El linchamiento de ciudadanos negros en Estados Unidos, particularmente desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, es uno de los episodios más oscuros de la historia de ese país.
Los expertos calculan que en ese periodo alrededor de 5.000 afroestadounidenses murieron víctimas de la brutalidad de las multitudes que buscaban hacer justicia por su propia mano, y para quienes la tortura y el ahorcamiento eran un espectáculo público.
Lo que no es tan conocido es que cientos de ciudadanos de origen hispano -en su mayoría mexicanos- también fueron linchados en el suroeste del país, en muchos casos y como ocurría con los negros, sin que mediase juicio previo y con el conocimiento de autoridades locales.
Los ataques contra mexicanos en estados como Arizona, California, Nuevo México, Nevada o Texas se multiplicaron a partir de 1848, cuando México cedió gran parte de su territorio a EE.UU. en el tratado de Guadalupe Hidalgo tras dos años de guerra.
De repente, los mexicanos que vivían en esas tierras se convirtieron en competidores de los miles de colonos de ascendencia europea que llegaron desde el este del país, a menudo atraídos por la fiebre oro.
Se calcula que unos 600 mexicanos -en su mayoría hombres- fueron linchados desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX.
En algunos casos habían sido acusados de cometer delitos. En otros, el motivo fue su color de piel, el “ser demasiado mexicanos” o el “mirar de forma poco adecuada” a una mujer blanca.
Muchos de los episodios de violencia contra los mexicanos en el suroeste de EE.UU., igual que sucedió con los ataques contra los asiáticos o los nativos americanos, quedaron en el olvido.
En parte ello se debió a que su número fue inferior al de los afroestadounidenses y a que en los registros a las víctimas sólo se las identificaba como blancas o negras.
Además, los historiadores anglosajones no analizaron muchas de las fuentes escritas que reflejaban esos linchamientos, debido a que estaban mayoritariamente escritas en español.
“Demasiado mexicanos”
El profesor de la Universidad de Alabama, Richard Delgado, ha pasado los últimos años investigando los linchamientos de mexicanos en territorio estadounidense con la intención de llenar el vacío que todavía existe en los libros de historia.
Delgado publicó hace un tiempo un ensayo en el que, analizando trabajos como el de los historiadores William D. Carrigan y Clive Webb, buscaba dar una explicación a la poca relevancia que se le ha dado a esos ataques organizados.
Según el académico, en muchos casos negros y mexicanos fueron linchados bajo pretextos similares, como “quitar los trabajos” a los blancos, “actuar de forma arrogante” o “practicar brujería”.
La diferencia, según Delgado, es que a los mexicanos también se los atacó por “ser demasiado mexicanos”, lo que implicaba “hablar español demasiado fuerte o hacer alarde de su mexicanidad”.
A algunas mujeres mexicanas de clase baja también las lincharon “por resistirse demasiado a los avances de hombres blancos”.
El profesor de la Universidad de Alabama asegura que muchos de los linchamientos -que en su mayoría se desarrollaban en un ambiente celebratorio y con la convicción de que se estaban cumpliendo los deseos de la comunidad- ocurrieron con el conocimiento de las autoridades locales, especialmente en el estado de Texas.
Muchas víctimas fueron sacadas por la multitud de tribunales y prisiones. Tras ser ejecutados por ahorcamiento, sus cuerpos eran mutilados, quemados y exhibidos en público, en unos eventos que parecían servir para reforzar la cohesión de los grupos que los instigaban y los llevaban a cabo.
Historias en español
¿Por qué las referencias a estos episodios de violencia extrema contra los mexicanos son escasas en los libros de historia en EE.UU.?
En opinión de Richard Delgado, “el hecho de que la historia la escribieron los ganadores” sumado a que estos linchamientos no son una fuente de orgullo para los estadounidenses, ha hecho que cayeran en el olvido.
Además, según Delgado, para los historiadores anglosajones que no hablaban español era difícil acceder a las fuentes escritas que hacían referencia a los linchamientos y que en su mayoría eran periódicos comunitarios que estaban escritos en ese idioma.
