[contextly_sidebar id=”b118166dd7d31c3db3c92f45ded580ec”]”Levanta las manos porque te vas a ir ahorita. Tú y tu protesta se han acabado”.
En cuestión de segundos las luces estridentes de una jauría de patrullas -unos 40 coches de la Policía de Phoenix- invaden los rincones de la calle. Los uniformados gritan, corren de un lado a otro apuntando con las linternas a todo cuanto se mueve, y acordona la zona ante la mirada atónita de los seis migrantes que mantienen un plantón desde el pasado 17 de febrero frente a las oficinas de Migración en la capital de Arizona, para exigir que sus familiares salgan del Centro de Detención Eloy, donde llevan presos incluso más de dos años por no tener documentación.
Este es el segundo warning. Un día antes, la policía había acudido al lugar para informar a los manifestantes que debían desalojar el pequeño campamento urbano, por estar presuntamente invadiendo parte de propiedad privada. Sin embargo, la presencia de periodistas, y sobre todo de los abogados que inmediatamente alegaron que todo edificio público debe tener un espacio para poder manifestarse libremente, hizo que los agentes se retiraran sin hacer ruido.
Pero a la noche siguiente, cuando el 25 de febrero se cumplía el noveno día de la protesta pacífica ‘Ayuno por dignidad’ y las cámaras de televisión regresaron a las redacciones, se acabaron las buenas palabras.
“Fue una redada muy agresiva. Cerraron las calles e incluso pararon el tren para acordonar la calle. Actuaron como si fuéramos criminales. Al momento de la detención, el sargento me dijo: ‘Carlos, tú y tu protesta se han acabado'”, cuenta en una entrevista telefónica con Animal Político Carlos Martínez, director de la ONG Puente Movement, que junto a la activista y dreamer Ericka Andiola, y otras dos personas, fue detenido, procesado, y trasladado a la cárcel del polémico Joe Arpaio; el sheriff del condado de Maricopa, célebre por sus operaciones contra los migrantes.
“Fue una redada muy agresiva. Cerraron las calles e incluso pararon el tren para acordonar la calle. Actuaron como si fuéramos criminales”
Checa aquí el video que publicó Puente Movement ayer viernes 28 de febrero, sobre el intento de desalojo de la Policía de Phoenix, en lo que la ONG considera una “represalia” por su protesta pacífica en defensa de los derechos humanos:
“La policía, en lugar de cuidar una protesta pacífica, hizo una redada de sorpresa. Estábamos trabajando en el caso de la posible deportación de Jaime Valdez (hijo del activista en huelga de hambre, José Valdez), pidiendo a la gente que mandara emails para exigir a las autoridades migratorias que se parara su expulsión, y la policía llegó muy agresiva y nos dijo que dejáramos de hacer eso, nos insultaron, y además amenazaron a las personas que estaban en la banqueta pública para que no grabaran nada con los celulares, porque si no los iban a arrestar”, narra por su parte Ericka Andiola.
“Toda esto es una táctica de las autoridades -denuncia la dreamer al respecto-, para meternos miedo y que no sigamos protestando por las deportaciones. Igual, a las personas que están presas (en el Centro de Detención Eloy) las siguen intimidando mandándolas al ‘hoyo’ (celdas de aislamiento), y los presionan para que digan a sus familiares que paren el ayuno”.
“La deportación de Jaime fue una venganza, un castigo por haber hecho la huelga de hambre”
Incluso, señala Carlos Martínez, la “represalia” de las autoridades de Arizona fue un paso más allá con la deportación ‘exprés’ de Jaime Valdez, quien fue literalmente abandonado en Nogales, en mitad de la noche y sin posibilidad de comunicarse con nadie, cuando cumplía precisamente su octavo día de huelga de hambre, luego de permanecer un año y tres meses preso en Eloy por no tener documentación.
“La deportación de Jaime fue una venganza, un castigo por haber hecho la huelga de hambre. Era algo que no esperábamos, a pesar de que esta administración de Obama es la que más está deportando”, lamenta Martínez.
En la cárcel de Joe Arpaio
Cuestionado sobre cómo fue su estancia en la cárcel de Joe Arpaio, el sheriff “más discriminatorio de la historia de Estados Unidos”, según señaló el propio Departamento de Justicia, el activista cuenta que estuvo más de un día en una celda hacinado junto a otras 30 personas, en la que se mezcla por igual a quienes no tienen documentos con acusados de drogadicción en la vía pública, o por robos a mano armada.
“En la celda donde estuve era una habitación con treinta personas, y de esas treinta, seis estaban allí solo por no tener documentos. Es decir, se mezcla a personas a las que, quizá, se le está bajando su drogadicción, o que entraron por asaltar a mano armada, con otras cuya única falta es no tener un número en un papel“, afirma Martínez.
“Aunque al mismo tiempo -plantea a colación el activista-, el estar encerrado junto con otros seis compañeros que están ahí por no tener documentos, te hace también ver por qué estamos haciendo esta protesta pacífica para exigir a este gobierno que se paren las detenciones y las deportaciones“.
Tras quedar libres el pasado jueves 27 de febrero, Carlos Martínez, Ericka Andiola y los otros dos activistas detenidos y encarcelados, regresaron al campamento que, desde el pasado día 17 de febrero y hasta el próximo lunes 3 de marzo, mantienen los migrantes y activistas José Luis Valdez, Anselma López, Lourdes Hernández, Hermina Gallego, Jovana Rentería, y Alejandra Sánchez, frente a la oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Phoenix, Arizona.
Lee aquí el perfil ‘Los rostros de la huelga de hambre en Arizona contra las deportaciones’