[contextly_sidebar id=”qKku4iClR6wNfpmXVmH5l9rgRgQuBhNh”]La caída de los precios del petróleo ha puesto en aprietos a los gigantes de la industria petrolera. Empresas que se acostumbraron a precios que bordeaban los US$100 el barril enfrentan ahora una nueva realidad: lo que parecía una buena inversión cuando los precios estaban a US$100, comienza a ser riesgosa cuando bajan a US$60 el barril.
En todo el sector, empresas como BP y compañías de servicios como Halliburton, se hacen la misma pregunta: ¿es la baja de 40% la nueva norma, o apenas un pequeño episodio en un contexto de tendencia al alza?
Esta semana, analistas del banco Morgan Stanley advirtieron que los precios pueden bajar a US$43 el barril en el segundo trimestre del próximo año, a menos que los productores de la OPEP –La Organización de Países Exportadores de Petróleo- reduzcan sus volúmenes de producción.
Pero la verdad es que nadie sabe qué pasará con los precios. En ese contexto, las empresas petroleras se ven forzadas a implementar planes de contingencia para enfrentar un clima adverso.
“La caída en los precios se agrega a las presiones para alcanzar mayor eficiencia en la empresa”, le dijo a la BBC un portavoz de BP.
Pero una compañía como BP al menos se puede dar el lujo de jugar al largo plazo. Cientos de empresas pequeñas y medianas se verán forzadas a repensar completamente sus planes de inversión.
Muchas de esas firmas no tienen músculo para resistir a una caída prolongada de los precios.
Los analistas predicen una ola de fusiones y adquisiciones, con compañías aferrándose a acuerdos de rescate y con una caída el valor de las acciones que puede generar gangas para los depredadores que tengan los bolsillos más grandes.
“Muchas empresas que tienen presupuestos más pequeños están más expuestas”, dice Graham Sadler, director del departamento de petróleo de la firma Deloitte.
Muchos tratarán de diluir el riesgo, quizás compartiendo plataformas de perforación y otras instalaciones. “Pero gran parte de la perforación en sí pasará a un segundo plano”, predice.
Sin embargo, los gigantes de la industria en Estados Unidos y en Europa no se librarán de la necesidad de cambiar, especialmente cuando alquilar una plataforma petrolífera puede costar entre US$50.000 y US$600.000 por día, dependiendo de las características del proyecto.
Sadler señala que las perforaciones en lugares de alto costo como el Ártico o en aguas profundas pueden terminar siendo sacrificadas en el esfuerzo de las grandes compañías de reducir costos.
Los proyectos en el Ártico que no han recibido ya una inversion sustancial pueden terminar siendo aplazados.
En cambio, los que ya han recibido miles de millones de dólares estarán probablemente a salvo. Los que están en fase de planeación probablemente serán congelados.
El hecho de que los principales actores de la industria petrolera están siendo afectados por la caída en los precios se refleja en las recientes especulaciones sobre supuestas conversaciones entre BP y Royal Dutch Shell para una fusión. Esta estrategia resurge cada vez que los precios caen bruscamente.
Sin embargo, la especulación sobre esta unión subraya que en tiempos difíciles se anticipa que hasta los gigantes del sector busquen economías de escala y un más poder para marcar los precios. No hay que olvidar que BP se convirtió en un jugador de talla mundial en el negocio petrolero gracias a una audaz seguidilla de compras en los años 90, cuando los bajos precios del petróleo produjeron buenas oportunidades de compra.
El investigador Daniel Yergin, una de las autoridades más reconocidas de la industria, escribió la semana pasada en un artículo en el Wall Street Journal que “incluso antes del colapso de los precios, las principales compañías de petróleo y gas natural estaban preocupadas por el continuo incremento en el costo de desarrollar nuevas fuentes de abastecimiento, y le estaban prestando atención a los inversionistas que pedían disciplina”.
“Este declive en los precios convertirá la preocupación en obsesión. El resultado será una ralentización y reducción de las nuevas inversiones en todo el mundo”.
Esto afectará a otra parte de la industria: el sector de servicios, que apoya las plataformas y la perforación de compañías como BP o Exxon.
Robert Perkins, un experto petrolero de Platts, la organización de información y noticias de la industria, señala que las compañías de servicio ya estaban reportando una reducción de su actividad antes de la reciente caída del precio del crudo.
El mes pasado, Halliburton y Baker, la segunda y tercera compañías de esta naturaleza detrás de Schulumberger, confirmaron que estaban en conversaciones para una fusión. Las acciones de Halliburton en particular se desplomaron por el temor ante la posibilidad de que la empresa enfrente a una nueva era de menos contratos y reducción en sus ganancias.
Afinar un acuerdo de integración entre las dos compañías normalmente tomaría meses. Pero, según informes, se arregló en semanas. “Es un indicio de nuestros tiempos en el sector”, dice Perkins.
En el centro de la reciente caída en los precios del petróleo está el florecimiento de la producción en Estados Unidos, especialmente con el gas de esquisto.
Se dice que la decisión de la OPEP el mes pasado de no recortar la producción es un intento de presionar a los productores estadounidenses.
Pero aunque en Estados Unidos ciertamente preocupan los crecientes costos de producción, ciertos datos sugieren que los productores no están dispuestos hacer nada al respecto.
Según Baker Hughes, el número de plataformas arrendadas en Estados Unidos se incrementó ligeramente en diciembre, mientras que en total se han alquilado 200 más que hace un año. Esta difícilmente puede ser una indicación de que la industria se está contrayendo.
Fadel Gheti, un analista de Oppenheimer and Company, le dijo a la BBC que los precios tendrían que caer mucho más para sacar de acción a algún productor estadounidense.
“Hace cinco años, la industria requería más de US$90 por barril de petróleo para invertir en nuevos proyectos, pero hoy en día la cifra está alrededor de US$60 o 65 por barril”, señaló. Esto se debe a las mejoras derivadas de la tecnología.
Es un cliché decir que habrá ganadores y perdedores. El impacto será diferente en cada compañía, de acuerdo con sus estructuras de costos y recursos.
Quizás todo lo que pueda decirse con certeza es que si el precio sigue cayendo, y por tiempo más prolongado, el panorama de la industria cambiará significativamente.
**Nota publicada el 14 de diciembre.