Por: Profesora Rosario Lule Fernández.
Hola, soy maestra de educación primaria con 30 años de servicio docente.
Trabajo en Xalapa, Veracruz, en la escuela primaria “Jesus Reyes Heroles”, turno vespertino en la zona 136, en un contexto de bajos recursos, y necesidades alimentarias, con infraestructura de sus viviendas precarias y en un plantel educativo que fue construido sobre un pantanal junto a un río de aguas negras, razón por la cual cada año, en temporada de lluvia, se inunda y el agua del río se desborda y se mete a los salones poniendo en verdadero peligro tanto a alumnos como a maestros.
Hago referencia a lo anterior para destacar que con la reforma laboral, disfrazada de educativa, se busca que sean los padres de familia y los docentes los que resuelvan las necesidades de los planteles (cosa que siempre ha sido así ) y me pregunto: ¿Cómo podrían solucionar este problema? Si se tiene años de solicitar apoyo a las autoridades que van y vienen en campañas municipales y gubernamentales y solo resultan en PROMESAS INCUMPLIDAS…
Mientras, los maestros que ahí laboramos aún contra las adversidades de la problemática de las inundaciones, siempre damos nuestro mejor esfuerzo para que los niños reciban una educación de calidad. Prueba de ello es que en exámenes de olimpiada del conocimiento hemos destacado a nivel zona.
Esos funcionarios, que desde su escritorio aprobaron una reforma laboral, no tienen ni idea de las grandes necesidades que tienen los planteles educativos, y mucho menos de las peripecias que un docente tiene que hacer para llevar a cabo su labor educativa movido por un verdadero espíritu de vocación.
Quiero destacar que no estamos en contra de la Reforma, pero sí apelo a que se nos dé un trato digno, como profesionales que somos, que se le dé valor a el esfuerzo que realizamos y no propiamente con una evaluación que no muestra con veracidad la capacidad de un docente.
Se debe revalorar el papel del maestro por medio de reconocimientos publicos, económicos, con notas laudatorias, y sobre todo con SALARIOS profesionales que estén acorde a la vida económica actual sin tener que pasar por evaluaciones como carrera magisterial para escalar y ser acreedor a incrementos.
En la escuela donde laboro veo a mis compañeros ponerse sus botas de hule y sacar a los alumnos ante el temor de un desbordamiento y, aún así, no decae su ánimo. Sin embargo, a pesar de las adversidades ahí estamos: luchando día a día para hacer de nuestros niños buenos ciudadanos, buenos mexicanos.