En el pecado, Luis Echeverría Álvarez llevó la penitencia. Antes de ser el elegido en la sucesión presidencial de 1970, el priista actuaba como espía de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Al final de su sexenio, cuando aspiraba a la Secretaría General de Naciones Unidas, el país al que servía bloqueó su candidatura al dar pruebas de su labor como agente. Si alguien lo conocía a la perfección, eran los estadounidenses.
Hacia 1975, el ex agente de la CIA Philip B. Agee reveló que bajo la clave ‘Litempo 14’, Echeverría entregó información de mexicanos desde 1960. La cercana relación permitió que Estados Unidos lo describiera como un hombre que, al ejercer la Presidencia, comenzó a mostrar “toques de megalomanía” y un “mesianismo” creciente en su carácter.
Los calificativos anteriores se desprenden de dos comunicaciones diplomáticas que se encuentran entre los cables recientemente publicados por Wikileaks. Uno lleva el título “LEA’S Travel: Is This Trip Really Necessary?”. El otro, “President Echeverria’s U.N. Aspirations”.
En 1979, la revista Proceso narró cómo Estados Unidos, en las formas, apoyaba la candidatura de Echeverría como Secretario General, sin embargo, en el fondo no estaba de acuerdo. Por ello presentó pruebas de su actuación como informante. Los cables disponibles en Wikileaks arrojan luz sobre cómo se fue tejiendo esa estocada a la candidatura del entonces presidente mexicano y cómo percibían los estadounidenses su personalidad.
“Es un poco puritano, mantiene un ritmo de actividad extenuante (no siempre productivo), ama los reflectores. Su reacción ante las crisis no es predecible, pero tiene una tendencia al ‘actúa ahora, reflexiona después’. Como un estadista internacional, Echeverría es relativamente no sofisticado, tiende a sobresimplificar. Claramente considera al UNSC (Consejo de Seguridad de la ONU) un obstáculo para una UNGA (Asamblea General de Naciones Unidas) democrática”, describe el cable 1975MEXICO06867_b.
La Embajada en México lo imagina así al frente de la ONU:
“Si es electo SECGEN (Secretario General), requerirá una considerable educación en diplomacia multilateral, puede aparecer con iniciativas sorprendentes, puede ser difícil de aconsejar. Tiene ciertos prejuicios a favor de las democracias occidentales sobre estados comunistas, ciertamente está sesgado a favorecer al tercer mundo (…). Su reacción a las crisis es impredecible. Como la mayoría de los mexicanos, tiene una cautela inherente, si no es que desconfianza hacia Estados Unidos. Si es electo SECGEN, el Gobierno de México continuará como activista de las políticas tercermundistas más que bajo otro escenario”.
El cable anterior fue emitido por la Embajada y dirigido al Departamento de Estado el 1 de agosto de 1975. Faltaba poco más de un año para que entregara la presidencia a López Portillo. Al estar corriendo aún su sexenio, la legación en México asegura que el decoro y ciertas inseguridades sobre el éxito de su candidatura frenan momentáneamente los esfuerzos de Echeverría para buscar apoyo a su postulación.
“Más de un observador cercano ha notado ‘un toque de megalomanía’ en Echeverría desde que asumió la Presidencia, y un posible aumento del ‘mesianismo’ en su carácter. Esa observación es probablemente hoy más válida que nunca”.
“Echeverría es poseedor de una enorme autoestima. Su carrera siempre ha estado proyectada en línea recta (…), enfocada al poder virtualmente ilimitado en el sistema mexicano altamente centralizado”.
Los desdenes del Presidente
Esta comunicación, junto con la referente a sus viajes, desvela más aspectos del estilo del entonces Presidente en su forma de gobernar. El abogado nacido en la Ciudad de México y Secretario de Gobernación en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz era voluntarioso. Difícil de asesorar.
“Echeverría desestima evidentemente, o algunas veces ignora los consejos de los que son responsables institucionales de asesorarlo. Ni el Secretario de Relaciones Exteriores (Emilio) Rabasa, ni expertos de la Secretaría parecen tener mucha influencia en él. Además, Echeverría no duda en agrupar a los oficiales superiores de su gabinete con la burocracia en general, de la cual es frecuente crítico. Es probablemente más receptivo a las visiones de un puñado de socios cercanos que no son expertos o siquiera bien informados en determinados asuntos de política exterior o económicos”.
Un mandatario ausente
Hacia el 8 de julio de 1975, la Embajada da cuenta de una gira mundial costosa de Echeverría y de “propósitos dudosos”. 42 días estuvo fuera de México en un periodo en que la presión sobre la economía aumentaba.
“Pese a la adulación y el bombo y platillo con los que se anunció la gira tricontinental de Echeverría, de ninguna manera están todos convencidos en México de que esa ausencia de 42 días es buena para el país. En privado, no pocos mexicanos han expresado su preocupación por el tamaño de su comitiva (unos 200, con ‘colados’), sus costos, sus propósitos dudosos y la interrupción del trabajo gubernamental en curso”.
Entre los pocos que hicieron esas críticas en público estuvo Samuel del Villar, quien publicó en Excelsior una columna en la que califica como “frívola” la explicación dada por algunos acerca de que el viaje tuvo como propósito impulsar la aspiración de Echeverría a la Secretaría General de la ONU, puesto que en público él se descartaba. El cable 1975MEXICO06052_b cita la columna de Del Villar.
Si bien la Embajada de EU en el DF no abunda con sus propias palabras en el tema, cierra el cable con una clara apreciación: “No podemos sino estar de acuerdo con las implicaciones señaladas por Del Villar acerca de que la ausencia del Presidente por seis semanas en un periodo de crecientes tensiones económicas (…) refleja una actitud de autoestima suprema, si no es que de arrogancia pura”.
Algunas citas de la columna de Del Villar afirman con sarcasmo que:
– “El viaje de Echeverría debe ser de extraordinaria importancia para los intereses mexicanos, pues de otra manera la larga ausencia del Presidente en un periodo de sensibilidad económica y política no se justificaría.”
– Del Villar califica como “frívola” la explicación de que el propósito del viaje de Echeverría yace en adelantar la candidatura de Echeverría a la Secretaría General de la ONU, afirmando que el presidente había perdido ya sus oportunidades para el puesto.