Un grupo de átomos son las estrellas de la película más pequeña -no más corta, más pequeña- del mundo. Tan pequeña, que ha quedado registrada como tal en el Libro Guinness de los Récords.
El rodaje estuvo a cargo de científicos-cineastas de la empresa de tecnología IBM, quienes manipularon átomos individuales sobre una superficie de cobre para realizar el filme, que se llama “Un niño y su átomo”.
Producido con la técnica de animación cuadro a cuadro, el corto se vale de un puñado de átomos que fueron reacomodados para cada fotograma utilizando la punta de un microscopio de efecto túnel (STM, por sus siglas en inglés). El dispositivo fue creado por científicos de esa compañía, quienes recibieron el Nobel de física en 1986 por su invención.
242 fotogramas
La clave para la realización del corto está en el funcionamiento del STM, en el que una aguja de metal extremadamente afilada y con carga eléctrica se pasa sobre la superficie de una muestra de material. Cuando la punta se aproxima a las texturas de la superficie, la carga eléctrica “salta la brecha”, gracias al denominado “efecto túnel”, descrito en física cuántica.
“La punta de la aguja es a la vez nuestros ojos y nuestras manos: percibe los átomos para hacer imágenes del lugar en que se encuentran, y luego se mueve más cerca de los átomos para colocarlos en nuevas posiciones”, explicó Andreas Heinrich, del centro de investigación de IBM en California, Estados Unidos.
“Los átomos permanecen en sus posiciones porque forman enlaces químicos con los átomos de cobre que se encuentran en la superficie que está debajo, y eso nos permite tomar una foto de la distribución de los átomos en cada fotograma del filme”.
“Entre cada fotograma movemos con cuidado los átomos a una nueva posición, y tomamos otra foto”, le dijo Heinrich a la BBC.
Así consiguieron crear los 242 fotogramas de la película. Las dimensiones de cada uno son tan ínfimas, que habría que colocar unos 1.000, uno junto al otro, para alcanzar el grosor de un cabello humano.
Una excusa para hablar de ciencia
La producción requirió el esfuerzo de cuatro científicos, quienes trabajaron 18 horas diarias durante dos semanas.
“Un niño y su átomo” demuestra cuánto ha evolucionado la capacidad de los científicos de manipular la materia a nivel atómico.
IBM espera que esto le permita desarrollar una nueva generación de soluciones de almacenamiento de información.
De hecho, a comienzos de 2012 investigadores de la empresa habían demostrado cómo podían guardar un bit digital (la más pequeña unidad de información) usando tan solo 12 átomos. Los dispositivos que se utilizan hoy requieren alrededor de un millón de átomos para almacenar esa cantidad de información.
Pero aunque suene todo a ciencia dura, Heinrich afirmó que “Un niño y su átomo” es “un disparador para que los niños y otra gente comiencen a hablar e interesarse por las matemáticas, la ciencia y la tecnología”.