¿Le apetece bailar con Leonardo DiCaprio al ritmo de la banda MGMT? ¿Qué tal escuchar lo último de Lana Del Rey junto a Lindsay Lohan? ¿Y tomarse una cerveza con Jared Letto y Katy Perry mientras asiste al concierto de Arcade Fire?
[contextly_sidebar id=”afdf312d844586fc037625533cc90d36″]Si cualquiera de estas propuestas le parece apetecible no debería perderse el Festival de Coachella, que se celebra estos días en la localidad californiana de Indio, a unos 200 kilómetros al este de Los Ángeles, y que se ha convertido en el festival de música con más famosos por metro cuadrado de todo Estados Unidos.
El evento, que cuando nació a fines de 1990 era considerado uno de los escaparates más respetables de la música alternativa del momento, ha sufrido en los últimos años una metamorfosis que, según muchos, lo ha llevado a convertirse en una pasarela para los ricos y famosos en la que los conciertos ya son sólo una excusa.
O como señalaba recientemente el diario Los Angeles Timesen un artículo sobre el festival: “Aclamado a principios de la década pasada por su espíritu libre, ahora Coachella es más un fin de semana de vacaciones en un recinto amurallado que un festival de música innovador”.
Al tiempo que han aumentado las críticas al festival por haber perdido su espíritu original y haber dado cabida a géneros musicales más comerciales, también se ha incrementado la asistencia al evento -que desde 2012 se celebra durante dos fines de semana consecutivos reuniendo a cerca de 90.000 personas-, así como el número de caras conocidas que se dejan ver por la localidad de Indio.
Pese a presentar un cartel con bandas y artistas de calibre como Arcade Fire, Muse, MGMT, Pet Shop Boys o Lorde, estos días Coachella ocupa más titulares de prensa por las últimas tendencias de moda que lucen los asistentes o las extravagantes instalaciones con las que cuenta la zona VIP del festival, que por la música.
Los orígenes del Festival de Coachella se remontan a 1993, cuando Eddie Vedder, líder de la banda de rock estadounidense Pearl Jam, decidió participar en el boicot contra la empresa Ticketmaster -a la que se acusaba de tener el monopolio de los escenarios del sur de California-, organizando un concierto en Club de Polo Empire de Indio -un recinto que nunca antes había acogido festival de música- al que acabaron asistiendo 25.000 personas.
Fue en 1999 cuando el evento empezó a celebrarse de manera regular, logrando año tras año aumentar el número de asistentes con unos carteles que mezclaban lo mejor de la música rock y electrónica alternativas, con actuaciones de grupos como The Chemical Brothers, Underworld, Pixies, Radiohead, The Cure, Nine Inch Nails, Daft Punk o Massive Attack.
En 2001 la pequeña promotora de punk que organizaba el festival, Goldenvoice, fue adquirida por el gigante del entretenimiento Anschutz Entertainment Group, conocido por las siglas AIG, y poco a poco Coachella fue creciendo hasta convertirse en lo que es hoy en día.
A nadie le extraña ya que en la lista de artistas que han participado en la edición de 2014 haya nombres como el del rapero Jay Z y su esposa Beyoncé o que por el reciento del festival se dejen ver Paris Hilton, Lindsay Lohan o una de las hermanas Kardashian, a las que las marcas de ropa pagan miles de dólares para que luzcan sus últimos modelos.
El que se acuse a Coachella de haberse convertido en un evento elitista tiene mucho que ver con los precios del festival y con los servicios exclusivos que se ofrecen a los asistentes con más posibilidades.
Las entradas para un fin de semana valen US$375 -unos US$100 más de lo que suelen costar otros festivales similares en EE.UU.- a lo que hay que de sumar los gastos de comida y alojamiento.
También se pueden pagar US$799 por una entrada VIP que otorga privilegios en las barras que sirven sofisticados cocktails.
A cambio de US$225 se puede degustar una cena de cuatro platos en el llamado “jardín de las rosas” y al que no le apetezca pasar calor puede alojarse por US$6.500 en una de las decenas de tiendas estilo safari que cuentan con aire acondicionado.
Además, algunos de los comercios y restaurantes más de moda de Los Ángeles abren sucursales efímeras en el recinto del festival.
“Coachella se ha convertido en un evento ridículo centrado en la moda y en los famosos en el que se congrega la gente rica para asistir a fiestas y en el que la música no es más que un complemento”, le dijo a BBC Mundo Marlow Stern, editor de entretenimiento de la publicación The Daily Beast, quien hace unos días publicó un demoledor artículo sobre el festival.
“Es algo absurdo. (…) Creo puede compararse con lo que ha sucedido con el festival de cine de Sundance en los últimos 20 años, en el que parece que uno esté en Los Ángeles en vez de Utah”, apuntó el periodista.
Shirley Halperin, editora de música de la revista The Hollywood Reporter, coincide con Stern en que el festival ha cambiado considerablemente en los últimos años, aunque señala que la asistencia de famosos es algo que ya ocurría en los inicios.
“Los famosos siempre han ido a Coachella por su cercanía a Los Ángeles. Pero en los últimos años, con la irrupción de redes sociales como Twitter y Facebook se han convertido en las estrellas del festival”, apunta Halperin.
“Al principio Coachella era el lugar al que iban los amantes de la música alternativa de la costa oeste de EE.UU. Era conocido porque cada año se podía ver a alguna banda que hacía años que no tocaba, como sucedió con los Pixies en 2004”.
“Ahora tiene menos que ver con la música y el arte y más con los famosos y la comercialización de productos. Además, se han multiplicado las actuaciones de artistas que no hacen música alternativa, sino hip hop, dance, etc…”.
Halperin asegura que si bien es verdad que muchas celebrities utilizan Coachela para dejarse ver, para algunos famosos “es la única oportunidad que tienen de asistir a un concierto al aire libre como hace todo el mundo y poder ver en directo a las bandas del momento”.
La periodista de The Hollywood Reporter se lamenta de que, debido a sus elevados precios, Coachella se haya convertido en “un evento exclusivo”. Además, señala ya no es “tan especial”, ya que “antes tenía su propio cartel de artistas mientras que ahora los mismos músicos pueden verse en muchos otros festivales”.
¿Qué deben entonces hacer los amantes de la música alternativa que añoran el antiguo Coachella?
Según Halperin, en el norte de California, en el área de San Francisco, existen varios festivales -como el Outside Lands o el Noise Pop- que han tomado el relevo.
¿El problema? Que ahí probablemente no se encontrará bailando a Leonardo DiCaprio.
**Publicada el 17 de abril de 2014.