[contextly_sidebar id=”4c5c04cd3f9c4a9902362707fb40d545″]Una propuesta de la Reforma Energética que impulsa el Gobierno federal es la exploración petrolera en aguas profundas pero, de acuerdo con la Comisión Nacional de Hidrocarburos, los resultados en la búsqueda, hasta ahora, no han sido los esperados.
El informe “Clasificación de los proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos”, editado el año pasado por el organismo público, señala que de los 20 proyectos que ha explorado Petróleos Mexicanos (Pemex), 15 presentan rentabilidad negativa.
De estos 15 proyectos -11 de gas y cuatro de aceite-, en algunos casos su rentabilidad fue negativa cuando se ajustó su probabilidad de éxito comercial. Algunos estaban secos, eran improductivos o tenían aceite pesado.
“El 75%de los proyectos exploratorios en aguas profundas presentan un indicador de rentabilidad negativo”, señala el diagnóstico.
Para Aroa de la Fuente y Francisco Cravioto, investigadores de la organización Fundar, la gran apuesta de los yacimientos en aguas profundas, impulsada por el ex presidente Felipe Calderón y ahora por Peña Nieto, son una promesa que no resulta redituable.
“La exploración en aguas profundas ha sido un fracaso, puesto que aún no se logra incorporar reservas de petróleo. Dado los costos de los proyectos en aguas profundas, no es posible que estos proyectos resulten económicamente rentables”, planteó de la Fuente.
Cravioto, por su parte, explicó que la exploración en aguas profundas es “de alta incertidumbre” para el País.
Además de la elevada inversión, agregan, también implica riesgos ambientales y seguir con la política de hidrocarburos que contribuye al cambio climático.
“Invertir los esfuerzos y los recursos públicos en este tipo de proyectos sigue poniendo el acento en mantener un modelo energético basado en los hidrocarburos”, planteó De la Fuente.
La organización Greenpeace ha reportado que la renta por cada plataforma de exploración asciende hasta 500 mil dólares al día.
En la justificación de su iniciativa de reforma, Peña Nieto compara los bajos niveles de exploración en México contra los que se realizan en Estados Unidos.
“Si consideramos solamente pozos ultra profundos de más de mil 500 metros, los cuales corresponden más al perfil de nuestras aguas territoriales, encontramos que México apenas comenzó actividades de perforación en 2010. Desde entonces se han perforado anualmente 52 pozos en aguas ultra profundas en Estados Unidos, contra sólo cinco en México”, señala el documento.
Los mismos datos se repiten en los spots que el Gobierno federal puso al aire para difundir la iniciativa presidencial.
Pero el mismo informe de la Comisión señala que los proyectos en aguas someras (inferiores a 500 metros de profundidad en el mar) son más rentables.
“Los proyectos exploratorios en aguas someras presentan un indicador de rentabilidad significativamente superior a los proyectos exploratorios en aguas profundas, además de que presentan una menor incertidumbre”, plantea el documento.
En agosto de 2011, poco antes de acabar su mandato, el entonces presidente Calderón anunció el hallazgo de un yacimiento petrolero en aguas profundas en el Golfo de México, denominado Trión-1, el cuál se esperaba incorporara hasta 400 millones de barriles a las reservas probadas, probables y posibles (3P) del país. Sin embargo, hasta ahora, no se ha informado si ya se sumó a la producción de Pemex.