Se sabe, además, que tenía más de dos años trabajando para Germanwings y era originario de Montabaur, un pueblo de menos de 13.000 habitantes de la región del Renania-Palatinado, en el centro-oeste de Alemania.
Según la alcaldesa de la localidad vivía ahí con sus padres, aunque también tenía una casa en Düsseldorf, donde debía aterrizar el avión siniestrado.
Y el club de aviación donde empezó su carrera, el LSC Westerweld de Montabaur, afirmó en un comunicado que volar había sido su sueño desde adolescente.
“Empezó estudiando como volar un planeador y logró convertirse en piloto de unAirbus A320”, contó la asociación en una nota publicada al conocerse de la colisión del vuelo de Lubitz en los Alpes, cuando todavía se creía que todo había sido un accidente.
Piloto de Germanwings desde septiembre de 2013, Lubitz había estado antes en la escuela de aviación de Lufthansa, la compañía madre.
Y según la aerolínea ya había completado 630 horas de vuelo, hasta el fatídico 4U9525 de este martes.
Según la fiscalía francesa, Lubitz se mantuvo consciente hasta el impacto final.
Su respiración se escuchaba “normal”.
Pero no pronunció una sola palabra durante los 10 minutos que precedieron al impacto.