“Si un historiador no hablaba español no podía leer esos periódicos y tampoco podía entender los corridos que hacían referencia a estos episodios, en los que se lamentaba lo ocurrido y se glorificaba a los que habían muerto”.
Las noticias de los linchamientos sí llegaron a México. En varias ocasiones funcionarios de ese país emitieron quejas oficiales frente a las autoridades de EE.UU. por esos actos.
Incluso ciudadanos mexicanos que vivían tanto en México como en EE.UU. se unieron para organizar protestas contra los linchamientos, llegando algunos a vengar la muerte de sus compatriotas asesinando a los responsables.
Pese a que muchos de los testimonios escritos de los linchamientos ya no se conservan, no ocurre lo mismo con las fotografías que se tomaron de esos actos de violencia, que en su época convirtieron la brutalidad y la tortura en un suvenir.
Los linchamientos eran un espectáculo de masas y los fotógrafos locales sacaban fotos y las copiaban en postales que luego vendían.
Linchamientos borrados
Esas imágenes perturbadoras fueron las que hicieron que el artista estadounidense de origen mexicano Ken Gonzales-Day se interesara por este oscuro episodio de la historia estadounidense.
Cuando Gonzales-Day inició sus investigaciones sobre el tema hace cerca de 15 años, se dio cuenta de que, a diferencia de lo que sucedía con el linchamiento de negros, en la literatura había pocas referencias a las ejecuciones de mexicanos.
De ahí que el artista emprendiera la ardua tarea de tratar de documentar los ataques que ocurrieron en California a través de las diferentes fuentes escritas que contaban esos sucesos, como los diarios de la época.
Gonzáles Day recogió sus hallazgos en el libro “Lynching in the West. 1850-1935” (Linchamientos en el oeste) publicado en 2006, y en el que detalla 352 linchamientos, entre ellos 132 de mexicanos.
Al mismo tiempo, utilizando algunas de las postales de esas ejecuciones que circularon ampliamente en EE.UU. hasta los años 30 del siglo pasado, dio forma la serie fotográfica “Erased Lynching” (Linchamiento borrado).
En esas imágenes Gonzales-Day eliminó digitalmente los cuerpos de los linchados, “una forma de simbolizar cómo los casos de los mexicanos que fueron víctimas de la violencia de las multitudes también fueron borrados de la historia”.
El objetivo también era que el espectador no fijara su mirada en la víctima sino en los autores del linchamiento.
Parte de la historia
“Como mexicano-estadounidense que vive en California sé que a veces no se nos trata como es de esperar y siempre he sido consciente de las diferencias raciales que existen”, explica Gonzales-Day en conversación con BBC Mundo en su estudio de Los Ángeles.
“A través de mi trabajo sobre los linchamientos quería descubrir de dónde venía esa animosidad histórica que algunos tienen contra los latinos y que continúa hoy en día”, señala el artista.
“Durante mi investigación fue muy deprimente ver cómo esas personas habían sido brutalmente asesinadas y ser consciente, al mismo tiempo, de que sus historias no se conocían. (…) Mucha gente se sorprende cuando les hablas de ello. Nunca se lo enseñaron en la escuela, algo que no debería suceder, al menos en California”.
“Es importante que los hispanos conozcan esa parte de la historia de su comunidad y del territorio en el que viven”, señala Gonzales-Day, quien también ha elaborado una serie titulada “Searching for California’s Hang Trees” (Buscando los árboles donde colgaban a la gente en California), que le llevó a pasar varios años recorriendo todo el estado fotografiando los lugares que hace un siglo fueron escenario de los linchamientos.
“Creo que es importante plantearse cómo vemos las diferencias, sean raciales o étnicas. También quiero que la gente reflexione sobre el acto de matar, lo haga un grupo de justicieros o el estado a través de la pena de muerte”, explica el artista.
Gonzales-Day se encuentra en estos momentos trabajando en un proyecto titulado “Run Up”, con el que quiere recrear en video uno de los linchamientos ocurridos en California a principios del siglo pasado.
Una forma más de que estos actos de brutalidad no sigan siendo borrados de la historia.