El primer ministro británico David Cameron amenazó ayer lunes 28 de octubre con tomar acciones —que no especificó— por las revelaciones de The Guardian de material de inteligencia estadounidense, y agregó que las autoridades encontrarán difícil contenerse si los medios de comunicación no muestran suficiente control sobre lo que publican.
[contextly_sidebar id=”6278a9493deac2243f7a263a4115c21d”]Gran Bretaña no tiene una garantía de protección a la libertad de prensa ante la inferencia oficial, como la Primera Enmienda constitucional que tiene Estados Unidos. Además, su Ley de Secretos Oficiales castiga la revelación no autorizada de material clasificado, aunque gobiernos sucesivos generalmente han dependido del cabildeo informal para mantener fuera de las noticias las historias secretas de seguridad nacional.
A pesar de una serie de artículos de The Guardian que detallan la recusación de datos de inteligencia de Gran Bretaña y Estados Unidos, el gobierno de Cameron hasta ahora ha optado por no acudir a la corte para silenciar al diario. Pero en una sesión de preguntas y respuestas con legisladores, Cameron dijo que la paciencia de su gobierno se está agotando.
“El método que hemos adoptado es tratar de hablar con la prensa y explicar lo dañino que algunas de estas cosas pueden ser”, declaró el primer ministro.
“No quiero tener que usar requerimientos judiciales o una orden para censurar“, dijo en referencia a los avisos emitidos algunas veces para presionar a la prensa nacional sobre artículos delicados para la seguridad del país. “Pienso que es mucho mejor apelar al sentido común de responsabilidad social del periódico”.
“Pero si no muestran algo de responsabilidad social, será muy difícil para el gobierno contenerse y no actuar”.
Las revelaciones de The Guardian —obtenidas por las filtraciones hechas por Edward Snowden, exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense— han dejado al desnudo las actividades de espionaje de Estados Unidos en todo el mundo.
Han mostrado cómo la agencia, conocida como NSA por sus siglas en inglés, ha registrado las llamadas de decenas de millones de estadounidenses, mantiene registro de una enorme porción del tráfico de correo electrónico e incluso vigila los teléfonos de líderes mundiales.
La GCHQ, contraparte británica de la NSA, también está bajo escrutinio.
Las revelaciones han desatado un debate internacional sobre vigilancia y privacidad, pero algunos críticos opinan que la mirada inusualmente explícita a la forma como recaban información Gran Bretaña y Estados Unidos está dañando la seguridad de ambas naciones.
AP