Mientras Boston sigue de luto y tratando de encontrar el sentido de los hechos de la última semana, el departamento de Justicia de Estados Unidos acusó al sospechoso Dzhokhar Tsarnaev de utilizar un arma de destrucción masiva.
Todavía quedan muchas preguntas sin responder sobre lo que motivó el atentado con bombas, explosivos caseros en una olla a presión, el 15 de abril en el maratón de Boston que dejó tres muertos y más de 180 heridos.
Pero ahora se sabe que los cargos formulados por la fiscalía general están vinculados a terrorismo y, como tal, presentan la posibilidad de solicitar la pena de muerte para el acusado.
La denuncia criminal contra Tsarnaev, el sospechoso de 19 años, fue presentada en la habitación del hospital donde continúa internado con heridas graves.
El documento legal dice que el sujeto “está específicamente imputado con un cargo de usar y conspirar para usar un arma de destrucción masiva (concretamente, un artefacto explosivo improvisado o IED, por sus siglas en inglés) contra personas y propiedades dentro de Estados Unidos resultante en muerte, y un cargo de destrucción maliciosa de propiedad con el uso de un artefacto explosivo resultante en muerte”.
“Las acusaciones autorizan una condena, de encontrársele culpable, de pena de muerte o cadena perpetua o cualquier término en prisión por un período definido”.
¿Qué es “destrucción masiva”?
La pregunta que muchos se plantean es: ¿cuándo un arma se convierte en un arma de destrucción masiva (o WMD, como son comúnmente conocidas en inglés)?
Aunque el término se asocia regularmente al gobierno de George Bush y su “guerra contra el terror”, las WMD fueron clasificadas así por Naciones Unidas en 1948. Y a través de los años, con el desarrollo de la tecnología, se ha ido reinterpretando su clasificación.
En 2009, el departamento de Defensa de Estados Unidos adoptó una nueva definición de las WMD: “Armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares capaces de causar un alto grado de destrucción o causar pérdidas masivas”.
Pero tal como señala el doctor Seth Carus, profesor del Centro para el Estudio de Armas de Destrucción Masiva de la Universidad de Defensa Nacional (una institución en Fort McNeir, Washington, financiada por el departamento de Defensa de Estados Unidos), desde que el término fue creado, cada país y cada organismo gubernamental han interpretado sus propias definiciones de WMD.
“A pesar del extenso uso del término durante las pasadas dos décadas, hay una amplia percepción de que éste no tiene una definición aceptada y de que significa cualquier cosa que el usuario desee que signifique”, dice el experto.
Y agrega que “a pesar de la relativa claridad de la definición que se usa en la diplomacia de desarme, en el curso de los años han aparecido múltiples definiciones adicionales”.
“Algunas de estas definiciones alternativas reflejan los intereses brurocráticos de los departamentos y agencias (como lo han hecho los departamentos de Defensa y Justicia)”, explica el profesor Carus.
En su estudio sobre lo que son WMD el experto afirma que, sólo en Estados Unidos, ha encontrado más de 50 definiciones de lo que éstas son.
Así, aunque algunos puedan pensar que WMD se refiere a un arma con una carga no convencional –como nuclear, química o biológica– para otros significa otra cosa.
Para la ley federal estadounidense, “arma de destrucción masiva” cubre una gama muy amplia.
Y tal como lo confirmó el FBI, las WMD en este caso eran “bombas que utilizaron ollas de presión como cascos empacados con explosivo de bajo grado, perdigones, clavos y un ‘detonador amateur verde'”.
Además de este tipo de bombas caseras, las granadas, minas antipersonales, misiles y cohetes también son WMD, según la ley federal.
Pero las armas de fuego y el material para pirotecnia (que incluye explosivos) no lo son.
Según le explicó a BBC Mundo Stephen Vladeck, profesor de leyes de la Escuela de Leyes de la Universidad Americana, en Washington DC, “la manera en que el estatuto (sobre armas de destrucción masiva) está escrito, no importa si se trata de una bomba casera, un dispositivo convencional o un lanzagranadas; el estatuto es tan amplio que puede abarcar cualquier cosa que vaya más allá de un arma corta y que haya sido utilizada para causar el máximo de víctimas”.
Éste no será el único y el último debate que surja a medida que sigan investigándose los hechos del atentando en Boston. Lo que parece estar claro, tal como declaró el Fiscal General Eric Holder, es que “los responsables de estos actos atroces rendirán cuenta de sus actos con todo el peso de la ley”.
Cargos de terrorismo
Antes de que se conocieran las acusaciones se desató un debate sobre si Tsarnaev debía ser tratado como “combatiente enemigo” pero el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney dejó en claro que Tsarnaev no sería tratado como tal.
“Procesaremos a este terrorista a través del sistema de justicia civil”, expresó el funcionario.
El gobierno de Barack Obama creó en 2009 una serie de opciones legales diseñadas para que la fiscalía pueda proceder lo más pronto posible a establecer un caso contra sospechosos de terrorismo.
El estado de Massachusetts, donde fue cometido el crimen, no cuenta con la pena de muerte. Pero un delito vinculado a terrorismo es un cargo federal y, como tal, sí puede presentar esa sentencia.
No es la primera vez que la actual administración estadounidense persigue con éxito ese objetivo: en 2009, logró obtener una sentencia de cadena perpetua contra el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab.
Abdulmutallab fue condenado en una corte federal por, entre otros cargos, el uso de un arma de destrucción masiva cuando intentó explotar un avión con una bomba cosida a su ropa interior.