Mercedes Doretti, investigadora del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), nació en 1959, 17 años antes que iniciara en su país la dictadura militar argentina que tendría como consecuencia muertos y desaparecidos.
Años después, la experiencia de Doretti la trajo a México para que encontrara la identidad de varios cadáveres de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Sin embargo, meses después y con el crimen organizado ya situado en la frontera norte del país, Mercedes Doretti se dio cuenta que varios cadáveres no coincidían con los patrones de las mujeres de Ciudad Juárez.
–¿Así fue como inició el Proyecto Frontera?
–Nosotros empezamos el Proyecto Frontera a partir de 2009, luego que en Ciudad Juárez nos habían pedido la identificación de restos de mujeres y que tratáramos de identificar los cadáveres o compararlos con mujeres del estado de Chihuahua. Y a raíz de que nos quedaron números sin identificar, vimos que no había mecanismos de intercambio eficientes, a nivel nacional y local. Si yo quería ver el tipo de mujeres y los restos que teníamos, no había forma de encontrar información (genética). Por eso comenzamos a trabajar en este proyecto, trabajar en un sistema regional, que mejore la búsqueda de personas desaparecidas, de migrantes, entre restos no identificados en la región.
Para logar este objetivo, Mercedes Doretti inició con la recolección de información genética, a través de varios bancos de datos forenses de migrantes no localizados en las comunidades de origen. Estos bancos de origen, se conformaron con recursos gubernamentales y no gubernamentales.
–Hemos cofundado bancos en El Salvador, Chiapas y en Guatemala. El banco de Chiapas tiene la particularidad que, como es el primer lugar donde desaparecen migrantes centroamericanos, no se dedica sólo a buscar chiapanecos desaparecidos, sino también a migrantes desaparecidos, sobre todo a centroamericanos.
Mercedes Doretti no minimiza la información obtenida, a pesar que el número de desaparecidos, según sus cálculos, ya asciende a 25 mil.
“Tenemos 448 casos de migrantes no localizados. Es el número que hay de estos cuatro bancos y el 25% son mujeres desaparecidas. No sabemos si murieron o no. Y aparte están los restos. Que eso es lo que hay que comparar”, explicó.
–¿Podría compararse el caso de México con el de la crisis humanitaria ocurrida en Guatemala o las desapariciones de Argentina o España?
–Acá estamos con una muy severa crisis humanitaria, ya que hay más de 25 mil desaparecidos, según datos de la PGR y entonces hay 25 mil familias que están esperando una respuesta de su familiar. Es un problema muy difícil, técnico de resolver y esperamos que haya recursos económicos para resolver esto.
–¿Qué tan deficiente es la recolección de datos que hace el gobierno mexicano para que ustedes puedan hacer su trabajo?
–Estamos tratando de aportar lo que podamos nosotros con nuestra experiencia, junto con los forenses de México. Obvio, donde ocurre que hay muchos restos sin identificar, es un reto para el rescate humanitario y técnico. Pero es posible hacerse, depende también de los recursos que se asignen y de la facilidad que haya para intercambiar información. Hay que hacerlo, es posible hacerlo, sí es difícil, pero es posible hacerlo. Es un número de personas muy grande. ¿Qué pasaría si un hijo de uno o un padre de uno estuviera entre esas 25 mil personas? Yo creo que cualquiera quisiera que le regresaran a su ser amado y eso es por lo que estamos trabajando nosotros.
–¿Qué tan largo es el proceso?
–Lleva su tiempo. En Argentina, la desaparición forzada causó que fuera muy difícil recuperar a los muertos. En el caso de México, en muchos casos hay otra realidad. Y esa realidad es que hay muchos restos sin identificar en los mismos panteones municipales, que implica una búsqueda en lugares más complejos o no tengamos la información. Es una tarea dura, pero hay que hacerla.
–¿Qué tecnología usan?
–Nosotros lo que hacemos es trabajar… genética no es todo, es una parte importante, pero primero tomamos una entrevista con familiares de la persona desaparecida, datos deontológicos, marcas de la piel y tomar muestras de los familiares de las personas desaparecidas para que los resultados de ADN sean lo más claro posible. Y luego con toda esta información, a veces salen huellas dactilares y a partir de ahí hacer cruces posibles.
–¿Cuánto tiempo llevará este proyecto?
–Varios años más.
–Trabajan a contrarreloj…
–Sí y no, porque el ADN se puede trabajar en restos óseos, dependiendo del proceso de decrepitación, podemos todavía tomar las muestras. Más que nada, lo que hay que recuperar son las cuestiones legales, el acceso a información entre países, las cuestiones metodológicas, el cruce de información forense, hacer acuerdos de cooperación más amplios y el cruce de información.
-¿Qué pasó, por ejemplo, con los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas? ¿Hicieron algo ustedes?
-Nosotros hemos hecho una petición al gobierno de México junto con otras organizaciones ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el pasado 23 de marzo de 2012, en Washington, solicitándole al gobierno de México una comisión forense internacional para colaborar en la identificación de los restos que aún no se han identificado de los 72 migrantes y de la fosa de San Fernando, Tamaulipas. Queremos que los casos de los centroamericanos estén más.
–¿Qué siente Mercedes Doretti cuando se entera que encuentran más fosas?
–Mucha desesperación. Porque pienso ¡Qué dolor por estas personas que han perdido la vida!, por las familias que los estaban esperando de un lado o de otro y al mismo tiempo, pienso: Esto es lo que les ha pasado, tal vez haya sido lo mejor para encontrarlos y que sus familiares puedan identificarlos, pero es en verdad difícil.
–¿El Estado Mexicano comprende la magnitud del problema?
Mercedes Doretti hace un largo silencio….y prefiere no responder.