
“En Brasil, los derechos civiles no son para todos”, dice Rafael Goncalvez, profesor universitario de Historia, al periodista danés Mikkel Keldorf en una de las escenas que aparecen en el documental El precio de la Copa del Mundo.
Según Keldorf, 200 mil brasileños han sido desplazados de sus hogares por la fuerza pública. “Todos son pobres”, explica en entrevista con Animal Político.
[contextly_sidebar id=”483f43dc5686f15934a345c469047844″]Sólo en Río de Janeiro, donde se llevará a cabo el partido final del Mundial, 10 mil 942 familias han sido desplazadas por diferentes motivos, según un reporte del Comité Popular de la Copa y las Olimpiadas: construcción de vías para transporte público, accesos a condominios de lujo y estadios, estacionamientos para el Maracaná y otros proyectos.
Neuzimar, su hermana y sus sobrinos son una de las familias desplazadas de la favela Providencia, una de las más antiguas de Río de Janeiro, que se encuentra a 5 kilómetros del estadio Maracaná. Ella y sus vecinos serán desplazados para la construcción de un teleférico que conectará lo alto de la favela con el centro de Río de Janeiro.
El Comité Popular reporta que las viviendas que el gobierno brasileño destinó para los desplazados no se encuentran, en su mayoría, en las zonas que se beneficiarán de las inversiones para la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en 2016. ¿Dónde están? En las periferias de las ciudades que tienen una baja cobertura de servicios públicos e infraestructura urbana.
Mikkel Keldorf pasó entre ocho y nueve meses en Brasil (2013-2014) para poder filmar y editar El precio de la Copa del Mundo, un documental que explora más allá del futbol brasileño.
“Tal vez las clases altas brasileñas son las más felices con la Copa del Mundo porque son ellos los que se benefician. Entre más dinero tienes, menos sientes las desventajas del Mundial”, dice Keldorf, quien pasó varios meses en Río de Janeiro y Fortaleza, dos de las 12 ciudades brasileñas que serán sede de los partidos.
En febrero pasado, la encuestadora Datafolha reveló que 52% de los brasileños apoyan el Mundial, el nivel más bajo que registra desde diciembre de 2008, cuando el respaldo llegaba al 79%. ¿Y los que están en contra? Pasaron de 10% al 38%.
Otro de los aspectos que explora el trabajo de Keldorf es lo que, hasta ahora, no está comprobado: los llamados “escuadrones de la muerte” en las calles brasileñas.
Mikkel Keldorf habló con distintas organizaciones en Fortaleza para mostrar la cara del otro Mundial: el Street Child World Cup, o el mundial de futbol de los niños de la calle.
En el documental, Manuel Torquato, coordinador del proyecto Crianças Nao é da Rua, explica el fenómeno de los “carros negros” que bajan las ventanas y disparan a los niños que duermen en las calles como “una manera de deshacerse de la gente, utilizada en Brasil en los años 90 y otros incidentes, para limpiarlas”.
Y hay más historias. Está la de Fatinha, madre de un joven asesinado por las fuerzas policiacas en 2012 en la favela Rocinha. Cuando en 2007 se dio a conocer que Brasil sería la sede de la Copa del Mundo y, además, los Juegos Olímpicos, el gobierno puso en marcha un plan para pacificar las favelas, expulsar a los criminales.
Hace unos días, la agencia AP reportó que más de 20 policías que vigilan esta favela, la más grande de Río de Janeiro, enfrentan acusaciones de tortura, desaparición y presunto asesinato de un hombre a quien interrogaban sobre armas y droga en la comunidad.
Entre una de las cosas que preocupa a Amnistía Internacional está justamente la ocupación policial de las favelas en Río de Janeiro, “lo que hace temer que se haga uso excesivo de la fuerza contra las comunidades y se las someta a control militar.”
A Amnistía Internacional también le mortifica la “despreocupación absoluta por los desalojos llevados a cabo en Río de Janeiro” para poder lograr las construcciones necesarias para el Mundial y los Juegos Olímpicos.
Según la organización InspirAction, estas construcciones estaban cifradas en 800 millones de euros, sin embargo, el gasto ya superó los 2 mil 700 millones de euros. Además, dice la organización, el financiamiento de estas obras aumentó 30% el endeudamiento de las ciudades sede del Mundial: San Pablo, Río de Janeiro, Salvador de Bahía, Recife, Porto Alegre, Natal, Manaos, Fortaleza, Curitiba, Cuiabá, Brasilia y Belo Horizonte.
Hace un par de días, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que el Mundial “será un gran éxito” y que no permitirá que las protestas afecten el desarrollo de la Copa.
Mikkel Keldorf no lo puede creer: “Tienes que ser muy positivo si crees que no habrá ningún problema”.
Éste es el documental completo: