Con una abstención de casi 60%, Óscar Iván Zuluaga del uribista Centro Democrático obtuvo el 29,26% de los votos mientras que el presidente Juan Manuel Santos consiguió el 25,68%. En tercer lugar quedó la candidata del Partido Conservador, Marta Lucía Ramírez, con un 15,53%, muy cerca de Clara López, del Polo Democrático Alternativo, que alcanzó un 15,23% de los votos. En el último lugar se situó Enrique Peñalosa, de la Alianza Verde, con un 8,28%.
[contextly_sidebar id=”f4cc07566005af7061d0faf68d9f627f”]Pese a que las elecciones de este domingo no entregaron un resultado definitivo sobre quien será el próximo presidente de Colombia, sí produjeron muchos y poderosos remezones políticos en este país. El mapa político colombiano definitivamente cambió, independiente de lo que ocurra en la segunda vuelta del 15 de junio.
El presidente Juan Manuel Santos se debilitó, el uribismo ganó aire, el proceso de paz quedó en aprietos y la abstención se creció. Y por cuenta de lo estrecho de la diferencia de votos que separa a Santos y Óscar Iván Zuluaga, los movimientos menores como el Polo Democrático, el Partido Conservador y los Verdes obtuvieron una ventana al protagonismo político mayor a la que esperaban 24 horas antes. Pese a haber perdido el domingo, podrían terminar ayudando a decidir quién será el próximo presidente.
Un problema grande para Santos
Los colombianos, pese a haber disfrutado de relativamente buenos resultados económicos y de estar posiblemente más cerca que nunca en su historia de un acuerdo con las FARC, están insatisfechos con el rumbo del país y con sus dirigentes.
En primer lugar, el resultado del domingo es un muy serio campanazo de alerta para el mandatario Juan Manuel Santos.
Al conseguir apenas 25% de la votación del domingo, pasó de haber obtenido 7 millones en la primera vuelta de las elecciones de 2010, y 9 millones de votos en la segunda vuelta de esos comicios que lo eligieron presidente, a apenas 3.3 millones ahora.
En 2010 Santos llegó al poder por los votos del uribismo, que en ese momento lo consideraba como su alumno más aplicado.
Es claro que el presidente no ha construido una base política propia tan poderosa en este cuatrenio, pese a haber hecho grandes esfuerzos por desmarcarse de la herencia política de Uribe.
Diálogos en la cuerda floja
El resultado del domingo también deja en la cuerda floja el proceso de paz con las FARC.
La guerrilla enfrenta la posibilidad real de tener como contraparte a un mandatario como Zuluaga, que obtuvo un no despreciable respaldo electoral anunciando que endurecería las condiciones para no pararse de la mesa de negociación en La Habana.
O los colombianos en su mayoría no están de acuerdo con el proceso de paz, o no les interesa lo suficiente, o necesitan que se los presenten de otra manera. Santos sentirá la necesidad de replantear, de manera inmediata, lo que le está diciendo al pueblo colombiano sobre los diálogos.
O, como le dice a BBC Mundo la profesora de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, Mónica Pachón, buscará lograr en los próximos días un avance concreto en la negociación, para convencer a la ciudadanía que la paz está realmente tan cerca como él dice.
El uribismo vive
Una tercera sacudida al mapa político colombiano viene por cuenta de la comprobación de que los anuncios que muchos hacían sobre la decadencia del uribismo como fuerza política habían sido prematuros.
Ni la andanada de críticas contra Uribe y su legado político por muchos de los medios colombianos, ni la escogencia de un candidato poco carismático como Zuluaga, ni los escándalos que enfrentó el aspirante en días recientes por cuenta del episodio del hacker, impidieron que muchos votaran por el protegido político del expresidente.
En Colombia parece que habrá uribismo para rato.
La mayoría no vota
Una cuarta alarma que se prende en ese país con el resultado del domingo es la que deja el enorme abstencionismo que se produjo.
20 de los 33 millones de los ciudadanos que pueden votar, decidieron no hacerlo. Una señal que la “guerra sucia” que se desató entre Santos y Zuluaga, así como la falta de respuestas en las propuestas de los candidatos a problemas concretos de su vida diaria como la seguridad ciudadana y la corrupción, espantaron a millones de ciudadanos del proceso electoral.
Por lo que se presagia un bandazo en la táctica electoral de los candidatos en las tres semanas que faltan antes de la segunda vuelta, para buscar recuperar esos millones de votantes perdidos a la abstención.
Los perdedores ayudarán a decidir
Tal vez la más contraintituitiva de las consecuencias de lo que pasó el domingo, es que los tres candidatos perdedores emergen con un poder que tal vez no esperaban tener horas atrás.
La candidata del izquierdista Polo Democrático Clara López, y la del Partido Conservador, Marta Lucía Ramírez, superaron con creces lo que las encuestas pronosticaban y sacaron cada una cerca del 15% del voto, unos dos millones de votos por partido.
Al representar cerca de una tercera parte del electorado, es claro que tendrán un enorme poder de negociación con Santos y Zuluaga, quienes necesitan de ellas para superar el escaso margen de votación que los separa.
Pero independientemente de lo que negocien López y Ramírez, parece claro que los votantes del Polo Democrático preferirán abrumadoramente votar por Santos que por la alternativa más derechista de Zuluaga. Y que muchos de los conservadores que votaron por Ramírez, estarían ideológicamente más cerca, y por ende entregarían su voto más fácil a Zuluaga que a Santos.
Lo que deja a los votos de Peñalosa, quien obtuvo el último lugar en estas elecciones, como los que están menos amarrados, y por tanto más codiciados para la segunda vuelta.
Todo lo que indica que Clara López, Marta Lucia Ramírez y Enrique Peñalosa están en condición de pedir un protagonismo político fuerte a cambio de adherirse a alguno de los dos sobrevivientes del domingo.
¿Quién ganará en este juego de alianzas? El comentarista político Ramiro Bejarano dice en el portal La Silla Vacía que a Santos le será más fácil conquistar indecisos, muchos de los cuales, asegura, temen al regreso del uribismo y votarán por el presidente como la alternativa preferible. “En la primera la gente vota por quien le guste y en la segunda por quien le convenga, y allí las alianzas y acuerdos se ven más fáciles para Santos”.
Por supuesto en el equipo de Zuluaga pensarán distinto. Y el enorme caudal de abstencionistas, si regresan al voto en la segunda vuelta, podrían inclinar la balanza en cualquier dirección.