Luego que el pasado domingo 3 de agosto el presidente municipal de Ayutla, en el estado de Jalisco, fuera asesinado, la Asociación Nacional de Ayuntamientos y Alcaldes (ANAC) denunció en un comunicado que desde 2006 a la fecha 34 ediles han muerto víctimas de la violencia en el país, de los cuales siete han sido asesinados durante la presente administración de Enrique Peña Nieto.
En el texto, la Asociación publica un listado de los homicidios de alcaldes en funciones, en el que se detalla que 2010 fue el año en el que murieron más ediles, sumando un total de once asesinatos. 2011 se cerró con siete homicidios.
Los estados de Michoacán, Oaxaca, Durango y Veracruz son las entidades que más asesinatos de alcaldes han registrado desde 2006, de acuerdo con el listado.
En el comunicado, la ANAC lamentó el reciente asesinato de Manuel Gómez Torres, alcalde de Ayutla, así como el de la persona que lo acompañaba.
“Apoyamos el pronunciamiento que los 22 Alcaldes panistas en esa entidad destacaron en rueda de prensa el día de hoy (el pasado 4 de agosto), donde exigieron un esclarecimiento total de los hechos por medio de una investigación rápida por parte de la fiscalía de Jalisco”, apuntó el Presidente de la ANAC, Renán Barrera Concha.
Manuel Gómez Torres era el alcalde de la localidad de la región Sierra Occidental y su cadáver fue encontrado junto con el de José de Jesús Hernández en la colonia El Rayo de esa municipalidad, según los primeros datos dados a conocer por fuentes cercanas a la investigación.
Luis Carlos Nájera, fiscal general del estado, dijo que el asesinato del alcalde de Ayutla pudo ser efectuado por el crimen organizado.
“No creo que haya sido tema de robo, creemos que fue por crimen organizado. Nos dicen que no hay ninguna pista sobre quiénes podrían haber atentado contra el alcalde, vamos a encabezar las investigaciones, y vamos a hablar con las autoridades para ver si nos pueden llevar a los causantes del homicidio”, dijo en entrevista el funcionario.
Nájera señaló que el acompañante del alcalde, José de Jesús Hernández, no era su guardaespaldas, sino un caporal del rancho del funcionario.