A principios de la década de los cuarenta, el agente soviético Leonidas Eitingon fue parte de una red de espionaje en México en la que estuvieron involucrados artistas, funcionarios y militares mexicanos.
El periodista Juan Alberto Cedillo, nacido en 1954, y ferviente militante de la izquierda narra esta historia única en las páginas del libro Eitingon. Las operaciones secretas de Stalin en México, publicado por Penguin Random House Grupo Editorial en su sello Debate.
En la investigación que realizó el autor resume que la misión más importante en la vida de Eitingon surgió bajo las órdenes de Stalin, la cual era eliminar a su peor enemigo, León Trotsky, exiliado en la Ciudad de México desde 1937.
“Forma parte de los servicios de inteligencia de la Unión Soviética que todo mundo conoce como KGB”, apuntó Juan Alberto Cedillo en entrevista con Animal Político.
En Eitingon. Las operaciones secretas de Stalin en México se apunta: La inteligencia soviética necesitaba decenas de nuevos espías para conseguir documentos, fotografías, detalles técnicos sobre las recientes instalaciones, las firmas que trabajaban para el Departamento de Defensa y las novedosas aleaciones de materiales que se estaban desarrollando para la fabricación de la nueva superbomba. Ante esto, Leonidas Eitingon propuso a su amigo Sudoplatov que echara mano de los desconocidos moles que había reclutado en Estados Unidos, España y la capital mexicana para que se convirtieran en los “correos” que llevarían los secretos a Moscú. Entre ellos se encontraban los destacados españoles Antonio Meiji, Margarita Nelken y el suizo Hans Meyer, los mexicanos Luis Arenal y la escritora Anita Brenner, quien en esa época radicaba en Nueva York. Destacaban también los funcionarios mexicanos Adolfo Oribe de Alba y el general brigadier del Ejército Mexicano Roberto Calvo Ramírez, jefe de la comandancia en la entonces Baja California Norte.
Así el también autor de La Cosa Nostra en México construye una historia que desencadena parte de la historia más relevante de la segunda mitad del siglo XX, y a través de este texto Juan Alberto Cedillo revela que México fue el escenario de uno de los procesos más importantes de la historia universal como lo narra en esta nueva publicación.
“Deciden llamarle operación Pato porque en el lenguaje ruso tiene una explicación de desinformación. Se viene Leónidas a España recluta a Siqueiros, Rafael Pullod, Néstor Sánchez que eran brigadistas que estaban ahí en la guerra civil”, señaló Juan Alberto Cedillo.
Y en el texto se manifiesta que tras fallar un primer intento coordinado con David Alfaro Siqueiros, en una segunda ocasión Eitingon mezcló los peligrosos movimientos de la denominada operación pato con su pasatiempo favorito: conquistar bellas mujeres, y adelantó parte de las revelaciones incluidas en el libro:
La red de moles reclutados por Eitingon también se concentraba en conseguir todas las puntualizaciones sobre la fabricación de un reactor de grafito que se realizaba en las instalaciones Y10 y Y12 del Oak Ridge National Laboratory. Los científicos incrustados por los soviéticos proporcionaban a los espías nucleares datos sobre la forma de separar electromagnéticamente dos isótopos de uranio y producir así el material para fabricar la bomba atómica. Los correos seleccionados por Eitingon trasladaban los reportes a México, para que se expidieran a Moscú desde la embajada soviética ubicada en el Distrito Federal.
La embajada mexicana mantenía continuos reportes al Departamento S sobre las entregas de los documentos, señalando en clave “entregas de regalos”, nuevas “operaciones quirúrgicas”.
La rezidentura del Distrito Federal detallaba los pagos para “las delegaciones”: se destinaban entre 75 y 200 dólares por mes para que cada “correo” pagara por una casa segura, combustible, comidas y todo cuanto requiriera para su misión.
También reportaban que OKH, el nombre clave de Adolfo Oribe de Alba, había entregado visas para que los moles Nicolás y María Fisher, identificados en pareja como Cheta, viajaran a Tiro (Nueva York) e hicieran la entrega a Michael W. Burd, alias Bass, el propietario en Nueva York de la Midland Export Corporation.
Los informes a Moscú aclaraban que Burd utilizó sus contactos en Washington para conseguir visas de tránsito para los Fisher y que pudieran recorrer varios puntos del país. Burd le pagó alrededor de 600 dólares a David Niles, un asesor de los presidentes Roosevelt y Truman, para obtener los permisos.
El dinero entre el Distrito Federal y Nueva York corría eficientemente para el Proyecto Enormous. Leonidas no padeció, como ocurrió en la Operación Gnomo, los retrasos de fondos. Los dólares destinados a financiar a los agentes que salían del Distrito Federal para cruzar a Estados Unidos se acrecentaban cada vez más. Se mandaban a una cuenta de Oribe de Alba. Los grandes montos llegaron a poner en jaque al funcionario, ya que en una ocasión le transfirieron 8 mil 248 dólares, equivalentes a 40 mil pesos, en ese entonces una fortuna. Lombardo Toledano tuvo que intervenir para prohibir que se sacara de un solo retiro tal cantidad de dinero, ya que “una suma así atraería de inmediato la atención hacia Oribe”, argumentó.
Además, el periodista y escritor explica, “después de que Ramón Mercader queda en prisión. Él se encarga de una segunda operación, que sucede tres años después, desde los 40 cuando concluyen el crimen contra Trovsky y es el rescate de Ramón Mercader en Lecumberri”.
Y Juan Cedillo añade, “esto se debe gracias a la presión a la mamá de Caridad Mercader que presiona a Stalin para que trate de rescatar a su hijo y regresa Lincoln a México el opera desde Nueva York para armar un rescate, primero para tratar de tomar la Fortaleza en Lecumberri y posteriormente intentar rescatarlo a una audiciencia de los juzgados. Esta operación no funciona”.
El 20 de agosto de 1940, el ideólogo más importante de la revolución bolchevique fue asesinado. Ramón Mercader, hijo de la amante y cómplice del emblemático agente, fue el encargado de concluir la misión. A partir de documentos desclasificados del archivo nacional de seguridad estadounidense, Juan Alberto Cedillo -autor de los nazis en México- nos ofrece una fascinante trama digna de una novela de espías, aderezada con intrigas y pugnas de alto calibre. Situada durante los años cuarenta, la historia pone al descubierto las maquinaciones orquestadas por los servicios secretos soviéticos en México para matar al principal opositor al régimen, rescatar de la cárcel al homicida y espiar los trabajos científicos de construcción de la bomba atómica.
Luego de este episodio clave de la historia de México, el autor expuso, “ahora se conoce más el asesinato de Trovsky desde la perspectiva de los soviéticos.
“Nosotros teníamos información de cómo se había ejecutado el crimen, pero no sabíamos los detalles de la parte rusa. Entonces después de que se decrete que lo tienen que matar”, señala.
Juan Alberto Cedillo es periodista que reporta en la frontera Norte. Autor de Los Nazis en México, La Cosa Nostra en México, y esta fascinante biografía sobre el espía ruso Eitingon en México.
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