[contextly_sidebar id=”A3f6wByF4Z1gXk9ZSsCMMMIbXUermsbX”]Nunca antes habíamos entendido tan bien el tema de los granitos de arena. Sabíamos que una pequeña acción era importante (un voto, una limosna o un grifo cerrado), pero no vimos tan claro el resultado de esa suma de granitos hasta que nos han mostrado lo que se puede conseguir con un proyecto de crowdfunding de crowdsourcing o de crowdlearning. Todas estas modalidades tienen en común el hecho de que son las masas las que empujan las iniciativas, bien sea aportando financiación, conocimientos o trabajo. Por fin nos hemos dado cuenta de que, contando con una buena idea y siguiendo el procedimiento adecuado, se pueden obtener resultados inimaginables.
Pero una cosa es conseguir entre muchos la financiación para un proyecto porque uno solo no dispone de esos recursos, y otra distinta es conseguir entre muchos algo que solo se puede conseguir entre muchos. En este último supuesto, los proyectos colaborativos a gran escala se vuelven imprescindibles. Un ejemplo es el ámbito científico, donde es necesario obtener muestras amplias y representativas que un par de investigadores no podrían conseguir. Por lo tanto, era cuestión de tiempo que naciera un nuevo concepto: el crowdcrafting. Tan nuevo que aún no está en Wikipedia.
La ciencia ciudadana tiene, además de este bello nombre, el poder de hacer grandes a todos los que participan en ella. A los científicos, que en gran medida participan por vocación y se encuentran con enormes cantidades de personas dispuestas a involucrarse en su idea, lo cual es un sueño para ellos; y al resto de ciudadanos que obtienen la indudable satisfacción de formar parte activa y real de proyectos científicos que harán avanzar el conocimiento del ser humano, placer al que hasta ahora solo tenían acceso unos pocos.
En Crowdcrafting, plataforma abierta para proyectos de ciencia ciudadana, creen firmemente que “la ciencia es demasiado importante como para dejársela a los científicos”. Por eso, en sus proyectos no trabajan solo investigadores, sino también gente común que se une a ellos de forma voluntaria.
Todos los proyectos científicos de Crowdcrafting tienen datos abiertos susceptibles de ser consultados por cualquiera. Eso ya es de por sí un gran paso para sacar la ciencia de los laboratorios y acercarla a los “profanos”, aunque solo fuera por curiosidad o entretenimiento. Pero la propuesta no termina ahí: además, estos pueden participar realizando una tarea descrita por los investigadores que lideran el proyecto. Estas tareas son muy sencillas y están explicadas a la perfección mediante tutoriales para que sea posible formar parte sin conocimientos previos.
Todo aquel que lo desee puede subir su propio proyecto a la plataforma y solicitar la colaboración de otros ciudadanos. Crowdcrafting entró en la prestigiosa lista Nominet Trust 100 de 2014, con la que gurús de empresas como Google y Wayra reconocen las cien mejores empresas de tecnología del mundo.
¿Qué tipo de proyectos salen adelante en Crowdcrafting? Por poner algunos ejemplos, Dark Skies es un proyecto de un español que se propuso clasificar todas las imágenes tomadas desde la Estación Espacial Internacional y consiguió que la NASA sacara una nota de prensa sobre ello y Fox lo contara en prime time. Además, de allí nació un proyecto paralelo que está estudiando la contaminación lumínica en las ciudades.
El proyecto Micropasts, con el que el British Museum ha informatizado datos que hasta ahora estaban solo en tarjetas escritas a mano, utiliza el software PyBossa de Crowdcrafting (que puede ser utilizado por cualquier empresa). Micropast se ha servido de voluntarios para redibujar los contornos de herramientas de la Edad de Bronce, que ahora están imprimiendo en 3D para que puedan ser exhibidas de forma completa.
En el área de la salud, Crowdcrafting también está consiguiendo interesantes avances: Tigafotos es una investigación en la que los ciudadanos suben fotos geolocalizadas de posibles mosquitos tigre que posteriormente son validadas. Busca evitar que acabemos padeciendo dengue en el Mediterráneo. Rural Geolocator está ayudando a controlar la expansión de malaria en zonas africanas como Kenia o Malawi y Air Quality with biomarkers: Liquens hace estimaciones de la contaminación del aire basándose en el tamaño de los líquenes en fotos clasificadas por los voluntarios.
Hay otras plataformas que podrían considerarse “competidoras” de Crowdcrafting, pero todas ellas son privadas: no comparten el software ni los datos. Por ejemplo, en Amazon Mechanical Turk (envuelto en polémica por haber cerrado sus puertas a Europa), los creadores de los proyectos pagan a las personas que completan las tareas descritas. Este mismo modelo lo utiliza Crowdflower, por lo que los costes de completar un proyecto son muy elevados para el creador. Por último, Zooniverse sí es gratuita, pero no está abierta a que cualquiera suba su proyecto, sino que pasa por una selección previa, y cada iniciativa necesita desarrollar software nuevo.
Hacer una aportación económica no es una opción en Crowdcrafting. Tampoco los investigadores han pagado a los 35 mil voluntarios que han realizado más de un millón 400 mil tareas hasta el momento. ¿Cómo se financian, entonces? Lo hacen gracias a la Fundación Shuttleworth, a la que cualquiera puede enviar solicitudes, y que lleva dos años confiando en el proyecto.
Daniel Lombraña, co-fundador y Project Lead de Crowdcrafting, asegura que su plataforma es “100% software libre (compartimos todo el código fuente), 100% open-science (compartimos todos los procesos científicos) y 100% open data (compartimos todos los datos)”. Y explica por qué: “No ocultamos nada de nada. Creemos que es lo justo y coherente con la sociedad y los voluntarios: la ciencia debe ser libre y abierta a todos”.
Conoce más sobre Crowdcrafting y sus proyectos estrella aquí.