Bajo una hoz y un martillo gigantes, la cúpula del Partido Comunista de China se reunió esta semana para su sesión anual parlamentaria, con todos sus miembros luciendo el mismo uniforme extraoficial.
Mientras escuchaban de pie el himno nacional, los políticos formaban filas perfectas, separados por la distancia de un pie. Cada uno tenía una taza blanca y una copia del discurso del presidente sobre su escritorio.
Desde cierta distancia, era prácticamente imposible distinguir uno de otro.
En el más alto nivel del Partido Comunista de China, parece, los líderes hacen grandes esfuerzos para fundirse con los otros y ser uno solo.
Pero en noviembre pasado ocurrió algo diferente. Muchos políticos retirados acudieron al congreso del partido, un evento que tiene lugar cada cinco años.
Luego de ver la reunión por televisión, numerosos usuarios de Weibo, la versión china de Twitter, comenzaron a discutir inmediatamente una asombrosa ruptura de protocolo: el presidente retirado Zhu Rongji se había atrevido a dejarse el pelo cano.
El expresidente chino Zhu Rongji sorprendió al dejarse el pelo cano.
“Miren el podio del congreso del partido, todos con el pelo teñido intentando parecer más jóvenes”, escribió un usuario.
“El pelo de Zhu es tan natural. Si eres viejo, eres viejo”, elogiaba otro.
“Todos los funcionarios de cierto rango tienen el pelo negro estandarizado”, señaló un tercero. “Si lo piensas bien, ¿cómo puede ser que todos parezcan tan jóvenes?”.
La afición de los líderes chinos por la tintura de pelo negra no se refleja en el resto de la población.
En la peluquería Sassy, en el centro de Pekín, el veterano estilista Hong Haiting dice que las mujeres son las únicas que compran tinte.
La mayoría de los hombres, explica, están más preocupados por la calvicie que por mantener una cabeza repleta de cabello negro.
“A finales de los años 90, los hombres realmente se preocupaban si tenían canas”, dice el estilista. “Se teñían el pelo a menudo. Ahora, solo las mujeres de más de 40 se colorean el pelo cada mes”.
Pero Hong aún espera que los políticos chinos mantengan las apariencias.
“Yo no quiero ver a mi líder con el pelo canoso. Hará que parezca viejo… como si estuviera a punto de morir”, dice.
“¿Cómo puede una persona así dirigir el país? Esta es una cuestión política, no de estilo.”
Hong Haiting, peluquero de Pekín, no quiere ver a sus dirigentes con canas.
Los dirigentes del partido son conscientes de sus intentos por tener la misma apariencia.
“El Partido Comunista es una de las instituciones más disciplinadas jamás concebidas. A ese nivel, no es mucho lo que pasa por puro accidente”, explica Steve Tsang, profesor de la Escuela de Estudios Chinos Contemporáneos de la Universidad de Nottingham.
Si cada líder del partido luce la misma vestimenta y el mismo color de pelo, es fácil difuminarse y evitar las críticas en el caso de que fracase una política en particular, dice Tsang, consultado por la BBC.
“El usar una especie de uniforme, tener una apariencia similar y mostrar una alta disciplina de partido da una sensación de protección”.
Los dirigentes chinos tratan también de disimular sus diferencias para hacer énfasis en la estabilidad del Partido Comunista, según explica Jeremy Goldkorn, fundador de Danwai.org, una empresa de investigación mediática con sede en Pekín.
“Han intentado mostrar que el partido no depende de una personalidad singular, es una institución. Han tratado de despreciar al individuo en favor del partido”.
Mantener un cabello perfectamente negro supone un compromiso político que requiere tiempo y dinero. En el salón de belleza Sassy, el peluquero Hong Haiting estima que los dirigentes chinos deben retocarse las raíces cada 10 días.
El nuevo presidente Xi Jinping promete reducir los gastos del gobierno. Tal vez marque pronto un cambio en el tácito uniforme, ahorrándole al país una factura de peluquería nada desdeñable.