Por: Consuelo Sánchez
Soy maestra en el D.F. y apenas tengo 3 años de servicio. Como todo, creo que no es bueno generalizar: no todos los maestros somos buenos o malos, habemos de todo.
En mi caso no me opongo a que me capaciten, tampoco a que me evalúen, en lo que sí no estoy de acuerdo es que me evalúen de acuerdo a lo que mis alumnos “saben”, y lo digo así porque los chicos lo que menos les interesa es un examen ENLACE, ya que si no es por una calificación ellos no actúan.
Los jóvenes actualmente son los que mandan en su casa, los papás no tienen control sobre ellos, como maestra estoy para enseñar matemáticas no “educar” a 200 jóvenes cada día, todo porque los padres de familia no saben cómo hacerlo.
Antes de una reforma educativa se necesita una laboral, que las padres y madres de familia trabajen menos horas para que atiendan a sus hijos y no nos dejen a los maestros el trabajo de enseñar y educar.
Es importante resaltar que uno de los principales problemas a los que me enfrento es a padres divorciados, que no se ponen de acuerdo en la educación de sus hijos, es el momento en el que los jóvenes se aprovechan para poner de pretexto tal situación. Para los jóvenes de hoy lo importante es no trabajar en clase, finalmente no hay una figura de autoridad en casa que les indique lo contrario.
Más que nombre de “reforma educativa” necesitamos buenas capacitaciones, que me indiquen cómo dar una clase, didáctica en los temas, qué hacer en ciertas situaciones escolares, necesitamos grupos de 25 o 30 alumnos no de 54 como sucede en mi secundaria. Del mejor salario ni me ilusiono, por $90.00 la hora debo hacer que 54 alumnos quieran aprender matemáticas.