A cinco semanas de que el gobierno federal implementará un operativo especial en Michoacán, la incertidumbre y el miedo son la constante entre miembros de las autodefensas que se encuentran vigilando los retenes de aquellas regiones que ellos mismos denominan como “calientes”.
La misma policía federal recomienda que para estar seguros en la región del conflicto uno debe seguir ciertas reglas: “no entrar a poblados pequeños, no salirse de las carreteras, no viajar de noche y no tratar de ingresar a la sierra”, pues ahí, aseguran, aún quedan miembros escondidos de la organización criminal Los Caballeros Templarios.
[contextly_sidebar id=”6162d9f5d7933afc8a8fe4a526e4dfd6″]Antúnez es un ejemplo de un poblado que no logra recuperar la tranquilidad. Hace un mes la población salía a las calles sin miedo, las autodefensas habían retirado los retenes y los rondines eran pocos. Pero, por encima de todo, las armas permanecían ocultas.
Ahora las cosas cambiaron. Si uno intenta ingresar a esta región, tiene que pasar por un retén de autodefensas en el que es recibido por al menos cinco hombres armados con cuernos de chivo o ametralladoras R-15.
Son ellos quienes preguntan a cada vehículo que ingresa al poblado los motivos y la dirección a la que acuden. Si detectan movimientos o actitudes sospechosas, piden a los tripulantes de los autos bajarse para hacer una revisión. Hasta ese momento, un policía federal se acerca y auxilia en la revisión del coche.
Los cinco policías federales designados al retén tienen la orden de sólo observar, y actuar en caso de enfrentamiento con los grupos delincuenciales. En tanto las autodefensas hablan de sus nuevos chalecos antibalas.
“Ahora nosotros tenemos que pagar por estos. Vamos dando un dinero pero con esta ‘madre’ sí nos sentimos seguros”, señala Pedro, el hombre que recibe al visitante con un cuerno de chivo que, presume, saca de 30 a 50 balas.
En el poblado y por las principales calles se nota una constante vigilancia de las autodefensas, quienes viajan en camionetas con cuatro o cinco tripulantes fuertemente armados.
“Aquí las cosas no han acabado. Todo por acá sigue muy cabrón. Si uno se descuida, le aparecen dos cabezas en el centro del poblado y eso ya no lo podemos permitir. Por eso traemos nuestras armas a la mano”, refiere José, uno de los autodefensas que, asegura, tiene que vigilar el retén por al menos 12 horas.
En tanto, a las orillas del poblado de Antúnez, en una de las casas de seguridad de las autodefensas, las armas se limpian y se prueban.
“Nada más no se asuste tenemos, que calar los cartuchos y las armas y vamos a disparar para ver si funcionan”, dice uno al tiempo que acciona un cuerno de chivo para tratar de impactar a tres latas de refresco que tienen a distancia. El resultado: siete balas disparadas y una lata en pie.
En Apatzingán, vuelve el comercio y hasta el entretenimiento
Para llegar Apatzingán provenientes de Morelia las personas tienen que pasar por tres retenes de la Policía Federal y al menos dos de autodefensas. Es en esta región donde las cosas han cambiado: los comercios han reabierto, incluso aquellos que fueron quemados y que aún en sus mamparas muestran los rastros del incendio, en su momento, provocó el cierre.
En este lugar, que era conocido como bastión de Los Caballeros Templarios, la gente incluso comenta que los bares, restaurantes y lugares de entretenimiento ya abrieron y cierran “ya muy noche”.
A la entrada de Apatzingán, justo en una de las glorietas, el sacerdote Gregorio López, mejor conocido como el Padre Goyo, explica que aún se deben depurar algunos miembros de las autodefensas, pues existen integrantes que pudieran ser de Los Templarios. Al tiempo, da detalles de la situación en la región.
Mientras el padre habla, por el pueblo pasa una camioneta con megáfono que explica a los comerciantes y al pueblo que las cosas ahora ya están tranquilas, y llama a presionar a las autoridades con una estrategia, para que todo siga así.
“Escucha comerciante, ama de casa, vendedor, no pagues impuestos y presionemos a las autoridades para que las cosas sigan mejorando”, advierte al momento que soldados en un camión militar lo observan y escuchan.