“Me gusta interpretar mujeres reales”: Juliette Binoche
Cuando en Hollywood apenas la empezaban a conocer en la taquillera película Damage (Louis Malle), en 1992, al lado de Jeremy Irons, la actriz francesa Juliette Binoche ya había trabajado con grandes del cine francés, como Jean-Luc Godard (Hail Mary, 1985) y Jacques Doillon (Family Life,1985). Por entonces, se vislumbraba que sería una de las actrices más completas de su generación, pero 20 años después, demuestra que se ha superado a sí misma.
Luego de 30 años de carrera y grandes títulos que fluctúan entre el cine de autor y el cine comercial, incluyendo los blockbusters, como la nueva versión de Godzilla, que saldrá en 2014, Juliette estrena este fin de semana en México Camille Claudel 1915, el nuevo trabajo del premiado y reconocido director Bruno Dumont, autor de las aclamadas cintas Hadewijch (2009) y Fuera de Satán (2011).
“¡Nos tardamos en trabajar juntos!”, dice Binoche, con una sonrisa franca, vía Skype desde Francia, un domingo por la tarde, cuando se conecta en exclusiva con Animal Político, “no se había dado la oportunidad, yo quería trabajar con él pero no coincidían los proyectos, y qué bueno, porque este fue ideal”, dice la ganadora del Óscar por su papel secundario en El Paciente Inglés (Anthony Minghella, 1998).
Hacer una película “verdadera”
La historia se sitúa en el año 1915, durante tres días de la vida de la escultora Camille Claudel, quien vive encerrada en una institución mental por decisión de su familia, tras una depresión derivada de la muerte de su padre. Camille, hermana del escritor Paul Claudel, había sido amante del también escultor Auguste Rodin.
En estos tres días que nos detalla la película, Camille espera la llegada de Paul, aferrada, como un salvavidas, a la idea de que su hermano la sacará del manicomio donde está rodeada de discapacitados, que por momentos la enternecen pero por otros la desquician.
Cuando Binoche recibió la propuesta de Dumont, no dudó ni un segundo en aceptar, “Claudel es una artista cuya obra conozco muy bien”.
El director, fiel a su propuesta artística, sorprendió al filmar en una institución mental real con pacientes verdaderos, lo cual significó un gran reto para Juliette, quien en una secuencia tenía que gritarle a una de las internas “y me sabía muy mal hacerlo”.
Pero a decir de Binoche, su compañera en set se dio cuenta que era actuación, “nos miramos y me lo dijo con sus ojos, sabía que no era un grito de verdad y fue maravilloso poder interactuar con ella”.
Al ver la película, el ritmo y la emoción de la narrativa son tan poderosas que cualquiera pensaría que se trata de actores profesionales, “esa es la magia de Bruno Dumont, que hace películas verdaderas”.
“Es la mejor actuación de su vida”, dice sobre la cinta el diario francés Le Monde, y de paso describe el trabajo de Dumont como, “una escultura digna de la estupenda artista que retrata”.
La vida de Claudell y la carrera de Juliette no podían converger mejor, “su vida me resulta fascinante por haber sido una luchadora a pesar de las injusticias que vivió”, dice la actriz.
Sus personajes trágicos
Es precisamente su elección de personajes trágicos lo que por un lado le ha traído aplausos, pero por el otro, críticas a su decisión de ser repetitiva o aburrida.
Pero la Binoche se defiende al decir que elige papeles “poderosos”, y no trágicos, “los personajes complejos son los que me interesan”. Lo mismo, dice, aplica para las comedias, como Chocolat (Lasse Hallström, 2000) y Dan in Real Life (Peter Hedges, 2007) junto al cómico Steve Carrell.
“No porque haga una comedia mi personaje tiene que ser insignificante o tonto, si lo hago es porque es valioso y fuerte”. En ese tenor, sus elecciones han sido atinadas, porque jamás ha aceptado una comedia pastelera, aun con la comedia romántica Jet lag (Daniéle Thompson, 2002) al lado de Jean Reno.
Sin duda alguna, el papel que la consolidó como una actriz ideal para personajes complejos fue la obra de culto de Krzysztof Kieslowski,: Azul, de la Trilogía Tres Colores: Azul, Blanco, Rojo; intrepretó a Julie, una mujer que vive el horror de la muerte de su esposo y su hija en un accidente automovilístico.
A partir de ahí, su carrera se centró en el cine de arte, principalmente, “porque lo que he querido es llevar mi carrera por esa veta, aún si son papeles pequeños”.
Así, su palmarés presume nombres títulos tan rimbombantes como La Insoportable Levedad del Ser de Pihilp Kaufman (1988) con todo y guion de Jean-Claude Carrière, Code Unknown (2000) y Cache (2002) de Michel Haneke; Flight of the Red Ballon (2007) del prestigiado Hou Hsiao-Hsien; Cosmópolis de David Cronenberg y muchos más.
No hay que ser feminista
Binoche recuerda con especial cariño su actuación en Los Niños del Siglo (Diane Kurys, 1999), donde le dio vida a la escritora Georges Sand –y conoció al padre de su hija Hanna, el actor Benoit Maginel), una mujer que ocultaba su identidad tras un nombre y vestimenta masculina para ser tomada en serio.
“Si te fijas, Camille es como ella, aun cuando no se parecerían en realidad, pero son mujeres que se tratan de imponer ante lo imposible, ante todo, con dignidad, no importa cuán duro lo estén pasando”.
Sand, como Claudell o Julie y muchas otras de las mujeres de Binoche, sin embargo, no son parecidas a ella, “son parecidas a todas las mujeres, a ti y a mí y a quien nos lea, por eso me gusta interpretarlas, porque son mujeres reales”.
Pero también aclara que esto no significa que sea una feminista en campaña, “creo que hay que entender al feminismo de una forma más humana, más sensible que política y centrarnos en el poder interno y no en el público”.
Nadie mejor que la camaleónica Juliette Binoche para encarnar las pasiones y angustias femeninas como en este gran papel que encoge el alma tanto como la llena de esperanza.
