psiquiatras, dijo que es poco probable que algún día lleguemos a saberlo.
“Es posible que algo se sepa, pero en la mayoría de los suicidios, la gente deja pistas o mensajes”, señala Wessely. “En casos muy extremos como este a veces son simplemente inexplicables”.
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Pese a ello, los medios se han apresurado a señalar el historial depresivo del copiloto.
Los diarios alemanes también han reportado que recibió tratamiento psiquiátrico y que podía estar viviendo una “crisis en su vida personal”.
En realidad, hay una multitud de factores, los sentimientos o la personalidad podrían impulsar a alguien a hacer algo tan extremo.
Los problemas de alcohol, el uso de drogas, rupturas sentimentales, desórdenes de personalidad, estrés en el trabajo –en el pasado o en el momento de actuar– pueden jugar su rol.
Las organizaciones de salud mental están de acuerdo y han estado buscando mayor comprensión sobre la depresión, así como un lenguaje menos sensacionalista.
Dicen que la gran mayoría de la gente con depresión no hace daño a nadie y la investigación muestra que su riesgo es primero para ellos.
El peligro del estigma
Marjorie Wallace, presidente ejecutivo de la organización de salud mental Sane, dice: “Hay miles de personas diagnosticadas con depresión, incluidos pilotos que trabajan, tienen puestos de alta responsabilidad y que no son un peligro ni nada parecido”.
“No sabemos qué parte la depresión jugó en esta tragedia pero es una enfermedad que no debería ser trivializada”.
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Los expertos en salud mental consideran que existe un peligro de que los enfermos puedan verse estigmatizados por la cobertura de la tragedia del avión de Germanwings haciendo que quienes tengan problemas teman hablar abiertamente de sus experiencias.
El psiquiatra Paul Keedwell, consultor especialista en desórdenes del ánimo, cree que los problemas de salud mental no son una explicación suficiente para lo que pasó.
“En los casos de asesinato-suicidio en general, la tasa de diagnosticados previamente con depresión varía de un 40 a 60%, dependiendo del contexto”.
Pero agrega Keedwell que de los deprimidos, pocos reciben tratamiento.
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Lo que sí parece claro es que los hombres ven particularmente difícil buscar ayuda si tienen un historial de enfermedades mentales.
Lubitz pasó las pruebas de su empleador que indicaban que estaba en condiciones de volar, pero pudo haber estado ocultando su verdadero estado de salud.
Esta enfermedad y su supuesta imposibilidad para hablar de ella o aceptarla puede ser una pequeña pista para explicar lo que hizo.
Pero, en realidad, nunca va a haber una explicación para un asesinato-suicidio, particularmente para las familias de las víctimas.