[contextly_sidebar id=”tBuZ3d5yayYmeHFnnTI3PluGKOIxa14f”]Adán Cortés Salas, el universitario mexicano que interrumpió la ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz hace dos días, permanecerá retenido el fin de semana en un centro de internamiento para extranjeros a las afueras de Oslo.
Este viernes 12 de diciembre, un tribunal había decidido inicialmente su puesta en libertad, con obligación de presentarse diariamente en el juzgado hasta que fuera expulsado del país, pero la decisión quedó aplazada porque la Policía recurrió a una corte de segunda instancia, que previsiblemente no resolverá el caso hasta el lunes.
La Policía quiere que Cortés Salas sea encarcelado de forma preventiva porque cree que existe riesgo de fuga y porque violó las leyes de inmigración al esperar cerca de tres semanas para presentar una solicitud de asilo político, que ayer 11 de diciembre fue rechazada por la Dirección de Extranjería.
El tribunal admitió hoy la violación cometida por el joven mexicano, pero consideró que concurren otras circunstancias y que su acción tenía una motivación “política e idealista”, a diferencia de los actos que normalmente abarcan las leyes de extranjería.
Cortés Salas subió al estrado con una bandera de México cuando la paquistaní Malala Yousafzai y el indio Kailash Satyarthi acababan de recibir el Nobel de la Paz en el ayuntamiento de Oslo, y permaneció unos segundos allí hasta que fue retirado por la seguridad.
Según ha explicado el joven a la televisión pública noruega NRK, su acto pretendía llamar la atención sobre la situación en México, y en particular sobre los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre pasado.
Tras permanecer detenido casi un día, fue trasladado ayer al centro de internamiento para extranjeros de Trandum, en Oslo, una vez que la Policía cerró el caso en su vía penal con una multa de 15 mil coronas noruegas (unos 30 mil pesos) por alteración del orden y por entrar de forma ilegal en el Ayuntamiento de Oslo.
Cortés Salas burló la seguridad y se coló en el Ayuntamiento de Oslo con una cámara a pesar de que ni tenía invitación para acceder al recinto ni estaba acreditado como periodista.